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CRITICA
Por: PACO CASADO
Sorprendentemente esta película tuvo éxito en su país, entre otras cosas porque las comedias son preferidas por las gentes de color que con seguridad fueron a verla.
En España pasan desapercibidas, porque no hay esa clase de población.
Y también porque es una modesta producción, hecha con poco presupuesto y con casi un escenario único, el de la barbería del título, lugar de reunión de los parroquianos negros del barrio. En este sentido recuerda a Smoke (1995), con la diferencia de que allí era un estanco.
Cuenta lo que sucede durante un día en una barbería del sur de Chicago.
Marvin acaba de heredarla en dificultades de su difunto padre, pero él tiene el sueño de montar una discográfica y quiere venderla, ya que le supone una carga para él.
Tras entrar en contacto con los empleados y los clientes que por ella desfilan le hacen cambiar de opinión, aunque está a punto de perderla a manos de un gángster que va a montar allí un club de alterne.
Esta historia se mezcla con la de unos chapuceros chorizos que han robado un cajero automático y las vicisitudes que pasan para abrirlo, que realmente no aporta nada al tema central del film.
En realidad tampoco es que ofrezca muchas más novedades que las sit comedy que acostumbra a ofrecernos la televisión, donde las charlas abarcan todos los temas, desde la política al sexo, pasando por la música o las mujeres.
La virulencia sarcástica de algunos diálogos produjo protestas de la comunidad afroamericana.
El interés se centra en la variedad de los clientes con una riqueza de tipos, frescos y espontáneos, de una gran veracidad en lo que nos cuentan, como la lucha por la liberación y los derechos civiles de los negros, el asesinato del Presidente Kennedy o de Martin Luther King.
Premio de la Asociación de críticos de Washington al reparto.
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