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RITICA
Por: PACO CASADO
La acción de esta producción se sitúa en el año 1985 y se inicia en el momento en el que la familia de Oliver se muda a la casa del abuelo, por no poder pagar la renta de su vivienda anterior y perseguida por los acreedores, ya que Miguel, el padre, está en paro y Carmela, la madre, hace de limpiadora y no tienen dinero.
Todo ello coincide con el momento en el que a poderse ver pasar el Cometa Halley, a lo que el abuelo es muy aficionado y todas las noches se sube a la azotea a contemplar el cielo junto con Oliver, a la espera de que llegue el día que eso ocurra.
Este hecho marcará el devenir de la vida emocional de Oliver, que busca en las estrellas la solución a sus problemas en el colegio, el barrio y en casa.
El abuelo ha confeccionado un vehículo con el que sueña poder viajar al espacio en el momento en el que famoso cometa pase cerca y poder montar en él, pero la falta una bujía mágica para poder conseguirlo.
Entre tanto Oliver tiene que batirse el cobre con los chicos vecinos de al lado, lo que llaman El agujero negro, donde la mayoría son gitanos, que les quieren quitar el campo de fútbol donde ellos entrenan.
Finalmente Oliver les propone jugárselo a un partido, el más importante del año, el que se celebra el día de Reyes, y el que gane será el duelo para siempre.
Mientras tendrá lugar el primer día de clase para Oliver en el nuevo colegio con su hermano pequeño, perderá la timidez y buscará la solución a los problemas con sus colegas del barrio y el padre a los de casa.
El abuelo Gabriel, al que llaman del majara, le ayudará a interpretar el mensaje del cometa y dar un paso al frente en el nuevo mundo que se le presenta por delante.
Esta es la primera película de ficción que dirige el cineasta algecireño Alexis Morante, basada en la novela de su amigo Miguel Ángel González antes de que fuera publicada lo que ha ocurrido finalmente a raíz de rodarse este film en el que también se habla de magia, de aventura, de hacernos mayores, de problemas familiares e infantiles, en el colegio y en el barrio, pero no le faltan ánimos al protagonista para solucionarlos y tratar de salir adelante,incluso con un punto de fantasía.
Es igualmente una carta de amor a los abuelos, a los que va dirigida y dedicada esta tierna cinta, por ayudarnos a crecer y a llegar a ser lo que somos en la vida tras vivir la aventura de hacernos mayores.
Hay también un canto a la amistad, al compañerismo, a la afición al fútbol, al cariño al abuelo.
Alexis Morante realiza con cariño esta cinta y con el recuerdo de que él también fue una vez niño.
En la realización se nota un poco la falta de medios por una parte y de experiencia por otra a la hora de mantener el ritmo de la acción, en lo que puede influir el exceso de metraje para tratarse de una producción puramente infantil, aunque por otra parte maneja a los actores, tanto a los infantiles que se comporta bien como a los adultos con un Pedro Casablanc en el alocado papel del abuelo que hace honor a su apodo.
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