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CRITICA
Por: PACO CASADO
Tras pasar por el Festival de cine de Locarno, llegó a la sección oficial a concurso del Festival de cine europeo de Sevilla, 'Technoboss' (2019), de Joao Nicolau, en representación de Portugal y ahora, transcurrido casi un año, también lo hace a las pantallas comerciales españolas.
En en interés del afán por presentar un amplio abanico de películas representando a los distintos países europeos y con los más variados temas, aunque últimamente suelen ser coproducciones entre dos o más de ellos, se da entrada al cine de nuestros vecinos la nación portuguesa, esta vez en coproducción con Francia, que en este caso nos ofrece una mirada a la vejez, además con un intento de hacer cine musical, a cargo del más imaginativo de los realizadores actuales del nuevo cine del país luso, Joao Nicolau, que está protagonizado por un maduro actor no profesional, Miguel Lobo Antunes, que debuta con este film en el cine.
En esta ocasión se nos cuenta la historia de Luis Rovisco, un hombre ya maduro, que está divorciado desde hace diez años y a punto de jubilarse, que trabaja para una empresa de sistemas de seguridad en sus diversas modalidades, tanto de vigilancia como cámaras, barreras, sensores, cajas fuertes y en cualquier otra faceta, cuya labor deja ya bastante que desear debido a sus achaques físicos y sus problemas familiares.
Vive solo con la única compañía de su gato, Napoléon, y tiene un hijo, Jorge, ya adulto con un matrimonio inestable y cuando eso ocurre se va a dormir a su casa.
La verdad es que la historia que se ha elegido para hacer esta cinta rodada en 16 mm. no es la más adecuada, ya que con esta materia difícilmente se podría filmar un musical o mejor que eso, como ocurre aquí, se trata de una película con canciones, que generalmente canta el veterano Miguel Lobo Antunes, frecuentemente conduciendo su coche de camino a su trabajo o a solventar alguna avería.
Él no es actor profesional y tampoco cantante, por lo que su actuación en ninguna de las dos facetas resulta de lo más brillante.
El guion nos presenta con asiduidad acciones de lo más absurdas con un humor dislocado e imposible, que suele ocurrir la mayoría de las veces en un mismo hotel en el que Lucinda, la recepcionista del mismo, está dispuesta a tomar el último tren del amor en su compañía, mientras Luis arregla viejos cajetines y barreras de seguridad que se les revelan con cierta frecuencia.
Estas situaciones a algunos les puede resultar simpáticas mientras que a otros les produzca alguna irritación.
Entre las canciones que se interpretan, que hacen generalmente referencia a las situaciones laborales o amorosas de los protagonistas, se incluye la famosa Aseregé que canta el grupo de las Ketchup, que es además la única que tiene algunos momentos en que el protagonista se marca unos pasos de baile.
Siempre hemos tenido un mal concepto del cine portugués, salvo excepciones, caso del famoso y centenario Manoel de Oliveira, por la pesadez de sus realizaciones, faltas de ritmo, con planos a los que con frecuencia se les puede meter las tijeras, por su estatismo que le resta agilidad en el montaje, y éste no se salva de ninguno de esos defectos.
Y no es por falta de experiencia en la realización, ya que para el actor, músico, montador y director Joao Nicolau este es el sexto largometraje de su filmografía, cuyo guion escribe con Mariana Ricardo, su guionista habitual.
Nicolau ya estuvo en el certamen sevillano con John From (2015), en la sección Las Nuevas Olas, pero ninguno de ellos se ha estrenado en las salas comerciales de nuestro país, hasta ahora que ha sucedido con éste que comentamos.
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