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CRITICA
Por: PACO CASADO
Ahora que parece que la moda es hacer remakes de antiguas películas clásicas o importantes obras maestras, nos llega uno más de ellos en este trabajo realizado por Martin Brest.
La historia que nos presenta se inspira en una obra de teatro de los años veinte que ya fue adaptada al cine en 1934 por Mitchell Leisen con el título de La muerte de vacaciones.
La idea fundamental era que la Muerte quería conocer por qué los humanos le tenemos tanto miedo.
Aquí la historia se alarga algo más, ya que no sólo viene para llevarse a un honrado magnate en su 65 cumpleaños, sino que además éste le sirva de cicerone para conocer los placeres de este mundo.
Lo inesperado es que se enamora de la hija del millonario y la cuestión está en cómo resolver el caso.
En este film no se trata de copiar plano a plano el anterior, ya que la corta duración de 76 minutos del primero no tiene comparación con los 178 minutos del segundo que se mete en otras cuestiones, aunque tampoco se alarga por profundizar mucho en el tema e incluso cae en algunas ingenuidades muy americanas como que a la Muerte le guste tanto la crema de cacahuetes y que a pesar de su supuesta experiencia a veces ignore cosas fundamentales.
La cinta da ocasión a poder contemplar un buen trabajo, una vez más de Anthony Hopkins, de complacer, por larga permanencia en pantalla, a las fans de Brad Pitt y su romance con Claire Forlani y de que conozcamos a un Martin Brest muy distinto al de comedias como Huida a medianoche (1988), Superdetective en Hollywood (1984) o Esencia de mujer (1992), otro remake también bastante distinto al Perfume de mujer (1974), de Dino Risi, dirigiendo acertadamente esta alargada producción fotografiada con un cuidado exquisito.
El resultado es aceptable y tal vez no se mereciera tan frontal rechazo como ha recibido esta película en su país de origen.
Nominado al Oscar Anthony Hopkins, Claire Forlani y la música.
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