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CRITICA
Por: PACO CASADO
Hoy en día casi no hay país que no haga alguna producción de animación, dado el avance que se ha originado en esta técnica cinematográfica que nada tiene que ver con las clásicas de dibujos animados que se hacían en los años cuarenta y sucesivos.
Uno de los países que tiene una gran producción en este género es Japón y no sólo en historias para niños sino también para adultos y sobre todo del género manga, que son películas de acción basadas en los comics.
En este caso estamos ante una coproducción de Japón con China 'Inu-Oh' (2021) dirigida por Masaaki Yuasa, que nos llega tras pasar por la Mostra de cine de Venecia y el festival de Sitges.
La historia se sitúa en el Japón medieval en un momento en el que hay un enfrentamiento entre dos shoguns o gobernadores para dominar el territorio y para ello buscan un tesoro que les dará el poder.
El pequeño Tomona bucea en el mar de Dan-no-ura y se hace con una caja que contiene una valiosa espada, pero una maldición le cae sobre su padre al sacarla de la funda y muere y él se queda ciego.
Mientras tanto en el aspecto cultural las escuelas de sarugaku han evolucionado.
El joven Tomoma quiere cambiar su nombre al de Tomoichi, pero el espíritu de su padre no quiere porque no sabría encontrarlo.
Con el tiempo se convierte en un experto en tocar el biwa que es un instrumento de cuerda semejante a una guitarra.
En su caminar un día encuentra a Tamiichi un viejo sacerdote ciego atormentado por su pasado con el que hace amistad.
En la historia aparece un niño nacido con características físicas deformes y un rostro horrible por lo que utiliza una máscara en forma de calabaza que sufre la maldición de ser repudiado por la sociedad, que actúa en la compañía Kakauichi, que usa el nombre de Inu-Oh que gracias a sus habilidades artísticas del baile alcanza el estrellato, uniéndose con Tomona como socios comerciales y amigos inseparables.
Las multitudes acuden a sus conciertos convirtiéndose en famoso siendo la expectación del momento cantando y bailando con su máscara de calabaza y la esposa del shogun quiere verlo actuar y conocer su rostro sin la máscara.
Esto hace que los que están en el poder traten de ir contra ellos para descubrir de donde proceden sus funciones creativas.
Inu-Oh, fue un auténtico artista de Sarugaku Noh, una especie de teatro de acrobacias que se hacía en el Japón feudal durante el siglo XIV, que tuvo un gran éxito, del que se ha perdido su recuerdo debido a la poca información que se guarda sobre él.
El guion de Akiko Nogi está basado en la novela de Hideo Furukawa y es bastante hermético, lo que será difícil de seguir al espectador.
La narración cambia desde el momento en que aparece Inu-Oh, ya que prácticamente se convierte en un musical en el que predominan las largas canciones que se interpretan que se hacen repetitivas, la acción no avanza y en cierto modo aburre al espectador.
Por otra parte los dibujos tienen poco relieve con unos tonos de color apagados, casi grises, en los que nunca destacan los fuertes.
Distinción especial en el Festival internacional de cine de animación de Bucheron.
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