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CRITICA
Por: PACO CASADO
El género de terror puede tener distintas variantes como así se ha visto y producido a lo largo de la historia del cine.
En su momento fueron los monstruos de la Universal como Drácula, Frankenstein, el hombre lobo.
También hay un terror espacial del que muy bien puede ser un ejemplo 'Alien el octavo pasajero' (1979) y todas las secuelas e imitaciones que se originaron después.
De un tiempo a esta parte están la producciones sobre zombis o muertos vivientes de los que pónganse por ejemplo la pionera 'La noche de los muertos vivientes' (1968).
Hay igualmente un subgénero sobre exorcismos y posesiones del más allá que puso de moda 'El exorcista' (1973) y a la que muy bien puede pertenecer 'The prodigy' (2018).
El matrimonio compuesto por John y Sarah Blume es feliz cuando ella se queda por fin embarazada y tiene un hijo al que ponen el nombre de Miles y al que vemos crecer poco a poco en los primeros metros de esta producción Orion, marca que hacía tiempo que no veíamos en la pantalla.
El niño es reconocido como un genio, un superdotado, un prodigio, como reza el título de la película, pero llega un momento en que su comportamiento no es el de un chico de su edad, sobre todo con los compañeros en el colegio, y su madre sospecha que una fuerza maligna se ha apoderado de él.
Temiendo por la seguridad de su familia, Sarah debe elegir entre su instinto maternal de amar y proteger a Miles y la desesperada necesidad de investigar qué o quién le está provocando esa inquietante manera de actuar, también en el ámbito familiar.
Para poder salvar a su hijo se verá obligada a buscar respuestas en el Doctor Arthur Jacobson, un psicoanalista que ha estudiado las reencarnaciones criminales, pero pronto desiste de tratarlo.
Un film que tira de la siempre eficaz fórmula comercial de niños y fenómenos paranormales pero desde el inicio se nota por sus imágenes y su forma de tratar la historia que pretende salirse del tópico del exorcismo al uso y deriva por otros caminos, el de la posesión criminal en lugar de demoníaca, que no vamos a desvelar para no hacer spoiler.
El guion toca el tema de la reencarnación, tan admitida sobre todo en los países orientales, se quita pronto de enmedio la figura del padre y se centra todo en la persona de la madre simplificando así la acción haciéndola más sencilla al no complicarla con muchos personajes que intervengan en ella.
Por otra parte no abusa de los sobresaltos ya que apenas tiene un par de ellos provocados por un golpe o efecto musical, usando en su lugar más el suspense que las escenas de terror.
Tiene un prólogo que en principio resulta extraño, pero que termina por encajar en el contenido del argumento para explicar determinada conducta de uno de los protagonistas.
Nicholas McCarthy es un director especialista en este género, es un fanático de los relatos terroríficos, que hace con éste su tercer largometraje que comenzó con 'El Pacto' (2012) al que siguió 'Home' (2014), en los que como en éste siempre tiene como protagonistas a las mujeres.
Está dirigido con cierta elegancia y en el que el interés del espectador no decae en ningún momento en esta relación materno filial que trata de diferenciarse de otros productos de este género sobre niños diabólicos.
Bien Taylor Schilling en el papel de Sarah la madre muy segura de defender a su niño y el pequeño Jackson Robert Scott al que ya tuvimos ocasión de ver en 'It' (2017), sobre la novela de Stephen King en su doble personaje de niño bueno y niño malo.
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