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CRITICA
Por: PACO CASADO
Dicen que cuando el hombre llega a una edad muy avanzada se vuelve a convertir en un niño.
Algo de eso le ha debido pasar al anciano director Norman Jewison, que se encuentra ya en los setenta, al hacer esta historia puramente infantil.
El protagonista es Albert, un niño de siete años, cuya madre, soltera, trabaja en el mundo del espectáculo y él, en contacto con la gente de ese ambiente, está ilusionado con la magia.
Un día queda huérfano cuando ella es víctima de un terrible accidente que le hace perder la vida.
En su testamento deja expresado que su hijo vaya a vivir con Harriet, su mejor amiga, una yuppi de color, muy ocupada, soltera, que no tiene tiempo para nada y, no sabe nada de niños y además los odia.
El pequeño, en su soledad, se inventa a Bogus, un hombre gordo y bonachón, con quien comparte sus penas y sus alegrías que siempre le aconseja lo mejor para él.
La historia resulta bastante creíble, ya que todos de pequeños hemos tenidos ese amigo imaginario que nos ha acompañado en nuestra soledad de juegos infantiles.
Pero resulta demasiado larga y el hecho de materializar físicamente en la pantalla a Bogus, que tan sólo ve el pequeño protagonista, se nos cae enseguida, resultando lenta y reiterativa a cada paso que avanza su metraje.
Desde luego no creemos que sea el mejor guion del reputado Alvin Sargent.
Whoopi Goldberg no acaba de acertar en las últimas comedias que le ha tocado en suerte o no ha sabido elegir bien, aunque ella siempre cumpla con el papel asignado.
Gerard Depardieu hace lo propio aunque no tiene mucho donde agarrarse.
Simpático resulta el pequeño Haley Joel Osment.
Norman Jewison tiene pocos mimbres para confeccionar esta canasta que hace aguas en muchos momentos.
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