|
CRITICA
Por: PACO CASADO
Esta es la película número 24 de la franquicia de James Bond, que se está haciendo una de las más largas si no es ya la que más y dirigida por segunda vez por Sam Mendes.
En esta ocasión además de lo que significa siempre una aventura de 007, se profundiza en el pasado y los fantasmas de Bond en la nueva misión secreta del agente, que lo llevará a visitar México, Roma, Austria y Marruecos tras conocer un críptico mensaje que le dejó M al morir, que lo pone en contacto con una siniestra organización conocida con el nombre de Spectre.
Entre tanto en Londres el nuevo director del Centro para la Seguridad pone en duda la importancia del MI6.
Moneypenny y Q colaborarán con él en buscar a Madeleine Swann que le ayudará a desentrañar las claves de Spectre, lo que no será nada fácil, como todas las misiones que lleva a cabo el famoso agente al servicio de Su Majestad.
Aunque hace ya tiempo que no se basan en las novelas de Ian Fleming, que crearon en 1953 al agente con licencia para matar, los guionistas no han olvidado la imaginación del famoso escritor, ni las características de sus personajes e idean nuevas aventuras que no cabe duda que distraen perfectamente a la audiencia, a pesar de la larga duración de las mismas, como es el caso de la presente, con casi las dos horas y media que se pasan sin embargo volando.
La serie sigue viva aunque entre tanto han salido otras que le hacen la competencia como la de 'Misión imposible' o la de Jason Bourne, igualmente con secuencias espectaculares.
Si se analizara a fondo el argumento de la historia no cabe duda que se le podían apreciar sus fallos, sus convencionalismos en las distintas situaciones en que se encuentran los protagonistas que siempre tienen a mano el vehículo adecuado para la ocasión, las armas para su defensa o el vestuario más apropiado para cualquier evento social o festivo, a pesar de que viajan siempre a cuerpo descubierto, sin maletas, ni ningún arma a la vista, pero estas cosas se obvian cuando de lo que se trata es de la aventura en sí misma.
Lo que no se había hecho en los anteriores films del famoso agente con iniciales de marca de whisky, es indagar en su pasado, su infancia y procedencia familiar, algo que si se hubiera eliminado nada hubiera perjudicado en absoluto a la trama o tal vez la aligerara un poco de su metraje.
Aquí han perdido fuerza los gadgets, aunque no puede faltar el coche, un Aston Martin de última generación realizado para él.
A pesar de haber cambiado ya varias veces de actor protagonista, la verdad es que cada uno de ellos tenía o tiene sus propias características que se adecuan a la personalidad de Bond con el discurrir de los tiempos, como igual ocurre con los distintos actores que encarnaban a sus enemigos, la mayoría de las veces bastante peligrosos, adecuados a su altura, como ocurre aquí con la personalidad de Christoph Waltz, un actor que siempre hace bien sus papeles, en un histriónico villano de probada eficacia.
Igual ha ocurrido con los directores que han llevado a cabo la serie que también han cambiado a lo largo de la misma.
En este caso Sam Mendes es la segunda que dirige, un director que parece más apropiado para cintas dramáticas, pero también es cierto que con 'Camino a la perdición' (2002) entró en el género de acción con bastante acierto y en la serie Bond tampoco lo hace mal atendiendo siempre al espectáculo que son en sí mismas, como es el plano secuencia en el arranque en el Día de los muertos en México en este caso.
Algunas de las secuencias nos hacen recordar anteriores títulos de la serie o de otras famosas películas precedentes que los buenos aficionados podrán identificar perfectamente.
Aquí las chicas Bond no son tan espectaculares pero igualmente eficaces a la hora de ayudar al héroe, caso de Léa Seydoux o el corto papel de Monica Bellucci.
MÁS INFORMACIÓN DE INTERÉS
PREMIERE