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CRITICA
Por: PACO CASADO
Una fuerza desconocida saca a la Luna de su órbita de alrededor de la Tierra y la puede hacer que se estrelle en una posible colisión con lo que alteraría la vida tal como la conocemos actualmente.
El cineasta alemán afincado en Hollywood, Roland Emmerich, es un director muy aficionado a poner a la humanidad en peligro, con producciones impactantes como ya lo hizo en anteriores ocasiones con 'Independence day' (1996), 'Godzilla' (1998), 'El día de mañana' (2004), entre otras.
Ahora vuelve a ello en 'Moonfall' (2022) en esta su nueva película apocalítica en la que la Luna se ha desviado de su órbita debido a una extraña fuerza que le ha impulsado a ello, por lo que amenaza con estrellarse contra nuestro planeta.
Esto es algo que descubre KC Houseman, un friki profesor aficionado a la astronomía, al que nadie le cree, ni siquiera la NASA se ocupa de estudiar esa posibilidad por muy alocada que pueda parecer.
Sin embargo una mujer, Jocinda Fowler, perteneciente a ese organismo, es la única que cree que eso pueda ser una futura realidad y recurre a Brian Harper, que es un astronauta que fue expulsado, para poder salvar la Tierra del cataclismo total que se avecina, para lo que habrán de darse prisa porque eso puede ocurrir en muy pocas semanas.
Paralelamente transcurre la historia de los familiares de ambos, por una parte, el hijo adolescente de él Sonny Harper, que ha cometido una infracción de tráfico que le ha llevado a la cárcel, y por otro lado el hijo adolescente de ella, Lauren de 12 años, habido en su segundo matrimonio con un general de la NASA.
Hacía tiempo que no habíamos visto un argumento más increíble, no sólo por el posible suceso, sino por la trama de los acontecimientos que se van sucediendo, con hechos como que una simple mujer sea capaz de quedarse sola y dirigir o actuar a su libre albedrío un organismo como la NASA; que un cohete espacial pueda funcionar tras averiarse uno de los tres motores que le impulsa o que tres personas puedan llegar a la Luna sin control desde la Tierra y... para qué seguir con la cantidad de despropósitos y situaciones realmente increíbles.
En este caso no es el guion, que por otra parte resulta un tanto confuso, sobre todo en los primeros momentos, sino el desastre del ridículo argumento lleno de clichés y lugares comunes.
Correcta la interpretación de los principales actores dando cuerpo a sus respectivos personajes, mientras que por su parte Roland Emmerich hace un buen uso de los espectaculares efectos especiales que a nuestro entender es de lo mejor que posee esta espectacular película en la que, por otro lado, se hayan podido gastar una buena parte de los 150 millones de dólares de su abultado presupuesto.
El espectador puede salir contento de la sala de que finalmente la catástrofe no se haya producido y el mundo siga su marcha, pero no por el engañoso espectáculo que es este film cuya base no se sostiene en ningún momento ya que es un total e inverosímil despropósito.
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