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CRITICA
Por: PACO CASADO
Las biografías o biopics, como se les llaman ahora, han sido una constante en el cine norteamericano y así se ha reflejado la vida en la pantalla de músicos, científicos, políticos, deportistas, artistas y en definitiva personas de cualquier clase o raza, generalmente famosos o conocidos de la opinión pública para que tenga cierto atractivo de cara a la taquilla y así nos llega en este caso un fragmento de la existencia de la actriz Judy Garland en el tercio final de su vida que desgraciadamente fue corta.
Es el período más duro en el que tuvo problemas con el alcohol, el uso de fármacos porque no podía dormir y las dificultades financieras que le obligaron a viajar a Londres.
Durante el invierno de 1968, treinta años después de El mago de Oz (1939), la leyenda de Judy Garland llega a la capital inglesa para dar una serie de conciertos durante cinco semanas en el The Talk of the Town, que le pueden sacar de su ruina económica en esos momentos, tras dejar a sus hijos Lorna y Joey con su padre.
Las entradas se agotan en cuestión de días a pesar de haber visto su voz y sus fuerzas mermadas, pero eso el público inglés no lo sabe, únicamente desea ver a la estrella, al ídolo que ella significa.
Mientras Judy se prepara para subir al escenario le vuelven los fantasmas que le atormentaron durante su juventud en Hollywood, sobre todo cuando estaba rodando El mago de Oz (1939), que le hizo popular como estrella juvenil a los 16 años, en esos momentos es que era agobiada por Louis B. Mayer que le daba la opción de ser famosa o marcharse y por la vigilancia impuesta para que no cometiera excesos en la comida, que podemos ver en algunos flash backs.
A sus 47 años, se enfrenta en este viaje a las inseguridades que le acompañaron desde su debut, pero esta vez vislumbra una meta firme: regresar a casa con su familia y sus hijos para encontrar el equilibrio en su vida, la pena es que no logró esa felicidad ya que falleció en el mismo Londres en junio de 1969, sin llegar a cumplir los 48.
A pesar de tener tres hijos, tan sólo aparecen los dos menores al principio y apenas en un momento la mayor, Liza Minnelli.
A lo largo del relato no pueden faltar en sus actuaciones algunas de sus canciones más conocidas para cerrar con la más famosa de ella 'Over the rainbow'.
Los sacrificios que hizo para alcanzar la fama, sus problemas con el alcohol y las drogas, su amor a sus hijos y la forma en que el cine encumbra y derriba a sus estrellas, son algunos de los temas que sobresalen en esta película que retrata el lado más vulnerable y autodestructivo de esta mujer a lo que le obligó el mundo del espectáculo.
El guion de Tom Edge se basa en el corto documental sobre el final de la triste vida de la famosa estrella 'The end of the ranbow' (2019) de Peter Quilter, basado a su vez en la obra teatral de igual título de este autor de 2005, que va fragmentando esas últimas semanas de actuación en Londres con los recuerdos de su infancia.
El film no hace leña del ídolo caído debido a las drogas, el alcohol y la soledad en que se sumió en los últimos días de su vida sin sus añorada familia.
Lo mejor de esta cinta es la actuación de la australiana Renée Zellweger, que reaparece tras seis años de retiro, una actriz que ya venía de hacer musicales como Chicago (2002), quien es capaz de transformarse en el personaje, no sólo en su apariencia física, sino también en los gestos y forma de moverse en el escenario cuando canta, no en vano ha cosechado ya varios premios entre ellos el Globo de oro lo que le hace firme candidata al Oscar.
El responsable de todo esto es Rupert Goold, un director joven, proveniente de la televisión, que debutó en el largometraje con Una historia real (2015) que hace con ésta su segunda cinta que saca adelante de forma eficiente.
Premio para la dirección y a Renée Zellweger en el Festival de Palm Spring. Premios NBR y Hollywood para Renée Zellweger. Globo de Oro para Renée Zellweger. Nominados al Oscar Renée Zellweger y peluquería. Nominada a los Bafta Renée Zellweger, vestuario y peluquería .
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