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CRITICA
Por: PACO CASADO
Esta película cuenta la fuga a Occidente de Rudolf Nureyev, uno de los bailarines más grandes de todos los tiempos, que a pesar de la vigilancia de la KGB tomó una decisión que cambió su vida y rompió con el orden que imperaba en la Unión Soviética.
La acción transcurre en 1961 cuando Rudolf Nureyev forma parte de una expedición de su país que viaja a París para hacer una serie de actuaciones, durante tres semanas de estancia en la capital de la luz y después Londres.
Ante el miedo de que alguno de los componentes deserte los tienen muy vigilados, llevándolos a todas partes juntos, sin el pasaporte, que le es retirado nada más pisar suelo francés, y cuando alguien se marcha para hacer una visita por París, les siguen dos policías cumpliendo las directrices del gobierno.
El film combina imágenes documentales para mostrar el París de la época con las filmadas para contar la historia.
Para ser una cinta sobre un bailarín se espera que hubiera más números de danza para lucimiento del artista.
Es la tercera película como director de Ralph Fiennes, con una amplia trayectoria como actor, que se basa en la aclamada biografía de la escritora y también bailarina Julie Kavanagh, "Rudolf Nureyev: The life".
En 'El bailarín' (2018) no tenía la intención de actuar como actor pero por motivos de financiación se vio obligado, interpretando al profesor de danza de Nureyev, Alexander Pushkin, para lo que tuvo que aprender los diálogos en ruso.
Nureyev desertó de Rusia en 1961 estando actuando con el Ballet Kirov de Leningrado, y aunque era aun muy joven sabía lo que deseaba para su vida.
Era un hombre apasionado por el arte, la literatura, la danza, la pintura, la escultura, tal vez para ocultar sus orígenes de inculto campesino autodidacta y cuando se consagró se convirtió en una de las figuras más conocidas en su día en el mundo entero.
Era importante que el actor que había de incorporar su figura tenía que saber bailar, lo que no fue fácil, hasta encontrar al ucraniano Oleg Ivenko del Ballet Estatal Tártaro.
Varios años llevaba Ralph Fiennes tratando de llevar al cine la vida de este bailarín, encontrando muchas dificultades para su financiación, ya que estaba interesado en el drama íntimo de este hombre que decidió huir en plena Guerra Fría de la Unión Soviética para desarrollar todo su potencial artístico en plena libertad.
El guion nos presenta tres etapas de su vida, la primera su nacimiento que se produjo durante un viaje en un tren y su infancia marcada por la carestía (en blanco y negro); la segunda su formación como bailarín en la escuela de danza de Leningrado a las órdenes de Alexander Pushkin y la tercera la gira que realizó fuera de la Unión Soviética y cuando acaba de actuar en París a punto de partir del aeropuerto de París-Le Bourget, el 17 de junio de 1961, con el resto la compañía para hacerlo en Londres, deciden que vuelva solo a Rusia, pero teme que será un castigo y nunca más podrá salir de allí y pide asilo político.
La mezcla de las distintas épocas se hace un poco caótica en algunos momentos con tantos saltos atrás, haciéndose algo reiterativa y tardando en arrancar.
Se apunta de forma breve que tuvo relaciones tanto con mujeres como con hombres, muriendo en 1993 de Sida a los 54 años de edad.
Un film demasiado ambicioso que no acaba de retratar al ser humano que pretende, que era un hombre complicado, arrogante, egocéntrico, insoportable a veces, pero sabía lo que quería y cómo conseguirlo.
Fue uno de los mejores bailarines clásicos de la historia del ballet al imponer una forma distinta de bailar con una identidad propia.
El título original de 'El cuervo blanco' es el equivalente español de "un mirlo blanco", referido a ser el artista único que fue.
Premio especial por su contribución artística en el Festival de Tokio.
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