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CRITICA
Por: PACO CASADO
En 1969 se celebró uno de los juicios más populares e injusto de la historia de los Estados Unidos, en el que siete individuos fueron juzgados tras ser acusados de conspirar en contra de la seguridad nacional, incitación a la revolución y enfrentamientos violentos con la policía, que replicó con excesiva violencia y gases lacrimógeno, cuando en realidad lo único que pretendían era hacer una protesta, defender los derechos civiles mediante una manifestación pacífica, durante la celebración de la Convención Nacional del partido Demócrata de 1968 en Chicago, por varias organizaciones como la de los Estudiantes por una Sociedad Democrática, los integrantes Yuppies, los Panteras Negras aunque éstos no estuvieron en el incidente, entre otras, para parar la guerra de Vietnam, donde estaban cayendo muertos tantos soldados jóvenes, que fueron acusados por la administración hostil de Nixon.
Este hecho traería una serie de conflictos sociales como otras manifestaciones y movimientos ciudadanos, que pasarían a la posteridad en una época de grandes cambios en todos los niveles del pueblo norteamericano.
Cinco meses después de la convención, el 24 de septiembre de 1969 comenzó el juicio, que duró casi seis meses, presidido por el juez Hoffman contra siete de esos manifestantes activistas, como representantes de las distintas organización que protestaron, para los que se pedía la condena de diez años de prisión.
Entre los acusados estaban Tom Hayden, Bobby Seale, Jerry Rubin, Abbie Hoffman, David Dellinger como más destacados, así como dos manifestantes John Froines y Lee Weiner que fueron absueltos.
Durante la celebración del juicio se produjeron algunos altercados en la sala teniendo que suspenderse en varias ocasiones por las constantes protestas de Bobby Seale, el representante de los Panteras Negras por no contar con la presencia de su abogado por estar enfermo y no poder ser defendido legalmente, llegando a ser esposado y amordazado y devuelto a la sala, algo que es ilegal.
Finalmente fueron condenados a cinco años de prisión, pero el juicio fue anulado.
Todo esto y mucho más, que está en las páginas de los periódicos, es a grandes rasgos algo de lo que nos ofrece esta película que en este caso no se trata de juzgar ningún crimen, robo o asalto a un banco, sino de un juicio político, aunque legalmente no existe ese término en las leyes, pero así se consideró.
Este film padece el mismo problema de todos los de su género, que es muy difícil resumir en algo más de dos horas las muchas que se emplearon en los más de cinco meses que duró el famoso juicio.
A lo largo de la trama se echa mano del recurso de representar en imágenes algunas de las declaraciones mediante flash back e igualmente se utilizan imágenes de archivo de los sucesos reales mezcladas con la filmadas para la cinta.
Aaron Sorkin, el estupendo guionista de Algunos hombres buenos (1992) es el encargado del guion y de la dirección de esta película y lo hace por segunda vez con un guion propio con una primera parte en la que conocemos a los protagonistas manifestantes, los abogados y fiscales, para después entrar en materia.
Adquieren especial protagonismo Eddie Redmayne y Sacha Baron Cohen por el lado de los acusados y por la parte legal Mark Rylance como el abogado defensor, el fiscal que interpreta Joseph Gordon-Levitt y el juez que encarna Frank Langella.
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