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CRITICA
Por: PACO CASADO
Poca originalidad hay ya en el cine de terror, a pesar de que sigue siendo uno de los géneros que en la actualidad más le gusta a la juventud que acude al cine que, por otra parte, suele ser poco exigente y hace triunfar algunos bodrios considerables.
Tal vez por ello se están haciendo remakes de los títulos más celebrados del género de un cuarto de siglo hasta aquí, como ya ocurrió con La matanza de Texas (1974), Las colinas tienen ojos (1977), Amanecer de los muertos (2004), y a punto de llegar Halloween. El origen (1974).
En este caso se trata del film de igual título original, 'Black Christmas', que no se llegó a estrenar en España, realizado en 1974 por Bob Clark, que de alguna manera inventaba y ponía las bases para el slasher o asesino en serie que después tanto se ha explotado.
Aquella cinta canadiense se convirtió en una producción de culto. Ignoramos su calidad puesto que no se estrenó aquí.
Lo que sí podemos decir que si era como ésta...
En los años 70, cuando Billy era un niño, vio cómo su madre mataba a su padre, lo entierra en el sótano y vivía con su amante.
Como consecuencia de ello lo encerró en una buhardilla de donde logra huir y tras matar a su madre y al amante de ésta es internado en un psiquiátrico de donde vuelve a escapar de su encarcelamiento y regresa a su casa.
Pero han pasado varios años y ésta ha sido convertida en una residencia de señoritas, la hermandad Delta Alpha Kappa del campus de la Universidad de Clement, que se disponen a celebrar la Navidad.
Su trauma le lleva a asesinar una tras otra a las seis residentes, todas ellas de muy buen ver.
El guionista de dos de los capítulos de Destino final (2003) y Destino final 3 (2006) debutó como director con Willard (2003) y hace con esta su segunda película en la que no demuestra mucha originalidad en la puesta en escena apostando por el gore más directo que en ningún momento llega a emocionar al espectador y con secuencias bastante increíbles, llenas de lugares comunes y sin ningún rigor argumental ni fílmico, con una trama desastrosa, delirante y sin el más mínimo suspense, que cae en el absurdo más absoluto.
Solo destacar el brillante colorido de la fotografía.
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