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CRITICA
Por: PACO CASADO
Una vez más se da el hecho de que una película realizada con un escaso presupuesto resulta tremendamente rentable en la taquilla.
Eso fue lo que sucedió con Escape room (2019) que tras costar nueve millones de dólares terminó recibiendo más de 150 millones en la recaudación mundial.
Ello originó que rápidamente las mentes pensantes se pusieron a idear otro argumento más o menos parecido para ver si esta segunda entrega producía el mismo o superior beneficio y así se ha hecho esta historia.
Seis personas, Zoey, Ben, Amanda, Nathan, Rachel y Briana, sin saberlo, en encuentran en un vagón del metro que alcanza una gran velocidad, se desengancha de los demás y termina en una estación solitaria con la particularidad de que no hay manera de abrir las puertas del vagón, solo buscando unas claves.
El vagón termina electrificado y en una bolsa hallan una picaporte metálico que hay que aislar para no morir electrocutado.
Pronto se darán cuenta de que todos son supervivientes de haber participado en un juego de salas de escape anterior y que los han querido reunir para enfrentarlos en Un torneo de campeones que es la traducción del subtítulo del original de esta segunda entrega para ver quien es el más listo de todos.
De nuevo se encuentran encerrados en una serie de salas de escape descubriendo lentamente lo que tienen en común para poder sobrevivir y apoyándose los unos en los otros aportando ideas para conseguir el objetivo final.
Esto no es más que el principio para terminar en una de esas habitaciones de escape, en las que tener que pasar muchas pruebas, de buscar las claves para poder ir sorteando el no morir en el empeño y siempre luchando contra el reloj lo que hace que en algunos momentos se haga realmente estresante y angustiosa.
Esta es una secuela de la película anterior Escape room (2019) en la que se vuelve a repetir el mismo esquema, idéntico juego con otras variantes y otras personas, con el mismo ingenio a la hora de crear las pruebas, que es lo más interesante de este film en el que siempre juegan contra el tiempo, pero también con la misma inverosimilitud con la que salen adelante en las distintas trampas, aunque algunos vayan cayendo por el camino, otros que se creían muertos vuelvan y así llegar a un final feliz y previsible a pesar de todo.
Esta es como una continuación de la anterior y así tiene una especie de prólogo rápido con imágenes de la primera y con la pareja que sobrevivió que se ve nuevamente metida en esta otra historia de supervivencia.
Cinematográficamente tiene el mismo valor que la anterior, ya que es el mismo director Adam Robitel, con parte del mismo equipo, por ejemplo, la fotografía, la música y la pareja protagonista, aunque esta vez el guion está escrito por cuatro personajes distintas, aunque apoyándose en la misma idea y esquema de la primera.
Robitel no aprendió de la otra que tiene que llevar una realización más pausada ya que no da tiempo a enterarse de qué es lo que hay que buscar y disfrutarlo cuando se encuentra, prolongando un poco el tiempo, en definitiva.
A quien le gustara la primera en esta segunda encontrará más de lo mismo, sin que mejore lo anterior.
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