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CRITICA
Por: PACO CASADO
El matrimonio de emigrantes coreanos norteamericanos compuesto por Jacob Yi, su esposa Monica su hija adolescente Anne y su hermano el pequeño David de siete años, que padece del corazón, se marchan de California a un nuevo estado, a una zona rural de Arkansas, donde el marido ha adquirido una gran extensión de terreno con la idea de instalar allí una granja para cultivar y vender frutas y verduras coreanas destinadas a la población de esa nacionalidad que recibirán con agrado los frutos de su país, y poder cumplir así su anhelado sueño americano.
A la llegada a la esposa no le hace mucha gracia, ya que lo único que se encuentra allí es una extensa casa prefabricada que parece un gran camión trayler.
Todo ello ocurre a mediados de los años 80, cuyos comienzos son duros y suponen todo un desafío, con tener que aclimatarse a costumbres y valores distintos a los de sus orígenes.
Poco a poco el esposo adquiere primero un tractor, recibe la ayuda de Paul, un hombre muy religioso, y con el tiempo hace un pozo para poder regar la plantación de verduras que ha sembrado.
Entre tanto Monica, con pocas esperanza en su esposo, trabaja en un criadero de pollitos seleccionando los machos de las hembras.
También llega Soon-ja la madre de Mónica que como abuela a David no le acaba de caer bien del todo, es una mujer malhablada pero cariñosa para con el niño.
Es la historia de esta familia, su adaptación a las costumbres americanas y al nuevo terreno, con la constante crisis de la pareja, la falta de agua, el esfuerzo ante la dificultad para vender la cosecha, su asistencia al servicio religioso, la enfermedad de la abuela, la educación de los hijos, la relación con los habitantes del pueblo cercano, la asistencia al hospital para la abuela y para David, el sacrificio entre los cónyuges, son algunos de los temas que se tocan en esta película.
Es como un mensaje de esperanza y de amor entre el matrimonio en el que se plantean el tener éxito en el propósito llevado a cabo o permanecer juntos, teniendo que hacer frente a las eventualidades.
Como curiosidad digamos que la palabra minari del título original de este film alude a una planta que unos lo asemejan al berro, otros lo llaman el perejil japonés, e incluso algunos lo consideran el apio chino, que crece en tierras con abundante agua que se utiliza para hacer sopas, sazonar la comida e incluso se emplea como medicina.
La narración se lleva a cabo a un ritmo pausado, con cierta querencia oriental, sin que ocurran hechos realmente relevantes que llamen la atención, salvo en los metros finales, lo cual no le quita interés a sus imágenes.
El guion de Lee Isaac Chung, hijo de inmigrantes coreanos, tiene un carácter autobiográfico con algunas escenas dotadas de una cierta humanidad, mezcladas con comicidad y otras más dramáticas para esta historia familiar, que es su cuarto largometraje de ficción como director con una puesta en escenas bastante correcta y convincente, hecha con honestidad y humildad, sin muchas pretensiones, pero a la que creemos que le sobran minutos.
En la actuación los distintos personajes están bien, sin alardes y sin que ninguno destaque de los demás entre los que hay amor y solidaridad.
Globo de oro a la mejor cinta en idioma no inglés. Premio AFI. Premio Jimmy Stewart y del público en el Festival Heartland. Premio del público en el Festival de Middleburg. Premio a mejor guion, para Yuh-jung You y Top Ten de la NBR. Premio del jurado y del público en Sundance. Nominada a seis premios de la Academia de cine británica.
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