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CRITICA
Por: PACO CASADO
El cine español sigue produciendo películas de terror, género que intentó una cierta renovación hace un par de décadas, que eligen algunos debutantes en la dirección como es el caso de Denis Rovira, entre otras cosas porque suele ser barato y como consecuencia bastante rentable, dada la gran afición de los espectadores jóvenes a pasar miedo en las salas cinematográficas actualmente.
Alicia regresa un día a la gran mansión donde vivió de pequeña una infancia no demasiado feliz hasta que se fue.
Ahora se ha casado, tiene una hija, Nora, de nueve años, y ha obtenido una plaza de enfermera en el hospital de la localidad, mientras que Mikel, su marido, que es electricista, está sin trabajo.
En esa vieja casa vive Sara, su hermana, que cuida a Victoria, la madre de ambas, que está enferma desde hace tiempo y lleva más de un mes sumida en un profundo coma irreversible, conectada a una máquina que le ayuda a respirar, que se resiste a la muerte.
Tiene durante el día la asistencia de una enfermera que está a su cuidado, cuando Alicia se va a trabajar.
Victoria ha sido toda su vida una mujer muy posesiva y su comportamiento ha sido nada ejemplar para con sus dos hijas cuando eran unas niñas.
La idea de Alicia es comenzar una nueva vida, pero el pasado, que tenía olvidado, regresa de nuevo teniendo que afrontar algunos traumas de su vida anterior.
Por otra parte la pequeña Nora tiene debilidad por su abuela, a la que constantemente trata de ver a pesar de que no es ese el deseo de sus padres, ya que parece que infunde en ella una maligna influencia.
Ello se ve en el mal comportamiento que tiene en el colegio para con sus compañeros de clase y con una extraña niña que aparece de vez en cuando de la que se hace muy amiga.
Una historia sobre las relaciones familiares y la muerte.
El caprichoso guion se basa en la novela homónima, publicada en 1988, del escritor inglés Ramsey Campbell, uno de los incipientes maestros del terror literario contemporáneo, un autor con una veintena de obras que hablan sobre la trascendencia de la muerte y las relaciones familiares, que está muy considerado por la crítica del que ya se han llevado al cine varias de ellas, siempre por el cine español, que resulta la base para la ópera prima del cineasta catalán Denis Rovira van Boekhol, tras haber realizado una trilogía de cortos de este género.
Para ello cuenta con un acreditado reparto de actores algunos de ellos especialistas en esta disciplina y a otros, como es el caso de Emma Suárez, no le sienta muy bien hacer de abuela vieja y bruja en este tipo de films y más cuando le toca hacer de la mala de la cinta.
La historia no de las que se repiten más, pero el director está empeñado desde el comienzo en asustar al espectador, ya que a los quince minutos de su inicio ya se ha fabricado unas tres o cuatro ocasiones para ello a base de golpes o subida de la banda sonora, recurso que está muy utilizado, y no serán las únicas a lo largo de toda la trama, en la que se reserva para el cuarto de hora final toda la traca y es en esos metros últimos de la historia cuando se embarulla más y deja algunos cabos sueltos por justificar en esta película que explora diversas vertientes del horror con unas infernales niñas malvadas.
El buen diseño de producción se ve mal utilizado debido a una oscura fotografía.
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