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CRITICA
Por: PACO CASADO
Para su séptimo largometraje como director Santiago Segura decide dar un giro de 180 grados para hacer una comedia familiar en la que no obstante pone su firma con alguna grosería.
Javier es técnico informático de profesión, un padre de cinco hijos entre cuatro y doce años (Sara, Carlota, Rocío, Dany y Paula), que se cree el padre perfecto.
Se pasa el día trabajando con su computadora creando nuevas aplicaciones y apenas si se relaciona con sus hijos, de lo que se encarga su esposa Marisa.
Es lo que ella ha bautizado como un marido-cuñado, que no se ocupa en absoluto del cuidado de la casa, ni de los hijos, y piensa que su mujer se ahoga en un vaso de agua.
Sabe perfectamente qué es lo que hay que hacer pero no lo hace y continuamente regala a su esposa frases como "es que no te organizas", "no te pongas nerviosa".
Pero un día su mujer decide irse de viaje aprovechando los billetes del 15 aniversario de boda y se marcha con su cuñada al Caribe, en todo un ejercicio práctico de reconciliación familiar y él tendrá que enfrentarse a la cruda realidad que supone hacerse cargo de la casa y de bregar con los cinco monstruitos, dejándolo solo con ellos, algo que nunca había sucedido.
Javier tendrá que enfrentarse a la cruda realidad que supone bregar realmente con sus cinco retoños, ejercer de padre y poner orden en esa familia en la que constantemente se organiza un auténtico guirigay una vez que la madre pone un pie fuera de casa.
Para poner orden en la misma contará con la ayuda de Rosaura, una peculiar asistenta que todas las mujeres quieren contratar.
Esto desencadenará que se provoque una situación caótica y a la vez cómica, que evolucionará de forma progresiva hasta el desastre más absoluto, pero también será una oportunidad para él de conocer a sus hijos y disfrutarse mutuamente por primera vez. Una experiencia que le cambiará la vida a todos para siempre.
El tema de la familia numerosa tiene un claro precedente español en La gran familia (1962), de Fernando Palacios y su secuela.
En esta ocasión se trata de la adaptación, no confesa, de la comedia argentina Mamá se fue de viaje (2017), de Ariel Winograd, con Diego Peretti, de la que ha hecho el guion Santiago Segura en compañía de Marta González de Vega, que ya colaboraron en Sin rodeos (2018), acoplándola a la idiosincracia y costumbres españolas, añadiendo un hijo más y cambiando los chistes argentinos por los españoles.
El guion no es más que una sucesión de situaciones más o menos cómicas que van en paralelo con las diversiones caribeñas que llevan a cabo las dos cuñadas (otra variante) y las que se producen en la casa familiar en España.
Se critica la dependencia actual que tienen las personas con el móvil, sobre todo si son madres responsables de sus hijos o del propio marido con sus temas de trabajo y posteriormente con los chats de las madres del colegio que le agobian con la gran multitud de mensajes diarios que recibe.
La comicidad de esta entretenida película se deriva de las situaciones en que se ve metido el padre, de las incómodas preguntas que hacen los niños pequeños y sobre todo de las travesuras que comete la tropa infantil que constituyen sus hijos, todos ellos muy ajustados a sus cometidos, entre los que figuran dos hijas del director, Calma y Sirena.
El resultado es una comedia para todos, para pasar el rato, en sintonía con los tiempos actuales y los conflictos familiares, adornada con la música de Roque Baños y algunos fragmentos de canciones de Rocío Jurado que canta la niña Rocío que pretende presentarse a un casting de un programa televisivo a la que pone su simpatía Luna Fulgencio.
Dado el éxito ya se plantea una secuela de la misma.
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