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CRITICA
Por: PACO CASADO
El cine de terror ya no sabe dónde encontrar nuevos argumentos y a veces sus producciones apenas si tienen escenas que puedan provocar miedo en el espectador como ocurre en esta ocasión con 'Fantasy Island' (2020) que es casi más una producción de aventuras o un melodrama con unas escenas de tortura y poco más.
Esta vez se trata de un remake de la serie homónima emitida por televisión durante los años 1979 hasta 1984, que fue premiada con un Globo de oro.
Después de ganar un concurso, un grupo de personas diversas llega a Fantasy Island, una particular y paradisíaca isla tropical, que alberga un ideal resort regentado por el enigmático señor Roarke, un personaje de dudosas intenciones, que ofrece la posibilidad de vivir una fantasía relacionada con sus vidas, que convierte en realidad los sueños secretos de sus afortunados invitados en tan remoto como lujoso lugar en el que todo es posible, donde se puede vivir a demanda una fantasía, o algo que anhelaron disfrutar en el pasado o desean conseguir en el futuro.
Pero todo tiene un precio en este mundo y aunque a veces los sueños se cumplen, pero no siempre de la manera que se espera o se desea.
Sin embargo, querer lo que no se tiene a veces trae terribles consecuencias, ya que cuando las fantasías se convierten en auténticas pesadillas, los invitados deberán resolver el misterio de la isla para poder escapar de allí con vida.
Cada uno de los componentes del grupo tiene una fantasía diversa enclavable en un género distinto y al mismo tiempo muy diferente, desde Melanie Cole, la chica que quiere vengarse de Sloane Maddison, una antigua compañera del instituto que solía hacerle la vida imposible, o la de JD Weaver y su hermano adoptivo Brax que anhelan tenerlo todo y acaban en una lujosa fiesta, hasta la de Patrick, que quería ser soldado que desea reencontrarse con su padre al que no conoció que murió en combate siendo un héroe.
En realidad son cuatro historias, que van saltando de una a otra constantemente, y cada una de ellas se desarrolla de manera independiente reunidas en el escenario único de la isla, aunque dentro de ella también hay uno para cada historia como el de un restaurante idéntico en el que una mujer, Elena, no aceptó la petición de matrimonio de su novio y se arrepintió de haber dicho que no y ahora de nuevo es posible repetir aquel momento y cambiar su decisión.
Desconocemos la serie original, pero pensamos que estas historias estarán extraídas de algunos de los episodios o habrán sido inventadas de nuevo para la película y únicamente se han obtenido los derechos de la idea para recrearla de nuevo.
En cuanto a los actores hay un cierto desequilibrio entre ellos desde los que están pasados de rosca, a los que no mueven un músculo facial en todo el metraje.
El enmarañado guion deja algunos huecos sin rellenar resultando confuso en muchos momentos e inverosímil en otros tantos, sobre todo en el embarullado final y en cuanto a la dirección el ritmo es lento a veces, impropio de una producción de esta clase, siendo el responsable el productor metido a director Jeff Wadlow que debutó en el largometraje con Cry Wolf (2005) al que siguió Rompiendo las reglas (2008), entre otros, siendo éste el sexto de sus títulos hasta ahora y ciertamente no puede presumir mucho de los resultados obtenidos en cada uno de ellos como ocurre con éste.
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