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CRITICA
Por: PACO CASADO
Esta es la historia de tres mujeres de distintas generaciones que se unen para sacar adelante el establecimiento a que alude el título, al tiempo que rinden homenaje a una de ellas que falleció antes de que su sueño se hiciera realidad.
Clarissa es una joven que trata de cumplir el sueño de Sarah, su madre, de abrir una pastelería en el barrio londinense de Notting Hill, para lo que alquila un local en compañía de su amiga Isabella, de 34 años.
Pero antes de poder abrir, Sarah muere en un accidente de tráfico.
A Clarisa, que estudia ballet, le deja su novio, Alex, con el que compartía piso y ha de irse a vivir con su excéntrica abuela Mimi, una mujer separada, que en su juventud fue artista de circo, que vive sola, a la que pide alojamiento y al mismo tiempo la implica para que ocupe el lugar de Sarah y aporte además financiación.
Sarah era la chef que se iba a encargar de la confección de los dulces productos y al faltar ella buscan a alguien que se pueda encargar de esa labor y se presenta Matthew, que se formó en la misma escuela de Isabella y con la que tuvo en el pasado algún affair, como también sucedió con Sarah.
En su memoria le ponen su nombre a la pastelería, Love Sarah (Amada Sarah), que también le da título original a esta producción típicamente británica.
Junto a la tarea de sacar adelante la pastelería, nada fácil al comienzo, hay otras historias sentimentales paralelas que adornan el tema cantral del film, que además aportan cierto interés y suspense al relato.
Se trata de una historia de superación de estas tres mujeres que se marcan un objetivo y que luchan contra viento y marea para lograrlo, venciendo sus diferencias con tal de poder cumplir ese sueño que todas tienen en común.
No les vence el dolor de haber perdido a un ser querido sino que lo toman como algo positivo que les anima a luchar en su nombre.
Es un ejemplo de cómo seguir adelante a pesar de la adversidad.
Es de destacar su ambientación en la ciudad de Londres en la que habitan ciudadanos de muchas partes del mundo, de nacionalidades y costumbres muy diferentes, lo que influye decisivamente en el desarrollo argumental y el progreso del negocio.
Eso mismo se produce en Eliza Schroeder, directora inglesa, pero criada en Alemania y casada con un francés, que actualmente vive en Londres, cuyas vivencias se incluyen también en la historia a la hora de mostrar sentimientos como superar la pena y el dolor, tratando de salir adelante, forjando una gran amistad.
Se reunen así tres generaciones de mujeres que luchan por sacar adelante el negocio, al tiempo que cumplen el deseo de la fallecida Sarah, mientras va surgiendo una gran amistad entre las tres a pesar de tener distintas edades.
Para su directora, Eliza Schroeder, también supone una superación, ya que se trata de su ópera prima en la que ha tenido que luchar para sacar adelante un guion que tenía escrito hace bastante tiempo que, aunque no tenga mucha materia prima en sí, sin embargo va encontrando temas que lo adornan y quedan bien conjuntados, reflejando la lucha de estas tres mujeres.
Aunque el devenir de la narración sea algo lento, tampoco se trata de una comedia ideada para reir, sino un drama sencillo que cumple sus funciones.
Es interesante la elección del ajustado casting de los actores, al frente del mismo se encuentra la veterana Celia Imrie en el papel de la simpática Mimi, junto a la juventud de Shannon Tarbet y la serenidad y aplomo de Shelley Conn, mientras que los personajes masculinos quedan en un segundo plano, ya que esta es una cinta de mujeres y en defensa de las mismas, demostrando de lo que son capaces de hacer y la fuerza que adquieren cuando luchan juntan por un mismo afán, como es este el caso.
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