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CRITICA
Por: PACO CASADO
Tras pasar por la sección oficial a concurso de la Mostra de cine de Venecia y un par de festivales más, llega hasta nosotros 'Spencer' (2021), de Pablo Larraín, que nos ofrece un aspecto de la personalidad de la princesa Diana de Gales, también conocida como Lady Di o la princesa del pueblo, primera esposa del príncipe Carlos de Inglaterra.
El título no nos parece el más adecuado ya que es un simple apellido que no dice nada si no se sabe que es el de Diana Spencer.
No se trata de una biografía de esta persona, sino de una parte de su vida, de unos días que transcurren durante las vacaciones de Navidad en el año 1991 que las pasa en compañía de sus hijos, William y Harris, y de la familia real, en su finca de Sandringham en Horfolk, Inglaterra, en los que su espíritu rebelde y deseos de libertad frente a la rigidez de los protocolos de la corona británica han de someterse a las tradiciones que rigen en esos momentos, en los que ha de pesarse, mantener las cortinas cerradas para evitar a los fotógrafos, no salir a pasear sola, cambiar de vestido en cada comida y acto social, someterse a la puntualidad de acudir a los encuentros oficiales, a los que por lo general suele llegar tarde.
Es en esos días en los que piensa en dejar su matrimonio con el príncipe Carlos ante el conocimiento de la infidelidad de éste con su ex novia Camila Parker, a lo que ella respondió con una relación con el mayor James Hewitt y una aventura con su guardaespaldas Barry Mannakee, hechos éstos que no figuran en la película, pero que aportamos en esta especie de crónica de sociedad.
El guion, no muy original, de Steven Knight nos cuenta esos momentos de aburrimiento, de hastío de la situación, de dudas, del aspecto psicológico de esos días de esta persona ante los hechos que están sucediendo, que resultan tan reiterativos como aburridos también para el espectador.
Incluye algunos momentos con la obsesión por el fantasma del personaje de Ana Bolena y su posible semejanza con ella en una situación similar pero distinta o sobre su infancia con el espantapájaros con la chaqueta de su padre que puede significar un cierto trastorno mental.
Ella tuvo la valentía de renunciar a la posibilidad de ser reina de Inglaterra en un futuro, al estar atrapada en un matrimonio sin amor, debido a su orgullo personal al ser traicionada en su matrimonio ante la infidelidad de su esposo.
El director chileno Pablo Larraín hace lo que puede con este drama íntimo y privado acercándose en lo emocional en el que parece no estar muy interesado.
Por otra parte resulta curioso conocer las costumbres de la realeza británica.
La banda sonora de Johnny Greenwood no nos parece la más adecuada con sus variaciones de jazz, trompeta y viola.
En cuanto a la interpretación nos parece acertado el trabajo que hace Kristen Stewart en el personaje de Diana por su aproximación a gestos y actitudes en unos momentos en los que se aburre y la pesadilla de las dudas le aturde, llevando la contraria en cosas que no son esenciales como el cambio de vestido programado porque no le gusta, por ejemplo.
A destacar también el sobrio trabajo que hace Timothy Spall en el papel de Mayor Alistar Gregory que le ponen para vigilarla y al mismo tiempo aconsejarle en su modo de actuar, así como Sally Hawkins la criada y amiga en la que ella confía.
En definitiva un ejercicio de estilo sobre la soledad.
Premio a mejor actriz para Kristen Stewart, en el Festival de Palm Spring.
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