Título: | MORIR EN SAN HILARIO | |
Tit. Orig.: |
MORIR EN SAN HILARIO | |
Nacionalidad: | ESPAÑA, 2004 | |
Dirección: | LAURA MAÑÁ | |
Guión: | LAURA MAÑÁ | |
Fotografía: | JAVIER SALMONES | |
Música | FRANCESC GENER | |
Interpretes: |
LLUÍS HOMAR, ANA FERNÁNDEZ, FERRAN RAÑÉ, ULISES DUMONT, JUAN ECHANOVE, ERIC BONICATTO, MILTON DEL CANAL, MAX BERLINER |
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Duración: | 99 MINUTOS |
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Por PACO CASADO
Tras debutar como directora con un guion propio con Sexo por compasión (2000) en el que contaba un cuento inmerso en el realismo mágico y el surrealismo buñueliano, la actriz y escritora Laura Mañá abrió un paréntesis con la adaptación de la obra teatral de Jordi Galcerán Palabras encadenadas (2004), un duro thriller de encargo del que salió discretamente airosa, vuelve ahora con su tercera cinta, imaginativa y lírica, a ese realismo mágico de su ópera prima con otro cuento.
San Hilario es un pueblo inexistente en el mapa, que suele obtener sustanciosos ingresos con su maravilloso cementerio y la habilidad y talento de sus habitantes para organizar fabulosos funerales, al que van a parar todos aquellos que desean morir tranquilos y felices.
Sus entierros tienen fama de no ser tristes, sino de celebrarlos como si fuera una feria, con gran desfile de música y explosiva alegría de los participantes.
Pero últimamente el ritmo de vidas moderna ha hecho que los funerales sean rápidos y eso está haciendo que sus habitantes se estén quedando sin trabajo, por ello esperan ansiosamente la llegada que tiene anunciada Germán Cortés.
Allí desea morir este hombre, un pintor famoso, pero muere en el tren antes de llegar al pueblo.
Quien llega es el Piernas, un pobre gángster que se ha hecho con una bolsa llena de millones tras el atraco a un banco, a quien confunden con el difunto.
Como le interesa no ser descubierto se hace pasar por él, ya que al pueblo no llegan los periódicos, no hay policía, ni lotería, ni ningún medio de comunicación que le pueda delatar.
El fugitivo se alegra de no aclarar el malentendido de su identidad y es testigo, cada vez más asombrado, de los peparativos de su propio funeral.
En la preparación de su supuesta muerte dentro de dos semanas transcurre la historia mientras va pintando un mural en la iglesia y se hacen los preparativos para su próximo entierro.
El guion está lleno de personajes pintorescos que cada uno simboliza una actitud ante la muerte: Mariano, el médico y alcalde que lo organiza todo; Esther, la mujer que se enamora de los que van a morir allí porque son los únicos sinceros; Teodoro se levanta cada día queriéndose suicidar pero luego se arrepiente ante las cosas que le quedan por hacer; la plañidera de cuyas lágrimas nacen flores; el cura iconoclasta cuya fe flaquea ya que a toda costa desea saber lo que hay después de la muerte o el gángster de buen corazón que parece salido de las viñetas de un cómic.
Mezcla la comedia con el cine negro de los años cuarenta en que se desarrolla la acción, festoneado con ciertos toques de poesía, aunque tal vez un cierto pulido no le hubiera venido mal, ya que tiene algunos altibajos y un ritmo descompensado.
Los actores están muy bien desde el espléndido argentino Ulises Dumont hasta el veterano catalán Lluís Homar o la delicadeza de la actriz andaluza Ana Fernández.
Premio al mejor guion y del público en el Festival de Viareggio