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CRITICA
Por: PACO CASADO
El Universo cinematográfico Marvel sigue aportando nuevos héroes a los argumentos de las producciones recientes que se están realizando en los últimos años, como en este caso ocurre con Shang-Chi, el primer superhéroe asiático-americano, un personaje bastante oscuro creado para los comics en el año 1973 cuando se puso de moda a través de la televisión el Kung Fu y las artes marciales y con la llegada a las pantalla de Operación Dragón (1973) y todos los títulos que vinieron detrás.
Shang-Chi, un maestro del Kung Fu y experto en armas, se ve obligado a enfrentarse a un pasado que creía que ya había olvidado y dejado atrás cuando se ve envuelto en la red de la misteriosa organización de los Diez Anillos, dirigida por Xu Wenwu su padre, que quiere recuperar cosas que le arrebataron en el pasado.
La acción comienza en el año 1996 en la ciudad de San Francisco donde el protagonista trabaja aparcando coches en un hotel de lujo y unos asesinos le roban un colgante que le dio su madre cuando era apenas un adolescente.
En su interior quedan los traumas que sufrió en el pasado cuando su padre lo quiso convertir en un asesino, como él, pero también vivió momentos positivos de los que no tiene memoria, aunque tendrá que aprender a quererse tal como es y a utilizar las habilidades que tiene como luchador de artes marciales.
Su padre era un malvado terrorista, ahora arrepentido de su pasado, tras la muerte de su esposa.
En compañía de su amiga Katy, Shang-Shi Katy, hace un viaje a Macao para avisar a su hermana Xo Xialing del peligro que corre que también a ella le roben su colgante.
En una pelea que tiene en el interior de un autobús alguien lo grabó y lo subió a las redes sociales y así Shang-Chi adquirió un cierto nombre y lo invitan a combatir nada más llegar.
Cuando su contrincante sale para enfrentarse a él descubre que es su propia hermana que es la propietaria del club de lucha.
A partir del último tercio, cuando la aventura llega al pueblo de Ta Lo, el film adquiere otra dimensión y entra como en una especie de fantasía de un reino misterioso y oculto con el uso de extraños objetos antiguos.
A lo largo de la trama hay ocasión para el lucimiento de varias luchas de artes marciales, no sólo la de la pelea en el autobús en marcha a toda velocidad, antes mencionada, sino también la que se establece en los andamios de un edificio en construcción en Macao verdaderamente espectacular lo que hará feliz a los seguidores de este género de cine ya que hacía tiempo que no se veía una historia en la que tuvieran lugar estos enfrentamientos, resultando aquí la lucha final demasiado excesiva.
A nuestro entender el uso de los flash backs para mostrarnos la infancia del protagonista frena el ritmo en algunos momentos.
El cineasta hawaiano Destin Daniel Cretton, del que recordarán Las vidas de Grace (2013) es el encargado de dirigir esta historia sacando a relucir la humanidad del superhéroe y obteniendo partido de las escenas espectaculares, tanto de luchas de artes marciales como en las fantasías del final.
En cuanto a la interpretación Simu Liu no acaba de convencernos como superhéroe, superado por Awkwafina, y sobre todo por los dos veteranos, Tony Leung y Michele Yeoh.
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