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CRITICA
Por: PACO CASADO
Ambientada en un mundo donde los robots se han convertido en los mejores amigos de los niños, cuenta la historia de Barney Pudowski, un chico de once años, que no es muy buen estudiante de secundaria, que vive con su padre y su anticuada abuela búlgara, tras la muerte de su madre, en un pequeño pueblo de California.
Barney no tiene amigos y los compañeros de su escuela se burlan de él con bastante frecuencia hasta el punto de que su padre invita a toda su clase el día de su cumpleaños y no acude ninguno, y en su lugar le gastan una broma enviándole un paquete con un robot de mentira.
Todos tienen un B Bot, que llevan a la escuela, menos él.
Finalmente al día siguiente de su cumpleaños su padre le regala uno, con algún defecto ya que no tiene mucho dinero, con el que hace una amistad que no es frecuente, con Ron, que así ha decidido llamarlo.
Pero pronto descubre que su amigo robot no funciona del todo como es debido ya que anda, habla y se conecta digitalmente porque posiblemente haya salido dañado de la tienda donde lo compró su padre o en el transcurso a su casa.
El mal funcionamiento de Ron hace que un día éste le destroce literalmente su cuarto.
Este inconveniente hará que Barney trate de educarlo y enseñarle cómo debe comportarse y eso los lanza a un viaje en el que aprenderán en qué consiste la verdadera amistad, aunque ésta sea entre un ser humano como Barney y un aparato mecánico como Ron, pero también se meten en algún que otro lío que hace que Ron sea mandado en un momento determinado a ser destruido, pero Barney tratará de salvarlo en esta divertida aventura.
Ciertamente es un argumento un tanto original, ambientado en un mundo futurista, pero no obstante sirve para demostrar hasta donde puede llegar una verdadera amistad aunque sea entre dos seres tan diferentes.
A pesar de su longitud de metraje de 106 minutos, que no es muy habitual en producciones para niños, dado la cantidad de entretenidas peripecias que ocurren a lo largo de la trama, no debe hacerse notar para los espectadores que no sean muy pequeños, ya que está llevaba a un buen ritmo, lo que hará que posiblemente unido a algunos momento de humor los espectadores adultos no se aburran.
La animación es simple, no ofrece ninguna novedad ya que se hace más o menos igual en todas las cinematografías de cualquier país con una bonita paleta de colores lo que le ayuda a la emoción y el suspense que en algunos momentos tiene esta historia, en la que de paso también se muestra cómo la familia se preocupa por hacerlo feliz dentro de su desgracia de no tener mucho dinero, ni tampoco amigos de carne y hueso.
De todo ello se pueden sacar algunas lecciones para la infancia en referencia a su relación con las nuevas tecnologías que hace que actualmente estén demasiado enganchados a los móviles y otras técnicas de juego que hacen que no se junten con otros niños como en tiempos pasados practicando deportes y otra clase de juegos al aire libre mucho más sanos.
Se trata de la primera película del estudio inglés de animación Locksmith con la que parece que ha caído bien a la audiencia infantil a juzgar por los resultados obtenidos en la taquilla.
Jean-Phillipe Vine, Octavio E. Rodríguez y Sarah Smith un trío poco experimentado, se encargaron de escribir el guion y de llevar a cabo la dirección de este largometraje con una animación y diseño de Ron sencilla y elemental.
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