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CRITICA
Por: PACO CASADO
Tras el logro coneguido por James Glikenhaus con El exterminador (1980), era de esperar que esta figura volviera a resurgir para interpretar otro episodio en la pantalla, cosa que ha aprovechado la productora Cannon para encargarle su realización a Mark Buntzman que ha sido al mismo tiempo el autor del guion en colaboración con William Sachs.
De nuevo el enigmático personaje que viste uniforme militar, escafandra y que emplea como arma mortífera un lanzallamas, se echa a la calle para repartir la justicia por su cuenta, cosa que hace tras escuchar la emisora de la policía y saber donde se está cometiendo algún delito en ese momento.
Tras algunos ejemplos de lo dicho el film film se centra en la amistad con un basurero negro y una chica, bailarina de cabaret, con los que se portarán a la película las escenas no violentas.
La lucha se centra contra otro hombre de color, conocido por X, y toda su despreciable pandilla.
La película no es más que un tebeo cinematográfico, con un guion un tanto deslabazado, encaminado a la acción y la violencia desenfrenada y el enfrentamiento final, con un camión de basura acorazado y debidamente preparado para el combate.
Robert Ginty, intérprete de El regreso (1978) y protagonista de la primera parte, vuelve a encarnar el principal papel en este justiciero por cuenta propia.
Una dirección endeble para una cinta de serie B.
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