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CRITICA
Por: PACO CASADO
Gerard Frank plasmó en una novela un hecho real y ésta le sirvió de base al estupendo guión de Edward Anhalt, en el que el autor refleja el ambiente y las circunstancias de una ciudad ante una ola de crímenes de un sólo hombre.
Siguiendo un poco la línea de A sangre fría (1967), el director parte de dos mitades que se complementan: la primera es la acción, el movimiento de las fuerzas de la ciudad en busca del criminal; la segunda es el estudio psicológico, el conocimiento del asesino.
Las dos están bien llevadas por una dirección exacta de Richard Fleischer, descomponiendo la pantalla y dándonos a veces varios puntos de vista de una misma escena.
La primera es puro cine negro, que refleja a unos policías en acción, a una ciudad asombrada, a unos hombres asustados, llevada a cabo con ritmo rápido.
En la segunda es la introspección laboriosa en la mente de un hombre enfermo con una doble personalidad que él mismo desconoce. Espléndido el trabajo de Tony Curtis que cambió de forma radical de la comedia al drama.
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