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CRITICA
Por: PACO CASADO
El director norteamericano nacido en Houston (Texas) Wes Anderson, que suele tener un gran predicamento entre la crítica y posiblemente también de la industria como lo demuestra que ha sido nominado en siete ocasiones al Oscar por un motivo o por otro, lleva realizadas diez películas y en casi todas ha levantado alguna polémica o motivo de discusión.
A pesar de poseer estudios de arquitectura, sus obras no tienen nada que ver con el rigor y la exactitud que se exige en esa su otra profesión o titulación, porque creemos que nunca ejerció como tal.
Es un director al que no se le puede negar la originalidad de sus films que por su estilo quizás tengan más que ver con un cine europeo que norteamericano en muchos momentos.
Un ejemplo de ese aparente caos o falta de rigor que suele haber en su obra puede ser muy bien esta su última cinta 'La crónica francesa' (2020).
La acción se sitúa en la (ficticia) ciudad francesa de Ennui-sur-Blasé, a mediados del pasado siglo, donde está emplazada una sucursal de un periódico norteamericano The French Dispatch Magazine, dirigido por Arthur Howitzer jr. en el que se suelen escribir, por los distintos redactores y reporteros, crónicas y artículos de lo que ocurre en la ciudad y así se nos ofrecen varias muestras que es lo que constituye el argumento de esta historia.
La primera es la de un pintor, Moses Rosenthaler, que es un asesino, que se hace famoso desde la cárcel con sus cuadros, enamorado de una de sus guardianas, Simone, convertida en su musa, con un estilo muy personal que se disputa su clientela.
Otra es la revisión de un manifiesto en tiempo de revueltas estudiantiles y barricadas, encabezadas por el soñador Zeffirelli y la joven Juliette, que muy bien puede recordar o inspirarse en el famoso mayo francés.
Y la tercera tiene un cierto aire policiaco con algo de suspense con el secuestro de Gigi, el hijo del comisario de policía.
Todas ellas poseen una cierta originalidad y aunque nada tienen que ver una con la otra, como si fueran cortos independientes, están unidas por el hecho de pertenecer a los redactores y reporteros de ese periódico o revista.
El conjunto constituye un homenaje al mundo del periodismo de otra época y en cierto modo al cine francés que conoce bien Wes Anderson de su estancia en Francia algún tiempo lo que posiblemente haya influido en su obra, de ahí lo que su cine tiene de europeo en algunas ocasiones.
No hay que negarle la originalidad al cine que hace Wes Anderson que puede interesar más o menos y que posiblemente no sea muy del agrado del gran público, ya que sus películas nunca han batido ningún récord de taquilla y no a todo el mundo le gusta su cine.
Aquí podríamos decir que utiliza bastantes recursos desde el uso del blanco y negro en muchas de sus escenas que rápidamente pasan a ser en color, el ancho de pantalla, la voz en off, los subtítulos al cambiar de idioma en cualquier lugar del encuadre, los dibujos animados, hasta el desplazamiento de decorados en lugar de mover la cámara o el maquillaje de los actores que a veces apenas si son reconocidos, para ir acorde con la época, por lo que cualquier cosa te puede sorprender de forma inesperada.
Hay momentos que recuerdan al cine de esa época en la que se sitúa la historia que se nos cuenta.
No cabe duda de la eficacia de cada uno de los notables actores que componen el amplio reparto que constituye su elenco interpretativo, bien arropados por el vestuario de la cuatro veces ganadora del Oscar Milena Canonero o la música del dos veces oscarizado Alexander Desplast.
Con una meticulosa puesta en imágenes de Anderson, unas historias pueden interesan más que otras, según lo gustos del espectador, pero su cine no por ello deja de tener interés, lo que lo hace esta vez un tanto irregular.
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