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RITICA
Por: PACO CASADO
Hacía tiempo que no veíamos una clásica película de gángsteres americanos de los años cincuenta del pasado siglo.
Leonard es un veterano y experimentado sastre inglés, flemático y educado, que en mitad de los años cincuenta se marcha de Londres tras sufrir una tragedia familiar y emigra a los Estados Unidos a donde llegó con el único arma de sus tijeras de sastre, aunque él dice ser un cortador que hace ropa elegante para las personas que la pueden pagar.
Pronto se instala como tal en la ciudad de Chicago en 1956 teniendo entre sus primeros clientes a Roy, un mafioso que domina el negocio local que le toma mucho afecto, al igual que ocurre con su hijo, Richie, que se enamora de Mable, la joven secretaria y recepcionista de la sastreria a la que Leonard estima como a una hija.
Leonard tiene en un alto concepto su profesión, ya que presume de no ser un vulgar sastre que da puntadas y cose botones, sino que es un creador.
En el taller hay instalado un buzón en el que a diario van depositando sobres con dinero de los dueños de los distintos comercios que protege la mafia que son recogidos periódicamente y entre ellos hay uno que incluye una cinta de casette que advierte de que hay un chivato.
La Fontaine es la banda rival que debe burlar el peligroso grupo de mafiosos para poder sobrevivir en una fatídica noche en la que todo se complica, entre otras cosas debido al error que comete Francis, la mano derecha de Roy, para con Richie el hijo de éste que llega con una bala en el vientre.
No es muy frecuente que un film de gángsteres se desarrolle casi por completo en el interior de una sastreria y tenga tan poca acción, aunque hay algunas escenas violentas un tanto realistas y bastante desagradable en este apasionante y magistral thriller, con una elegante e inteligente intriga.
Esta historia casi muy bien se podría representar encima de un escenario teatral, pero no está extraída de ninguna obra escénica a pesar de que tenga una única localización y pocos personajes.
La trama fluye de una manera lenta, pacífica en su mayor parte, pero de forma muy interesante, con un guion que en su parte final tiene una serie de giros que sorprenden muy gratamente al espectador que sirven para resolver la interesante intriga llena de suspense y tensión en todo momento.
iene un reparto de actores que aunque no son muy conocidos, sin embargo tienen calidad, como es el caso de Mark Rylance, ganador del Oscar por El puente de los espías (2015), en el personaje del veterano Leonard, el sastre, así como la presencia de la encantadora actriz Zoey Deutch con una gran personalidad en su rostro como la secretaria, que junto a Dylan O'Brien como Richie y Johnny Flynn como Francis encabezan el bien ajustado reparto.
Graham Moore, que ganó el Oscar por el guion de Descifrando Enigma (2014), es el encargado de poner todo ello en imágenes y lo hace con una gran serenidad a pesar de que se trata de su ópera prima en la dirección de un largometraje, del que también se ha encargado de escribir el guion en compañía de Jonathan McClain, con un resultado en ambos casos más que notable.
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