En esta película hay ironía social abundante en la caricatura de tipos y situaciones y hasta una crítica de costumbres eficaz en todo momento, así como la maestría del guionista George Wells, que ganó el Oscar ese año, con una aguda observación y una notable realización, aunque le falta un puntito de interés. Buen uso del de la cámara subjetiva, sobre todo en la resaca del periodista.
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