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CRITICA
Por: PACO CASADO
Cuenta el enfrentamiento personal y comercial entre Thomas Alva Edison y George Westinghouse, por hacerse con los derechos de la implantación del sistema eléctrico de los Estados Unidos a final del siglo XIX, provocando así una de las primeras y mejores disputas corporativas de la historia.
En esta interesante guerra comercial y rivalidad entre ambos, en la década de 1880, tuvieron una destacada intervención dos personajes importantes en la industria mundial: Nikola Tesla, uno de los más notables y controvertido inventores de aquel momento, que comenzó trabajando para Edison, y J.P. Morgan, el más grande inversor y banquero de la Segura Revolución Industrial, que dominaba con su dinero la comercialización de los inventos, teniendo así el control de los pobres creadores que no tenían las cantidades necesarias para ver realizados sus descubrimientos.
Mientras que Westinghouse distribuía corriente alterna, Edison por su parte suministraba corriente continua, al tiempo que pregonaba que la de su competidor provocaba la muerte y en su día lo demostró dándole una cierta cantidad de voltios, aumentándola poco a poco, a un caballo hasta que terminó muriendo el animal.
Una de las pequeñas guerras surgidas entre ambos lo fue por el tema de las bombillas cuya duración al principio era de un período de tiempo muy limitado, hasta conseguir los materiales adecuados para que lo fueran por plazos más largos y finalmente de manera indefinida.
La muerte del caballo dio lugar a la invención de la silla eléctrica para producir una muerte más digna a los delincuentes y asesinos y menos brutal que la horca, para la que hizo su planificación Edison en secreto, ya que no quería crear nada que fuera a hacer daño al ser humano, pero fue traicionado y ello salió a la luz pública en los periódicos.
A Edison no le importaba ganar dinero, todo lo contrario de Westinghouse, ya que tenía tantas ideas en la cabeza para hacer que como decía, necesitaría diecisiete vidas para poderlas llevar a término.
Edison logra su máximo prestigio como inventor al iluminar con bombillas eléctricas una manzana de casas en Manhattan.
No era fácil introducir la electricidad en todos los hogares de los Estados Unidos, comenzando por probar en un distrito de casas de un barrio y poco a poco fue aumentando a toda la ciudad y de una ciudad a otra hasta conseguir completar toda la red.
Entre tanto van surgiendo los experimentos a cargo de Edison inventando el rodillo fonográfico, capaz de grabar la voz humana, y el kinetoscope una de las primeras cámaras de cine entre otros.
Entre tanto surgió la posibilidad de difusión a través de la Feria Mundial de Chicago de 1893 y nuevamente surge la disputa por la posibilidad de llevarse el contrato.
En el aspecto de vida familiar también son distintos, Edison amaba más su laboratorio que a su esposa May, mientras que Westinghouse se dedicaba más a su familia, a su mujer Margarita y a las relaciones sociales y no le preocupaba la fama.
La película fue estrenada mundialmente en el Festival de cine de Toronto en 2017, pero tras la disolución de The Weistein Company, el director hizo un nuevo montaje y recorte del metraje, añadiendo otras nuevas escenas así como una banda sonora distinta y fue vuelta a estrenar en 2019 que es la que se exhibe actualmente.
El cineasta tejano, de origen mejicano, Alfonso Gómez-Rejón, pupilo de Martin Scorsese, es el encargado de dirigir esta disputa entre los dos genios y empresarios en este film, tercero de los suyos, que va más allá de los hechos históricos, ya que aborda temas como la ambición, el deseo de trascendencia, la fama y las repercusiones éticas de la innovación tecnológica.
A diferencia de la versión de Edison, el hombre (1940), de Clarence Brown, con Spencer Tracy, ésta se ocupa de la rivalidad comercial entre Edison y Westinghouse en lugar de su vida.
En esta dramática historia de la disputada carrera entre estos dos grandes hombres por determinar que clase de corriente iluminaría al mundo, hay momentos que son demasiado técnicos y otros de tipo comercial, que hacen que posiblemente aburran un poco al espectador que no esté interesado en ello.
Eso no quita para que la cinta tenga una admirable ambientación de la época en la que transcurre la historia en decorados, vestuario, laboratorios y elementos empleados en los mismos en aquellos momentos realmente extraordinarios.
Igual hay que decir de la estupenda interpretación de Benedict Cumberbatch y de Mchael Shannon en los personajes respectivos de Edison y su rival Westinghouse.
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