|
CRITICA
Por: PACO CASADO
Esta historia comienza con Hector P. Valenti, una especie de mago al que rechazan porque sus trucos están ya muy vistos y no atraen a los espectadores.
Un día entra en una tienda de animales fantásticos y encuentra en ella a una cría de cocodrilo que canta al que trata de sacarle rendimiento en los teatros pero en público se niega a cantar y lo deja abandonado en su casa.
Un tiempo después la familia Primm compuesta por Katie, autora de libros de cocina, y Joseph, profesor de matemáticas, se muda a esa casa en Nueva York y a su hijo Josh Primm de 13 años, le cuesta los primeros días hacer amigos en el colegio.
Cuando sube al desván de la casa ve un enorme cocodrilo que cree que está embalsamado porque no se mueve.
Poco después, estando en su cuarto Loretta, la gata del malhumorado vecino, el señor Grumps, se cuela por su ventana cuando oye a alguien cantar en el desván y descubre a Lilo, que así se llama el cocodrilo que no habla pero es cantante al que le gusta darse baños con espuma así como la buena comida y por supuesto la música, del que se hace muy amigo, a pesar del Sr. Grumps que piensa que los cocodrilos deben estar en el zoológico.
Posteriormente tanto la madre como el padre irán conociendo a Lilo, hasta que un día vuelve a aparecer el mago, que es el dueño del cantante animal, y todos juntos correrán una serie de aventuras para diversión de los espectadores aunque en ocasiones están faltas de ritmo.
El guion de esta fábula urbana está escrito por Will Davies basándose en los varios libros escritos y dibujados por Bernard Waber, que comenzaron a publicarse en 1962, hasta un total de veinte, que dieron lugar a la serie televisiva, libros que tuvieron una gran aceptación entre los niños ingleses en su momento.
Resulta extraño ver a Javier Bardem en esta producción norteamericana haciendo el estrafalario papel del mago Hector P. Valenti cantando y bailando en esta especie de cuento fantástico con canciones y algún que otro número de baile en el que un cocodrilo sea capaz de cantar y bailar, pero creemos que no da para ser considerado un musical al estilo clásico ni por asomo.
La dirección recae en este caso conjuntamente en Will Speck y Josh Gordon, dos especialistas en comedias de grueso calibre, aunque en este caso han refinado sus modales al hacer esta comedia infantil de carácter familiar.
MÁS INFORMACIÓN DE INTERÉS
PREMIERE