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CRITICA
Por: PACO CASADO
Presentada fuera de concurso en la Mostra de cine de Venecia este thriller psicológico nos cuenta la historia de Eloise Turner, una joven apasionada de la moda, aspirante a ser diseñadora, que en sus sueños es capaz de entrar en la década de 1960 donde se encuentra con Sandie, una atractiva aspirante a cantante.
Ellie, que así prefiere que la llamen, es huérfana desde los siete años, en que su madre, debido a una enfermedad mental, se suicidó y a su padre no lo conoce, por lo que vive en el pueblo de Cornwall con su cariñosa abuela Peggy que la ha criado.
Un día recibe una carta con la aceptación de una academia de modas de Londres, ciudad que nunca ha pisado, y se traslada allí a una residencia de chicas, pero las compañeras se meten con ella y prefiere marcharse a una casa particular y la Sra. Collins le alquila una habitación y le impone unas determinadas reglas.
Quien piense que va a ver un thriller al uso se equivoca, por que el guion mezcla la realidad con los sueños de la protagonista que terminan finalmente por convertirse en auténticas pesadillas, que se hacen demasiado repetitivas.
Los sueños le sirven a Ellie como el espejo de Alicia para trasladarse a ese otro mundo soñado.
El problema es que nunca se sabe cuándo estamos en la realidad o introducido en alguno de los sueños o pesadillas de Eloise, cuales son los personajes reales o los de la imaginación de la protagonista, para al final sacarse de la manga de forma apresurada al culpable de los sucesos que ocurren en la historia.
A lo largo de la misma se mezclan género como el musical, el drama, el thriller, el terror, la comedia, el psicológico, entre otros.
La película se puede tomar como un homenaje a la década de los años sesenta con films como Operación trueno (1965), los temas musicales de los Kinks, los Rolling Stone, Barry Ryan, Petula Clark, Sandie Shaw, Cilla Black, Dusty Springfield y muchos más cuyas canciones más conocidas suenan constantemente a través de la banda sonora y que alguna de ellas está interpretada por Sandie, la coprotagonista de esta historia, entre ficción y realidad.
A veces se confunde si Ellie y Sandie son la misma persona con la misma melena rubia.
Finalmente Ellie se da cuenta de que el Londres de los sesenta que ella soñaba no se parece a lo que es en realidad, lo que no le impide que triunfe como diseñadora de modas en un final precipitado y algo impostado.
Algunos recursos narrativos, a pesar de su eficacia, se repiten demasiado y llegan a cansar.
Por medio se meten algunos personajes masculinos como Jack que pretende ser su representante, John el chico de color que le ayuda cuando está en apuros o el enigmático viejo Silver Haired que encarna un avejentado Terence Stamp que resulta ser el más ambiguo de todos ellos.
En la parte femenina el protagonismo se lo reparten Thomasin McKenzie como Eloise y Anya Taylor-Joy en el personaje de Sandie y llama la atención la presencia de unas muy maduras con la ya fallecida Diana Rigg como la señora Collins en su último papel en el cine y Rita Tushingham como Peggy de las que se añora la imagen de cuando eran jóvenes.
En cuanto a la dirección el británico Edgar Wright, a pesar de la experiencia de más de dos docena de títulos en su filmografía, entre series de televisión y cine, el film funciona a ratos, pero no ha sido capaz de desenrollar la madeja que supone el confuso guion y ponerlo en claro para el espectador sacándolo del lío en el que lo ha metido.
Premio de la Asociación de críticos de Hollywood a la película más esperada del año.
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