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CRITICA
Por: PACO CASADO
El piloto Tuck Pendelton se presta voluntario para un experimento que consiste en miniaturizarle para viajar en una cápsula por el interior de un conejo, pero unos delincuentes intentan apropiarse del invento y Pendelton acaba por casualidad dentro del cuerpo de un ser humano, hipocondríaco, llamado Jack Putter.
A partir de ahí, ambos se verán obligados a colaborar para conseguir que Tuck pueda salir del cuerpo de Jack.
Hace unos años Richard Fleischer hizo una película que se llamó Viaje alucinante (1966), que consiguió un gran éxito de taquilla en su momento, en la que un grupo de científicos, metidos en una cápsula, eran miniaturizados e introducidos en el cuerpo humano para efectuar desde el interior una difícil y complicada operación.
Lo que en aquel film era ciencia ficción, pero llevada a cabo con bastante rigor didáctico acerca del cuerpo humano, aquí se toma en tono de comedia, al introducir a un borrachín sargento de la marina que pilota una nave que ha de ser metida en el ojo de un conejo y por error se introduce en el cuerpo humano de un nervioso empleado de supermercado, al que le ocurren toda clase de persecuciones.
La colaboración en los años 80 de Steven Spielberg con Joe Dante, que ya funcionó con En los límites de la realidad (1983) y Gremlins (1984), que resultó otro bombazo comercial, vuelve a ser eficaz en esta ocasión, logrando una cinta divertida, con un equilibrado guion e interpretación de un Dennis Quaid eficaz, la simpatía de Meg Ryan, y las payasadas de Martin Short.
Como curiosidad hay que añadir que durante el rodaje Dennis Quaid y Meg Ryan se enamoraron, casándose poco después.
Un film correcto que cumple el objetivo de divertir.
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