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CRITICA
Por: PACO CASADO
Las películas orientales sobre artes marciales estuvieron de moda en su momento y nos llegaron en tan gran cantidad a nuestras pantallas que saturaron al espectador.
Ahora de vez en cuando nos viene alguno de esos productos de manera esporádica o a veces nos conformamos con soportar las parodias que hace de ellos Jackie Chan.
En este caso es Joel Silver quien en compañía de los hermanos Wachowski han producido esta historia que ponen en manos de James McTeigue, que fue ayudante de realización en Matrix, y el director responsable de 'V de vendetta' (2005).
Raizo fue recogido de niño por el despiadado clan Osunu, donde fue educado para soportar el dolor y convertirse en un ninja asesino.
Al ser traicionado por su maestro se marcha a Europa, concretamente a Berlín, donde conoce a una agente de Europol que investiga acerca del clan para exterminarlo, por lo que es amenazada de muerte.
Al coincidir con ella decide ayudarle.
Al ser una producción americana dispone de gran cantidad de medios y efectos especiales para llevarla a cabo, lo que contrasta con la pobreza de las cintas orientales, pero conserva el espíritu y los elementos de aquellas, aunque cambie la decoración, siendo las coreografías de las peleas de artes marciales más elaboradas, con una acción constante, pero en este caso influenciadas por la moda de los videojuegos y el espíritu Matrix, de montaje rápido en corto, que no deja ver nada y si para colmo muchas de esas secuencias, que se hacen largas e interminables, suceden de noche, apaga y vámonos.
El argumento es tan fantasioso como increíble lo que sufre Raizo que termina encajando golpes por todos lados y con más rajas en su cuerpo que una casa en ruinas; afortunadamente, aunque parezca un ecce homo, sus heridas se curan de forma milagrosa.
Quien protagoniza esta sangrienta historia, mezcla de adrenalina y testosterona, es el cantante coreano Rain, que hace furor entre las jóvenes de su país a las que conquista con sus canciones y su físico, pero como actor resulta totalmente inexpresivo.
Un espectáculo violento como el que más, de endeble argumento, endiablado ritmo y acción continua, con una historia mil veces repetida.
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