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CRITICA
Por: PACO CASADO
Jarvis Dolan es el periodista estrella de un programa radiofónico nocturno de la Cadena DBO, de la ciudad de Londres, en una especie de reality en el que suele entrevistar a gente famosa, con atrevidas preguntas sobre temas candentes hacia la persona o la actualidad del momento.
Esa noche planeaba destapar un gran escándalo futbolístico cuando varios hombres con el rostro cubierto con unas horribles máscaras, asaltan su estudio y amenazan con sacar al aire un escándalo que podría acabar con su carrera.
Es una pesadilla narrada en antena en directo, en esta ópera prima de Pedro C. Alonso, apadrinado por un experto internacional en el género, como es el director y productor catalán Jaume Collet-Serra.
Un thriller intenso que pasa prácticamente todo en un estudio de radio, con el que debuta en el largometraje este director, tras pasar por varios estamentos del cine como el guion, la fotografía, los efectos visuales, hacer un par cortos y abundante número de spots de publicidad, que se desarrolla casi en tiempo real, contado de forma contenida, con cierto control de todos los elementos, en una historia con un contexto muy familiar, sobre la idea de encerrar a alguien muy famoso en un medio de comunicación, lo que es casi un contrasentido.
Es la historia de este locutor que comienza hablando del Brexit, con la opinión dividida sobre su persona, ya que hay oyentes que lo alaban por sus atrevidos comentarios, mientras que otros lo odian a muerte por diversos motivos.
La película comienza en el despacho del director de la emisora, con éste presente, mientras discuten Jarvis Dolan y Andrew Wilde, otro de los locutores, que quiere entrar en su programa a lo que se opone el primero.
El programa comienza y de buenas a primeras, unos hombres enmascarados entran en el estudio y tras amenazar con matar a Anthony, el control de servicio, obligan a Jarvis que entreviste a Andrew y que declare en antena qué es lo que ocurrió en una determinada habitación de un hotel de la ciudad tras una fiesta que se celebraba en el mismo.
El guion, que tiene mucho de teatral al desarrollarse toda la acción prácticamente en un locutorio, en tiempo real, comienza con esta situación absurda en la que a partir de ese momento nada tiene mucho sentido, aunque a raíz del giro que toman los hechos, hay momentos de gran tensión, pero poco más, porque pronto deriva la acción a un film de terror, mezclado con el thriller y el suspense, con situaciones desagradables e incluso gore y con algunos giros inesperados que poco aportan, con escenas forzadas y personajes poco aclaratorios.
Los asaltantes están allí para que se aclare públicamente una oscura verdad sobre que sucedió, cueste lo que cueste, y que afecta a uno de los asaltantes, como también a los dos locutores.
Se nota que tiene escaso presupuesto, uso únicamente de ocho actores, escenario casi único y cuatro semanas de rodaje.
En cuanto a la emisión en directo resulta poco menos que increíble que pueda suceder tal como se cuenta.
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