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RITICA
Por: PACO CASADO
Tras pasar sin pena ni gloria por el Festival de cine en español de Málaga, llega ahora a las carteleras nacionales 'Nosotros no nos mataremos con pistolas' (2022) de la directora catalana María Ripoll, de la que recordamos con agrado Lluvia en los zapatos (1998) y más recientemente No culpes al karma de lo que te pasa por gilipollas (2016) que nos gustó menos.
Aquí nos cuenta la historia de Blanca, quien tras estar un tiempo viviendo en Londres ha vuelto al pueblo situado en la costa valenciana y reúne a sus amigos para pasar el día y comer una paella que ella misma está cocinando, mientras recuerdan lo que ha ocurrido durante esos años sin verse, surgiendo viejos amores y heridas del pasado que unos añoran y otros temen.
Poco a poco van llegando, Elena, Miguel, Marina y Sigfrido, todos rondan los treinta años.
A lo largo del encuentro vamos conociendo la problemática de cada uno de los asistentes, unas veces contada por ellos mismos mientras que en otras el ambiente se agria y Miguel, que acaba de publicar una novela en la que salen algunos, las arroja con mala uva en un momento determinado poniendo a todos como los trapos.
Blanca ha dejado al novio con el que vivía en Londres y ha vuelto al pueblo, Marina está embarazada, Elena adicta a la coca está arruinada y los dos hombres Sigfrido es infiel a su esposa y Miguel es un escritor homosexual al que ha abandonado su novio.
En definitiva que ninguno se salva, todos son unos perdedores que han fracasado en las intenciones que tenían en la vida.
El guion se basa en la obra teatral de Víctor Sánchez Rodríguez, como se denota en casi toda la primera parte en la que tiene como escenario el espacio al aire libre detrás de la casa de Blanca.
Para airearla un poco comienza con unos niños jugando en el campo con pistolas de agua a la llegada de una de Elena y finalmente con la asistencia a una verbena que se celebra con motivo de la fiesta mayor del pueblo de la Virgen del Mar a la que se marchan todos para olvidar los reproches que se han hecho.
El título dice que no se matarán con pistolas pero a veces las palabras matan más que las armas, como ocurre en esta reunión en la que la sangre no llega al río, pero con seguridad dejará secuelas en cada uno de ellos a pesar de la amistad.
Es una especie de retrato de estos amigos en el que a lo largo de la reunión se da el drama y la comedia, momentos de diversión y otros más dramáticos y menos agradables, en los que también surgen los recuerdos de un tiempo que ya se fue y no se puede recuperar, donde también se tocan temas como la inseguridad en el trabajo, el desencanto en las relaciones amorosas, el sentimiento de pérdida, la frustración cuando falla la amistad.
Sobre ellos sobrevuela la nostalgia de un tiempo pasado que no volverá, mientras esgrimen una sinceridad doliente y la tragedia de Paula una amiga que ahora personifican en una gallina de igual nombre con un poco de humor.
El problema de esta película es que todo eso lo miramos desde una perspectiva externa que en ningún momento nos llega y nos afecta emocionalmente, sin llegar a identificarnos con ninguno de ellos a los que no se les resuelven sus problemas personales en ninguno de los casos, sobre los que se pasa de manera superficial, simplemente sirve para que el espectador pase un rato entretenido.
Esto no hace que dudemos de la forma de rodar de María Ripoll, ni del trabajo correcto de los actores, pero no nos deja satisfechos.
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