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CRITICA
Por: PACO CASADO
Tras inaugurar la 23 edición del Festival de cine en español de Málaga, llega a las pantallas españolas 'La boda de Rosa' (2020).
Rosa vive en Valencia, es diseñadora de vestuario para el teatro y el cine, está a punto de cumplir 45 años y un día se da cuenta de que ha vivido siempre para los demás y decide marcharse, dejarlo todo y cambiar de vida.
Es madre soltera, tiene una hija, Lidia, que vive en Manchester con su marido John y tiene dos niños pequeños que son gemelos.
Rosa tiene dos hermanos, Armando, el mayor, y Violeta.
El primero está separado de Marga y tiene dos hijos y una escuela de idiomas, que tiene el proyecto de poder ampliarla.
Pero para ello piensa vender el taller de corte y confección que tenía su madre en Benicàssim.
Violeta, por su parte, es traductora, trabaja de intérprete en los congresos, conoce tres idiomas, pero un día la echan del trabajo debido a la bebida.
Rosa decide dejar su trabajo, marcharse de Valencia, trasladarse a Benicàssim y abrir el taller de su madre y para cambiar de vida decide "casarse con ella misma" en una ceremonia íntima con sus hermanos, su padre y su hija.
Pero a nadie le ha dicho de que no hay novio, sino ella sola, y Armando, ha montado una boda por todo lo alto, en el Ayuntamiento, con la banda de música del pueblo, etc.
'La boda de Rosa' (2020) es una película algo diferente a las que hasta ahora ha realizado Icíar Bollaín, un drama un tanto disparatado, no exento de crítica social, con algunas gotas de comicidad, que trata temas serios con humor y emoción, una especie de comedia absurda, con situaciones divertidas y todo ello basado en el hecho imposible de una boda con ella misma, sin novio.
Hay un comienzo con una cámara un tanto alocada, a mano, pero después se serena, algo que no caza con el resto de la realización que va mejorando de menos a más.
En esta ocasión Icíar Bollaín no ha contado con su pareja sentimental Paul Laverty a la hora de hacer el guion, algo que se nota en el logro final, sin embargo lo ha hecho con Alicia Luna con quien escribió el de Te doy mis ojos (2003) que es de lo mejor que ha hecho hasta ahora, con el que consiguió numerosos premios.
Por otra parte tal vez ha querido emparentar el film con esa corriente feminista del me too que tanto se lleva ahora en la que se le da a la mujer su sitio cada vez más.
En ese sentido ha contado con una Candela Peña muy madura, perfectamente encajada en su papel, como pocas veces la hemos visto tan centrada en el personaje que interpreta, tratando de que los espectadores se crean a la mujer que está representando, que no está loca, simplemente decide romper con ese vínculo de dependencia con su familia, tomar sus propias decisiones y decir no de vez en cuando.
Ayudan a ello grandemente el buen hacer de veteranos como Ramón Barea y Sergi López, así como no menos interesante la labor de Nathalie Poza o el descubrimiento de la joven Paula Usero.
Hay de fondo otro problema y es el de los mayores, en este caso Antonio el padre de Rosa, viudo desde hace dos años, jubilado, que vive solo, que acude a Rosa cuando necesita ayuda, mientras que los otros hermanos escurren el bulto en todas las ocasiones, hasta que un día decide irse a vivir con Rosa y ello es la gota que desborda el vaso.
Además toca temas como la autoestima, el cuidarse de uno mismo frente al egoísmo de los demás que a veces abusan de esa entrega generosa, estando siempre dispuesta a hacer un favor.
Esta situación es frecuente que suceda en algunas familias, en las que siempre hay alguien que cargar con el muerto, en el buen sentido, mientras que los demás se despreocupan del problema de cargar con ellos y en algunos casos los incluyen en una residencia.
El hecho de tener algunas partes subtituladas le puede perjudicar a la comercialidad de la misma.
Biznaga de plata especial del jurado y mejor actriz de reparto a Nathalie Poza en el Festival de cine en español de Málaga.
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