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CRITICA
Por: PACO CASADO
En estos tiempos que atravesamos, las producciones de animación siguen siendo la tabla de salvación que están manteniendo de alguna manera las salas comerciales de cine, ya que son a las que acuden más espectadores, especialmente los menores, lo cual es bueno ya que pueden ser el público del futuro.
Pero es que a veces esas películas ni siquiera se estrenan en cine, sino que van directamente a las plataformas, como es el caso de ésta, desaprovechando así una forma más de ingreso, puesto que habrá tiempo de pasarlas a esa nueva forma de exhibición, que nada tiene que ver con la tradicional de verlas en pantalla grande.
Esta es la historia de Katie, una joven artista inadaptada, incomprendida, fanática del cine, y de su tan disfuncional como entrañable e imperfecta familia de clase media, muy peculiar, compuesta por Rick, el padre, un amante de la naturaleza que no sabe nada de las nuevas tecnologías, su optimista madre Linda, su estrafalario hermano pequeño Aaron, apasionado de los dinosaurios, y el encantador Monchi, el perro mascota de la familia, protagonista de los videos de Katie.
Ella, es una chica muy creativa, que ha sido aceptada en la escuela de cine de California, que desearía estar más apoyada por su propio padre, que pasa de ver sus videos, por lo que hay una cierta ruptura entre ambos.
El padre cree que si su hija se va, ya nunca volverá, por eso cancela su vuelo y decide que toda la familia debe acompañarla durante el viaje por carretera para su ingreso en la universidad.
Durante la realización del viaje, desde su hogar en Kansas hasta la facultad en California, de repente se encuentran en medio de una especie de apocalipsis, ya que los robots de Pal Lab han capturado a Max Bowman, su creador, y tratan de invadir todo el mundo.
Debido a ello han de luchar para defenderse muy unidos para salvarse y, sin pretenderlo, acabarán convirtiéndose en la última esperanza para la humanidad, aunque su hazaña no termine por figurar en los medios televisivos con su minuto de gloria.
Dos robots estropeados se ponen del lado de la familia, mientras que Linda, la madre, se revela como un auténtico furor contra los robots.
Ellos son los raros vecinos, los salvadores del planeta Tierra.
Hay en todo momento un gran sentido del humor a lo largo de la aventura que vive la familia, como también exite una visión de las relaciones paterno-filiales.
La base argumental no es suficiente y la historia queda casi en una simple anécdota, simplemente sustentada por un montaje dinámico que hace que el espectador no pestañee en ningún instante de la acción.
Entre tanto se combina la parodia y la sátira con una crítica abierta a la sociedad actual y las nuevas tecnologías a las que estamos constantemente enganchados, sobre todo a las redes sociales que han copado nuestras vidas.
Esta vez se han hecho cargo de la puesta en imágenes Mike Rianda y Jeff Rowe, que supone su debut en la dirección de un largometraje, tras hacer realizado algún corto o serie de televisión, en el que no tratan de buscar la perfección sino de ofrecernos esta trepidante y fantástica aventura con la vertiginosa acción propia de los videojuegos pero siempre sin olvidar de exaltar a la familia unida que es lo primero.
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