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CRITICA
Por: PACO CASADO
Las ideas siguen escaseando en el cine americano por ello si una película tiene éxito en seguida se produce una secuela de ella e incluso pasado el tiempo se vuelve a tomar el personaje, como ocurre en esta ocasión que comentamos que tras iniciarse la historia en Candyman. El dominio de la mente (1992), generó una secuela Candyman 2 (1995).
Ahora transcurrido tantos años se resucita otra vez el personaje y se vuelve de nuevo a hacer un remake de la primera para lo que no es necesario conocer las anteriores.
Desde hace años los residentes de las viviendas de protección social del barrio de Cabrini Green (Chicago) viven realmente aterrorizados por una fantasmagórica historia de un supuesto asesino en serie, que se ha ido transmitiendo de una generación a otra.
Entre ellos están Anthony McCoy, un pintor de raza negra que tiene una crisis de creación, y su novia, la galerista Brianna Cartwright, que viven ahora en un loft de lujo. un día se reúnen con Troy. el hermano homosexual de Brianna, para presentarles a su nueva novia.
En el transcurso de la reunión le cuenta la verdadera historia de terror de la leyenda de Candyman, el vengativo hombre manco con un gancho en el brazo a modo de mano que siembra el terror con sus crímenes.
Anthony es pintor y un día sale a dar un paseo y hacer unas fotografías a unas casas adosadas que quedaron en el barrio que están deshabitadas que formaban parte de proyectos antiguos y allí se encuentra con William Burke, que le insiste en la leyenda de Candyman que le dice que si se pronuncia cinco veces el nombre ante un espejo, éste aparece.
Anthony hace una exposición con sus pinturas y una de ellas la titula Di mi nombre en la que hace referencia a Candyman, la encarnación del mal.
En el catálogo cuenta la historia y tras el cierre una persona sigue las instrucciones.
A partir de ahí una secuencia de nuevas muertes se vuelven a producir, pero ahora con una mirada espiritual, en el actual transformado barrio del lado norte de la ciudad de Chicago, el mismo donde comenzó la leyenda.
La directora afroamericana Nia DaCosta es la responsable de la realización de este film en el que demuestra tener bastante imaginación a la hora de componer las escenas sangrientas y de mayor terror, pero sin recrearse demasiado en el morbo y la violencia que éstas producen.
El guion escrito por Win Rosenfel, la directora Nia DaCosta y Jordan Peele, el director de Déjame salir (2017), en el último tercio se hace un tanto confuso y lo que tendría que ser una subida en la tensión del espectador, produce el efecto contrario, eludiendo los sustos a base de golpes sonoros fáciles aunque el resto se sigue con cierto interés.
En cuando a la música que ha compuesto en esta ocasión Robert Aiki Aubrey Lowe nos resulta demasiado machacona en sus principales compases.
La interpretación de los actores es más o menos correcta recayendo el peso de la misma en Yahya Abdul-Matee II, actor al que vimos recientemente en El juicio de los 7 de Chicago (2020).
Premio a Nia DaCosta en el Festival de Palm Springs 2021.
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