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CRITICA
Por: PACO CASADO
Con títulos referentes a la caza hay muchos a lo largo de la historia del cine, una veces se utiliza para referirse a matar animales y otras con referencia a las personas, según el adjetivo que se le ponga detrás.
Así podríamos citar desde La caza (1965), de Carlos Saura que comienzan matando conejos y terminan matándose entre ellos, con lo que aquí coinciden la doble vertiente.
Después hay otros títulos como Caza implacable (1971), Caza humana (1970), etc. que se refieren a la persecución por algún representante de la ley en busca de uno o varios fugitivos o delincuentes.
Pero la película que comentamos tiene un precedente más claro en El malvado Zaroff (1932), de Irving Pichel y Ernest B. Schoedsack, en cuyo argumento se trata de cazar a un buen número de personas que han sido secuestradas y dejadas sueltas en un bosque como víctimas y objetivo de dicha caza.
En 'La caza' (The hunter) (2020) es algo similar, ya que también han sido elegidas doce personas, por diversos motivos de lugares muy diferentes, sin conocerse entre ellos, que se despiertan en un prado, sin saber dónde están ni cómo llegaron allí, con una mordaza en la boca, que ni saben que son las víctimas para una cacería humana.
En el centro hay un gran cajón del que una vez abierto puede salir cualquier cosa, pero en este caso es un cerdito y todo un arsenal de armas de todas clases para que se defiendan o se maten entre sí, cuando apenas abierto alguien oculto empieza a disparar contra todos ellos.
Los que no han caído en esos primeros disparos tratan de llegar a alguna parte y descubren una alambrada y tras saltarla algunos más caen y otros llegan a una gasolinera donde intentan informarse de dónde se hallan y de encontrar auxilio, pero resulta todo lo contrario hasta que llega Crystal, que descubre el pastel que se oculta tras el matrimonio dueño del establecimiento y así se convierte en la protagonista de esta historia en la que irá coincidiendo con algunos otros de los supervivientes.
Aunque el punto de partida puede ser, más o menos, del mismo corte, sin embargo el desarrollo es muy distinto, ya que aquí de entrada no se conoce a los cazadores y por otra parte los cazados tienen armas, aunque si son asesinados pronto de poco les sirven.
La trama tiene bastantes giros en los que va cambiando la trayectoria del argumento, unos son más creíbles, otros menos, algunos un tanto convencionales, como suele ocurrir en esta clase de historias.
En el último tercio hay un salto atrás de un año en el que, por fin, conocemos a los que han organizado todo esto y, como es previsible, también recibirán su justo y merecido castigo, aunque alguno no sea lo que en principio parecía.
El guion de Nick Cuse y Damon Lindelof, no hace referencia a ninguna procedencia, tiene puntos interesantes de suspense, pero sobre todo, está inundado de violencia y con varias escenas bastante gore mostradas de forma descarnada, nunca mejor dicho.
A lo largo de la trama se hace referencia a Rebelión en la granja, de George Orwell (el cerdito se llama con el autor).
En este sentido algunos críticos han querido ver en ella una referencia a la política norteamericana actual.
Craig Zobet tiene en su haber una docena de series de televisión, cortos y videos documentales y cinco películas de las cuales esta es la última que ha realizado y a la que le da un ritmo muy adecuado para que no se pierda en ningún momento el interés de la trama.
En el reparto se incluyen varios nombres conocidos como Hilary Swank, Emma Roberts, Amy Madigan, Wayne Duwal, aunque el protagonismo se lo lleva Betty Gilpin, una actriz que aunque tiene más de tres docena de títulos la mayoría son de series de televisión y apenas tres o cuatro films, por lo que no es muy conocida cinematográficamente hablando, pero encarna bien su dinámico y luchador papel.
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