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SINOPSIS
Max es un oficial de inteligencia destinado en África donde conoce a una joven que pertenece a la resistencia francesa. Más tarde se reunirán en Inglaterra pero la relación que mantienen recibirá constantes presiones...
INTÉRPRETES
BRAD PITT, MARION COTILLARD, LIZZY CAPLAND, MATTHEW GOODE, RAFFEY CASSIDY, CHARLOTTE HOPE, JARED HARRIS, DANIEL BETTS, JASON MATTHEWSON, CHRISTIAN RUBECK
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CUANDO EL AMOR CHOCA CON LA GUERRA Y EL ENGAÑO: LA VERDADERA HISTORIA DE ALIADOS...
Hay historias auténticas que escuchas una sola vez y no puedes olvidar jamás.
Esto es lo que le ocurrió al guionista Steven Knight – nominado al Óscar de la Academia por el thriller de Stephen Frears ambientado en Londres Negocios ocultos y galardonado por la historia de la mafia rusa narrada en la película de David Cronenberg Promesas del este, además de guionista y director del atrevido drama individualista Locke - tras escuchar la historia de dos espías infiltrados en la segunda guerra mundial que se enamoraron locamente para acabar siendo enfrentados mortalmente el uno al otro cuando sus auténticas identidades salieron a la luz.
Dicen que todo vale en el amor y la guerra, pero cuando amor y guerra se combinan de la manera más volátil que quepa imaginar, las certezas morales del mundo pueden irse de las manos rápidamente.
La historia que obsesionó inmediatamente a Knight giraba en torno a un espía canadiense y una maestra de escuela francesa convertida en combatiente de la resistencia que se conocen en una misión y después, en son de reto, deciden casarse, decisión desaconsejada por las agencias de inteligencia. En cualquier caso, parecía un final feliz, hasta que abruptamente, uno de ellos es desenmascarado como doble agente que está facilitando información esencial al enemigo, poniendo su amor y sus vidas en un peligro inminente.
Se sabe que surgían apasionados romances entre algunos de los agentes de la segunda guerra mundial que tenían que actuar en situaciones de vida o muerte, en situaciones de intimidad, puesto que frecuentemente hombres y mujeres se infiltraban actuando como parejas. No obstante, había una regla amenazadora - la denominada “Regla de la traición íntima” - que se cernía sobre sus cabezas: si dos agentes se casaban y uno descubría que su pareja estaba divulgando secretos al enemigo, se esperaba de ese agente, en un sacrificio personal desgarrador, que ejecutase a su amante sin demora... o afrontase el ahorcamiento inmediato por alta traición.
La idea de unos amantes enfrentados al insondable dilema entre las inquebrantables promesas del matrimonio y su profunda fidelidad a su país en un entorno de guerra que debía ser ganada a toda costa por el futuro de la humanidad fascinó a Knight y se convirtió en el punto de partida de un guión que no tardó en captar gran atención.
Knight replanteó la historia para centrarla en un asesino especialmente implacable y competente, Max Vatan, que no era del tipo que permiten que un coqueteo nuble su raciocinio. Convirtió a Max en miembro del legendario SOE, los operativos especiales de la agencia de inteligencia de alto secreto que recibió la orden de Winston Churchill de “dar fuego a Europa”, y que eso fue exactamente lo que hizo, en colaboración con la resistencia francesa, en una serie de audaces misiones de sabotaje e intentos de asesinato tras las líneas nazis.
A continuación, Knight creó a un tipo de mujer atractiva, enigmática, a la que ni siquiera Max pudiese resistirse, encarnándola en Marianne, la combatiente de la resistencia francesa que es tan inteligente, hábil y dura como Max, aunque puede que no sea lo que parece. El error que suele cometerse en estas situaciones es tener sentimientos, dice Marianne, pero ninguno de los dos puede hacer caso omiso al deseo que siente por el otro. Desde el principio, Max y Marianne están constantemente poniéndose a prueba y provocando al otro de manera desenfadada, pero ese desenfado se convierte en un asunto mortalmente serio cuando Max se ve obligado a seguir como una sombra a su amada esposa para responder a la pregunta más inesperada: ¿realmente puede ser una traidora?
La intensidad, que aumenta inexorablemente, la vacilante confianza y el acuciante peligro que se cierne sobre ambos, desplegándose en diferentes países asolados por la guerra, da pie a un relato tan sensual como inmisericordemente tenso.
“Hacía mucho tiempo que no veíamos una película épica bélica de suspense que tuviese una apasionada historia de amor trágico como esta”, dice el productor Graham King, que supo, en cuanto comentó con Knight el concepto del guión, que quería hacer la película. “Es el tipo de narración detallada, con una escala ambiciosa que raramente se encuentra en la actualidad, y que es muy relevante para el mundo actual. Aborda lo que la guerra y las divisiones pueden hacerle a la belleza del amor.”
El productor Steve Starkey espera que la película dé al público la oportunidad de experimentar las arrolladoras narrativas que han sido, paradójicamente, arrolladas y arrinconadas en una época en la que la mayoría de las películas son bien enormes producciones de fantasía y múltiples entregas o dramas de pequeña escala. Al retomar los grandiosos lienzos cinematográficos de la Era Dorada del cine, considera que Zemeckis está incorporando la inmediatez del estilo moderno a la narrativa de grandes épicas de suspense.
“Las personas que no estén acostumbradas al estilo cinematográfico de las películas de los años cuarenta, puede que no hayan visto nunca este tipo de largometraje, que ofrece un gran espectáculo visual con grandes dosis de tensión, pero que también muestra apasionadas y profundas emociones humanas”, dice Starkey. “La película se ha filmado de la manera más moderna y tecnológica, lo que da lugar a una intensa acción. Sin embargo, Brad y Marion también encarnan el tipo de película romántica grandiosa que hace mucho tiempo que no se veía”.
Se trata de la primera incursión de Zemeckis en el territorio de la segunda guerra mundial, y tal y como destaca el productor ejecutivo Patrick McCormick, la película se adentra en una dirección diferente, de mayor tensión psicológica que las batallas que se han adueñado de las pantallas desde hace ya mucho tiempo. Después de todo, el peligro para Max y Marianne va mucho más allá de la lluvia de balas que pueden recibir en sus misiones, o de la lluvia de bombas que asola Londres; también se enfrentan a una amenaza mucho más insidiosa: la verdad oculta.
“Aunque la película se desarrolla ante el impresionante telón de fondo de los diferentes frentes de la segunda guerra mundial, Aliados es una historia de vidas dobles, que resulta arrasadoramente conmovedora en un plano humano”, observa McCormick. “Lo realmente emocionante es que en todas las escenas de la historia, los dos personajes principales de Max y Marianne operan en dos niveles diferentes, lo que se ve y lo que no se ve, y en todas sus acciones reverberan secretos de los que no se puede hablar. Esto aporta un potente y singular sentido subyacente tanto a los elementos de suspense como a la historia de amor, ya que hay un hervidero de tensión y sospechas a punto de estallar bajo ellos justo en el momento en el que la guerra se aproxima a su clímax.
UNA PANORÁMICA DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL DESDE EL PUNTO DE VISTA DE UN INNOVADOR VISUAL: BOB ZEMECKIS TOMA EL MANDO...
El productor Graham King sabía que necesitaba un director que pudiese aportar una sensibilidad dinámica y contemporánea a una panorámica narrativa expansiva digna del Hollywood de la Edad de Oro, que abarcaba todos los campos, desde el espionaje y el asesinato a la seducción, la traición, el temor, el coraje y el amor inquebrantable. Paradojas de la vida, ese director acabó presentándose por sí solo ante el productor. “Bob Zemeckis se presentó en mi oficina un día y me dijo, ‘Me encanta este guión de Steve Knight y quiero dirigirlo’. No le conocía, nunca habíamos hablado, pero era un gran admirador de su obra”, recuerda King. “Más tarde descubrí que Bob quería hacer una película sobre la segunda guerra mundial desde hacía mucho tiempo”.
King prosigue: “Contar con Bob en el equipo fue absolutamente esencial para que la película se hiciese de la forma en que se ha hecho. Es el motivo por el que la película tiene el estilo visual que tiene y también es una gran parte de la razón por la que pudimos incorporar al reparto a Brad y Marion. Puede que Bob tenga una gran fama como genio técnico, pero también da una gran importancia a los personajes. Es dificilísimo encontrar ambos rasgos en la misma persona... y eso es exactamente lo que necesitaba esta historia.”
Steve Starkey, que viene trabajando con Zemeckis desde la película pionera híbrida de imágenes reales y animación ¿Quién engaño a Roger Rabbit?, cree que no hay ningún cineasta actual que resultase más adecuado para dirigir Aliados. “Si tienes una historia que quieres que sea narrada a gran escala, tienes que pensar en Bob”, dice. “Es un cineasta al que le apasiona narrar una gran historia. Siempre está dispuesto a poner toda la carne en el asador y asumir enormes riesgos creativos.”
La prolongada y variada carrera profesional de Zemeckis ha estado marcada tanto por la innovación visual como por la influencia cultural, con películas que van desde la influyente saga Regreso al futuro a la fantasía cómica de efectos especiales La muerte os sienta tan bien y las aventuras históricas de Forrest Gump o la reciente El desafío, que recreaba el extraordinario paso sobre la cuerda floja entre las antiguas Torres Gemelas de Nueva York. Pero Zemeckis también ha participado en películas que se basaban en la pura fuerza de la narración de historias, como Náufrago, la historia de la víctima de un naufragio que ajusta cuentas con su existencia, o El vuelo, que desentierra la batalla interna que un piloto heroico libra contra el alcoholismo.
Y no obstante, por amplio que sea el abanico de historias que Zemeckis ha explorado, todavía tenía que abordar el género romántico de época. Tampoco había llevado su estilo visual a los evocadores paisajes de la segunda guerra mundial, y ambas cosas le atraían como cineasta. Zemeckis se sintió inmediatamente cautivado por Aliados, por su combinación de misterio absorbente, red de engaños, enfoque novedoso de la supervivencia en la segunda guerra mundial e historia de amor de admirable profundidad y conmovedora sensibilidad que se transforma en una narración sobre el honor inquebrantable. Sobre todo, pudo apreciar la posibilidad de rodar una película con un potencial visual que estaba a la altura de su variedad temática.
Dice Zemeckis: “El guión tenía un hálito romántico, épico, arrebatador. Lo que más me gusta como director es conmover al público, y cuando cuentas una historia tan impactante como esta, con tantos altibajos y vaivenes emocionales, tienes a tu disposición unas oportunidades insuperables para hacerlo. Este tipo de historia es perfecta para un cineasta como yo, porque me gusta despertar sentimientos en el público y utilizar todas las herramientas que tengo a mi disposición para lograrlo.”
Zemeckis entendió que se trataba de una historia que plantea las preguntas que todos nos planteamos respecto de nuestros seres queridos - ¿Te conozco de verdad? ¿Puedo confiar en ti absolutamente? ¿Me traicionarás? ¿Hasta dónde llegarías para salvar lo que tenemos? - pero estas mismas preguntas cobran una ferocidad implacable, letal, en el mundo de los espías de la segunda guerra mundial, siempre en la cuerda floja.
“Aliados es, sin duda alguna, una historia de traición, y ese es el tema universal de esta película: cómo reaccionamos cuando empezamos a pensar que la persona a la que amamos no es lo que dice que es”, comenta Zemeckis. “Es algo que ocurre en la vida, pero en el mundo de Max y Marianne, tenemos dos personas que ya estaban fingiendo ser otras personas desde el momento inicial, y la verdad les resulta elusiva a ambos. ¿Cómo puedes generar confianza? ¿Y cómo puedes ni siquiera hablar con tu ser amado si crees que el enemigo está escuchando vuestras palabras?”
En cuanto leyó el guión, Zemeckis tuvo una inspiradora visión sobre el estilo de la película, que captaría no solo la devastación de la segunda guerra mundial, sino también la exuberante y apasionada vida de las personas embriagadas por el asombroso milagro de la supervivencia. Recrea, con el ímpetu del estilo del siglo XXI la tensa, pero espléndida elegancia de la Casablanca de la ocupación; la austera belleza del desierto marroquí recorrido por el viento; los sombríos corredores de las oficinas de la SOE en Baker Street; el polvorín de Dieppe, Francia, en donde una fallida incursión aliada dejó tras de sí la ocupación nazi y una resistencia francesa sumida en dificultades; y el maltrecho pero valientemente desafiante Londres del bombardeo aéreo alemán.
“Me encantó especialmente la magistral evocación del Londres arrasado por la guerra que se ofrece en el guión”, dice Zemeckis. “Londres era bombardeado todas las noches, y no obstante, la gente seguía con su vida en la ciudad. Se convirtió en un lema: Sigue adelante. Quería captar ese ambiente en la película: un mundo en el que la maquinaria de la guerra está siempre presente en el fondo, y en ocasiones en primer plano, en el que, no obstante, la gente vive sus vidas con absoluto desenfreno, porque son conscientes de que esa vida puede terminar en cualquier momento. Había un aura fatalista tanto en el comportamiento de la gente como en el aspecto que Londres tenía en aquellas fechas. Eso era algo que me interesaba, y eso era lo que quería crear tanto en la atmósfera de la película como en su diseño. Se trata de un mundo en el que la gente desafía a la muerte a cada paso, y eso también afecta a Max y Marianne, cuyo amor florece en medio del peligro, del que no pueden librarse ni siquiera cuando se casan.”
MAX VATAN: UN MARIDO DESAMPARADO...
Max Vatan había sido entrenado por el SOE británico para ser intrépido, actuar con frialdad mecánica y resultar silenciosamente letal. Sabe exactamente cuánto tiene que mostrar de sí mismo, y qué tiene que ocultar. Puede desembarazarse en un momento de su educación canadiense y asumir cualquier identidad. Y sin embargo, no hay nada en su entrenamiento que le haya preparado para lo que siente cuando conoce a la mujer que dice ser Marianne Beauséjour en Casablanca. Se supone que son una pareja temporal, de ficción, pero aunque la mente precavida de Max le dice que no se deje llevar, su corazón no puede evitar ser magnetizado por Marianne, con su vivaracho ingenio y sus inquisitivas preguntas. Cuando, contra todo pronóstico, pasan de ser una pareja ficticia a una real, la línea que separa sus falsas identidades y la verdad real supone para ellos una amenaza mayor que cualquier misión a la que hayan sobrevivido en el pasado.
Para interpretar el papel de un hombre de acción del que se espera que actúe contra su esposa, un hombre atrapado entre su amor imperecedero y su deber hacia un país que lucha por un mundo más libre, Brad Pitt era una opción interesantísima para los cineastas. En una carrera que le ha convertido en una superestrella, Pitt ha representado una variedad de papeles especialmente amplia, consiguiendo nominaciones al Óscar de la Academia por algunos de los más inesperados: como activista enloquecido en Doce monos, de Terry Gilliam, como hombre que rejuvenece en vez de envejecer, en El curioso caso de Benjamin Button, de David Fincher, y como el pintoresco manager general de los Oakland Athletics, Billy Beane en Moneyball. (Además, ha sido galardonado como productor con un Oscar® de la Academia a la mejor película por '12 años de esclavitud', de Steve McQueen, y fue nominado como productor por La gran apuesta.).
Pitt tenía todos los rasgos exigidos por el papel, dice Zemeckis, pero también aportó unos matices inesperados. “Brad es siempre un actor muy convincente en pantalla, con su impetuosa presencia. Pero en esta película experimenta una delicada evolución, trazando el retrato de un hombre que pasa de ser un apuesto agente secreto a un hombre que sufre una profunda confusión y angustia emocional al tener que enfrentarse a la primera amenaza real a todo aquello que significa algo para él. Brad se creció ante la dificultad del papel, y nos ha brindado un espléndido y emotivo retrato de Max”, dice el director.
Graham King, que ha trabajado con Pitt en varias ocasiones, como en la película ganadora del Óscar de la Academia Infiltrados, de la que Pitt era productor, y en el reciente éxito de taquilla Guerra Mundial Z, también cree que la interpretación de Pitt ofrece rasgos todavía inéditos de un actor que ha creado innumerables personajes memorables. Pitt aborda el personaje de Max como el de un guerrero extraordinariamente eficaz que, a pesar de lo que tiene que hacer por mor de las circunstancias de la guerra, sueña con una vida de amor y paz en las llanuras de Medicine Hat, Alberta.
“Brad me dijo que quería interpretar a Max como un hombre muy tranquilo, un hombre que normalmente se limita a observar lo que ocurre a su alrededor, pero que cuando surge el peligro es capaz de reaccionar inmediatamente”, recuerda King. “Dijo que ese rasgo es el que mantiene vivo a Max, pero también es lo que no le permite detenerse cuando le informan de que Marianne puede ser una traidora. Nadie puede influir en tus emociones como Brad; cuando su personaje se desfonda al darse cuenta de la situación, el público le apoya, para que se recupere y luche por la verdad. He visto como Brad ponía toda su alma y todo su esfuerzo en la preparación de este personaje.”
Pitt se centró en cuerpo y alma en introducirse en el personaje de Max, incluso trabajando con un instructor de acento y voz para aprender el acento francés específico de Quebec con el que habla Max cuando llega a Casablanca, y que provoca la incredulidad no exenta de hilaridad de Marianne. Pitt también pidió a Robert Zemeckis el favor de rodar la película en orden cronológico, en la mayor medida posible. Para Pitt era importante que su personaje evolucionase de manera auténtica de la indiferencia impertérrita que muestra en las escenas iniciales de la película, a su acalorada pasión por Marianne, al embrión de la paranoia y finalmente, a su innegociable determinación de llegar a la verdad. Ciertamente, la interpretación de Pitt evoluciona a medida que las percepciones de Max respecto de su mujer van evolucionando de una opinión a otra.
Dice King: “Fue una idea muy inteligente, porque cuando el público ve cómo conoce Max a Marianne en el night-club de Casablanca, los dos actores se estaban viendo por primera vez en pantalla. A partir de ese momento, somos testigos de cómo se crea su relación en tiempo real, y eso añade una nota de mayor realismo al suspense.”
Todo el mundo se vio gratificado por la volátil reacción química que Pitt y Cotillard parecen tener desde el minuto en que comparten pantalla, y esa reacción se convirtió en el soporte de todos los giros de la misteriosa relación entre Max y Marianne. “Si estás narrando una historia de amor, rezas para que tus dos protagonistas tengan esa química increíble que se puede apreciar cómo fluye desde la pantalla”, dice Zemeckis. “Eso es lo que ha pasado con esta película. Brad y Marion generaron esa chispa que a veces salta entre las estrellas cinematográficas.
Ambos se entregaron emocionalmente y esa entrega se amplificó por la química que existe entre ellos cada vez que aparecen juntos en la pantalla.”
MARIANNE: UN AMOR TRAICIONERO...
El creciente suspense y misterio de Aliados gira íntegramente en torno a la identidad oculta de Marianne, la asombrosa y hábil asesina francesa que conoce a su marido Max mientras interpreta a un personaje ficticio en una misión. Haciendo gala de una escurridiza habilidad para el engaño y una desenfadada capacidad para la averiguación, Marianne alimenta el inicio de su pasión, y después parece más que dispuesta a dejar atrás las mentiras y simulaciones para aparentar ser alguien que no es... ¿o tal vez no? ¿Sigue viviendo Marianne tras un velo de secretos amenazadores incluso después de convertirse en esposa y madre?
Para afrontar una interpretación tan taimada y constantemente cambiante, los cineastas buscaron a una de las actrices francesas actuales más reconocidas: Marion Cotillard. Cotillard fascinó a los cinéfilos con su interpretación de la legendaria baladista Edith Piaf en la película La vida en rosa, con la que ganó el Óscar de la Academia a la mejor actriz principal. Tras una interpretación nominada al Globo de Oro en el musical Nine, el éxito de taquilla El caballero oscuro: La leyenda renace y las alabadas interpretaciones en De óxido y hueso y El sueño de Ellis, Cotillard recibió recientemente otra nominación al Óscar por su papel de madre trabajadora que tiene un fin de semana para salvar su puesto de trabajo en la película de los hermanos Dardennes Dos días, una noche.
“Simplemente no podíamos imaginar a ninguna actriz que no fuera Marion para interpretar el papel de Marianne”, comenta Steve Starkey. “Probablemente sea la mejor actriz francesa de su generación, y es tan convincente como Brad en la pantalla, por lo que tu mirada se ve tan atrapada por la una como por el otro mientras se ponen a prueba en la película”.
Graham King se muestra de acuerdo: “Es imposible apartar la mirada de Marion cada vez que aparece en pantalla. Sus reacciones son absolutamente electrizantes y forma una arrebatadora pareja con Brad. Con independencia de que se muestre juguetona, o tierna, o de que juegue al despiste o sea presa de la tristeza, Cotillard tiene una presencia que es imposible no apreciar”.
Para Robert Zemeckis Cotillard aporta una autenticidad imperturbable, tanto en cuanto a la nacionalidad como a las peculiaridades emocionales. “Marion es una actriz absolutamente magnífica y este papel le ofrece una gran variedad de dimensiones emocionales, psicológicas y físicas con las que componer su interpretación”, afirma. “Es francesa, obviamente, lo que le aporta ese toque de realidad, pero además es de ese tipo de intérpretes que puede mantener en vilo a la audiencia”.
El guión cautivó a Cotillard desde la primera lectura. “Me encantó el hecho de que pareciese un thriller muy entretenido y simultáneamente pareciese una historia de amor muy profunda e intensa”, musita. “Después, cuando me enteré de que Bob Zemeckis formaba parte del proyecto, y que Brad Pitt iba a interpretar a Max, la cosa se puso aún más emocionante para mí. Bob es un director con una gran visión. Ha rodado muchas películas especiales que solo él podría crear, así que tuve la impresión de que sería verdaderamente interesante formar parte de un proyecto que además es un género nuevo para él.”
No era el único atractivo del papel: en cierto sentido, Marianne comienza la película siendo una especie de intérprete de sí misma, una mujer contratada para representar un papel, aunque fuera un papel letal. Pero ese papel se entrelaza inseparablemente con su propia vida real cuando se enamora de Max. Marianne planteaba un desafío fascinante: cómo interpretar a una mujer tan atrapada por una ficción tan polifacética que ha perdido contacto con su propia realidad. Cotillard cree que en medio de la confusión sobre cuáles son sus fidelidades nacionales, Marianne solo sabe con certeza que el incuestionable amor que siente por Max es real, aunque ese hecho les ponga a ambos en peligro mortal.
“Max y Marianne han tenido muy poco tiempo para descubrir cómo eran de verdad, ya que después de conocerse tuvieron que empezar a fingir que eran otras personas, a la vez que debían enfrentarse a la posibilidad de que tal vez no lograsen sobrevivir. Eso hace que entre los dos surja inmediatamente una especie de relación”, observa Cotillard. “Resultó muy interesante explorar la forma en que ese sentimiento existente entre ellos de que la realidad es algo que puede cambiarse repercute en su vida de casados”.
Ver como las capas ocultas de los personajes van quedando a la vista del público a medida que avanza la acción épica es lo que convierte en única a esta película, opina Cotillard. “Creo que Aliados es tanto una historia de suspense como un romance trágico”, resume. “Bob parte de una receta clásica para crear películas capaces de entretener, y después hace que esa película siga su propia orientación contemporánea y llena de visión.
LOS LEALES: JARED HARRIS HABLA SOBRE EL CORONEL HESLOP Y LIZZY KAPLAN SOBRE BRIDGET...
El jefe de Max en el SOE, y el confidente en quien más confía, cuando el mundo de Max se ve completamente trastocado, es el Coronel Frank Heslop, interpretado por Jared Harris, cuyos papeles han pasado del tragicómico director empresarial Lane Pryce en la icónica serie de televisión Mad Men a Ulysses S. Grant en la película Lincoln, de Stephen Spielberg.
Graham King comenta: “Jared Harris era el actor que todos queríamos para este papel, porque es alguien que te permite apreciar todas las emociones que discurren bajo la superficie. Estaba seguro de que sería capaz de combinar la rígida postura militar británica con una actuación que permitiese al público apreciar que estaba apostando silenciosamente por que la relación entre Max y Marianne fuese sincera”.
Harris confiesa que no pudo resistirse a la oportunidad de trabajar con Zemeckis. “Soy un gran admirador de sus películas”, comenta, “pero también estaba muy interesado en este guión en particular, porque no hay nada que se le parezca ahora mismo”. Me pareció que era una compleja reflexión sobre las relaciones y la pregunta que todos nos hacemos: ¿quién es esta persona a la que he entregado mi corazón y mi confianza, y qué sé realmente de ella? Es una exploración muy inteligente y emocionante de la identidad”.
Es Heslop quien advierte a Max de que hay una diferencia entre el amor duradero y la euforia electrizante de haber sobrevivido a una misión con una compañera de aventuras. “Heslop empatiza con Max y la situación en la que se encuentra con Marianne”, observa Harris. “Puede que hubiese previsto que esto podría pasarles, pero creo que también tiene la intuición de que, sea como sea, podría no acabar bien”.
Harris disfrutó especialmente viendo a Pitt introducirse tan absolutamente en el personaje de Max. “Creo que es una de las interpretaciones más viscerales, emocionales y auténticas de Brad”, afirma. “El Max interpretado por Brad está lleno de paranoia y confusión, dispuesto a agarrarse a un clavo ardiendo, con la esperanza de encontrar una salida a su dramático dilema”.
En el mundo civil, la única persona en la que Max puede confiar es su hermana Bridget, papel interpretado por la versátil Lizzy Kaplan, a quien podemos ver en la actualidad en la serie de Showtime aclamada por la crítica, Masters of Sex. “Lizzy aporta una gran energía juvenil y una imagen icónica al papel de Bridget,” dice Starkey. “Ha aportado una perspectiva maravillosa al personaje, que realmente es la única vía a través de la cual Max puede compartir su vida interior”.
Kaplan se sintió instantáneamente seducida por el personaje, que muestra un aspecto de los años de la guerra que no suele manifestarse normalmente. “Bridget es uno de los espíritus libres del Londres de la época de la guerra”, explica, “y es algo bohemia. Cabría esperar que durante el bombardeo aéreo alemán la gente estuviese encogida de miedo en sus casas, pero en mi investigación descubrí que la realidad estaba lejos de ser así. Muchas personas exprimieron al máximo la vida, divirtiéndose con desenfreno. Creo que Bridget considera que la propia supervivencia es excitante, y se deleita con la sensación. Tiene una amiga polaca que toca el violonchelo y las dos tratan de divertirse todo lo que pueden, aunque el caos y la destrucción las rodee”.
En cuanto a la reacción de Bridget ante la nueva vida de Max, Kaplan considera que se esfuerza por no juzgarle, aunque en última instancia tenga miedo de lo que pueda pasarle a su hermano. “Para Bridget, Max siempre ha sido un chico serio y solitario, así que está encantada de que haya encontrado a una persona que le quiera”, dice Kaplan. “Creo que Bridget tiene la esperanza de que el amor de Marianne por Max sea real, pero ¿cómo va a saberlo ella, o cualquiera, en especial en tiempos de guerra?”
Ver a Pitt y Cotillard juntos fue un placer intenso y cotidiano para Kaplan. “Los dos son auténticas y verdaderas estrellas de cine, en el mejor y más clásico sentido de la palabra”, afirma. “Es asombroso verles en acción, y gracias a eso, todos y cada uno de los días de rodaje fueron una fantástica experiencia de aprendizaje para mí”.
LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL EN LA ACTUALIDAD: LA INMEDIATEZ DEL DISEÑO Y LOS EFECTOS VISUALES DE “ALIADOS”...
La laberíntica historia de Max y Marianne mientras hacen frente a sus magras probabilidades de éxito como espías - y a las aún más magras probabilidades de éxito como matrimonio con mortales secretos ocultos - se combina en Aliados con una sensibilidad visual épica que está presente en todos los fotogramas. Desde la escena inicial que muestra a Brad Pitt saltando en paracaídas en una toma aérea en la que aparece suspendido sobre las dunas de Marruecos hasta la imagen de Marion Cotillard dando a luz a la vez que evita las bombas alemanas en un hospital de Londres, o hasta el tormentoso clímax de la película en el aeródromo, la película aspira a estimular los sentidos a la vez que eleva los niveles de adrenalina.
Uno de los mayores desafíos de rodaje de Aliados es que la acción tiene lugar en mundos que ya no existen y que resultan cada vez más difíciles de recrear. Pero ese desafío no hizo sino estimular el poderosísimo instinto creativo de Robert Zemeckis. Concibió la película como una sucesión ininterrumpida y nunca vista de localizaciones de exterior, platós de rodaje extraordinariamente convincentes y efectos visuales que hicieron posible que el reparto y el equipo de rodaje recorriesen el mundo “virtualmente”, mientras la cámara disfrutaba de libertad para moverse de la manera creativa que Zemeckis deseaba.
Zemeckis forjó el atractivo, lujoso y distintivo estilo visual de Aliados con su propia alianza, trabajando en estrecha colaboración con el director de fotografía Don Burgess, el diseñador de producción Gary Freeman, el supervisor de efectos visuales Kevin Baillie y la figurinista Joanna Johnston para transportar al público al corazón de una Europa dividida que combatía a los nazis.
Desde el momento inicial tenía previsto cambiar el punto de vista subjetivo de la película de Max a Marianne hacia la mitad del largometraje, invirtiendo la narrativa y con ella toda la ambientación visual. Mientras que la primera parte de la película está llena de panorámicas abiertas de dunas de arena y tejados, la segunda mitad tiene lugar en espacios más confinados - estancias estrechas, salas de interrogatorio, prisiones francesas, apretadas carlingas de la segunda guerra mundial- a medida que el mundo parece echarse encima de Max y Marianne.
Dice Zemeckis: “Mantuve prolongadas conversaciones con Don Burgess acerca de lo que podíamos hacer para provocar toda la emoción que pudiésemos simplemente con el trabajo de la cámara. Lo más específico que hicimos fue ir incrementando la sensación de claustrofobia a medida que avanzaba la película. Por supuesto, es muy sutil y subconsciente, pero es de esperar que el público lo sienta. Nuestros objetivos iban alargándose a medida que la historia se hacía más y más profunda.
Burgess ha trabajado con Zemeckis desde la época de Regreso al futuro pero afirma que cada vez que trabaja con Zemeckis este le presenta nuevos desafíos. “Siempre resulta estimulante trabajar con Bob, porque es un director tremendamente interesado por los elementos visuales. Desde el primer día de la película estaba lleno de ideas sobre cómo podría ayudar la cámara a narrar la historia, y empezamos a hablar de tomas y ángulos”, comenta Burgess.
Zemeckis y Burgess comenzaron su conversación hablando de la forma de atraer a los espectadores a las vidas de Max y Marianne mediante una sensación de inmediatez. “Queríamos que el público se implicase de verdad en la historia, así que tratamos de emplear la cámara con ese objetivo en mente, hacer que el público descubriese lo que realmente sienten estos personajes en cada momento. Esto significaba colocar la cámara en posiciones que mostrasen al público lo que estaban viendo exactamente los personajes, y también cómo lo estaban viendo, de una forma cinematográfica” explica Burgess. “Utilizamos muchas técnicas visuales diferentes, que incluyeron modelos y elementos reales, así como pantallas azules para crear nuestros fondos de la manera más impactante.”
Burgess trabajó con la multifacética cámara de vanguardia de 8k digital RED “Weapon”, aunque usando los imperecederos objetivos Leica Summicron. “Queríamos que el estilo visual de la película fuese dinámico y novedoso, pero también nos interesaba que rememorase a la fotografía de aquel periodo de los años cuarenta”, dice Burgess.
Esta misma idea se aprecia en el trabajo del diseñador de producción Gary Freeman, que en esta película trabaja por primera vez con Zemeckis. Una cosa de la que Freeman estaba seguro desde el principio era de que “quería que tuviese un estilo de película contemporánea que está ambientada en la segunda guerra mundial. Hay muchos detalles de época auténticos, pero hemos estado jugando constantemente con las proporciones y el color para darle una apariencia más dinámica, más moderna.”
Zemeckis descubrió que la conexión creativa con Freeman era muy estimulante, y ambos estuvieron de acuerdo en que el tono era tan importante como la época. “Creo que el diseño de producción tiene un carácter propio que debe generar sus propias emociones”, explica el director. “Me parecía que el diseño de esta película tenía que conseguir imbuir al público en romance y tensión. Gary es un diseñador de producción de gran intensidad, que puede hacer ese tipo de cosas”.
El productor Steve Starkey dice lo siguiente acerca de Freeman: “Gary aportó una sensibilidad artística que encajaba como un guante en la película. Es un diseñador eficiente e inteligente, y a la vez, es muy inventivo, lo que le convierte en el complemento ideal para Bob”.
Para Freeman, las posibilidades de diseño de las localizaciones de la película, con sus ambientes sofocantes, crudos y misteriosos, ejercieron una irresistible atracción. “Teníamos unos fascinantes contrastes con los que trabajar, desde Casablanca, con su exótico ambiente de pueblo fronterizo, al Londres del bombardeo aéreo alemán, sin olvidarnos de las incursiones por Francia y Canadá”, recuerda. “Esa variedad hizo posible una fantástica combinación de ideas visuales”.
Freeman dice que Zemeckis le mantuvo inspirado a lo largo de todo el proceso. “Lo mejor de Bob es que valora tanto la labor de diseño que concibe sus tomas de modo que pueda ofrecer vistas interesantes de los escenarios. Ha sido una absoluta delicia ver cómo decidía la manera de fotografiar todo lo que habíamos creado”, afirma.
A Freeman le encantó poder crear en el estudio de rodaje unos intrincados escenarios que ofreciesen a Zemeckis la oportunidad de rodar con la versatilidad cinematográfica de movimientos rápidos que es uno de sus sellos distintivos. “También utilizamos localizaciones de exteriores reales, pero a Bob le encanta tener todo el control posible, para conseguir la máxima belleza y pureza en todas las tomas, y eso significa que hay que trabajar mucho en el estudio”, explica el diseñador.
A lo largo del rodaje, Freeman y su equipo acabaron construyendo prácticamente 80 escenarios diferentes partiendo de cero. El proceso comienza cuando la película se abre ante el público, zambulléndolo en Casablanca, la ciudad porteña multicultural en el norte de África, dominada por el gobierno de Vichy durante la segunda guerra mundial y que fue hogar de refugiados de guerra todo tipo y de nazis. La posibilidad de recrear una de las ciudades más elegantes y exóticas de la guerra fue especialmente emocionante para Freeman, sobre todo si se tiene en cuenta su rica historia cinematográfica.
“Lo interesante era que en los años cuarenta, Casablanca era una ciudad en ebullición, cosmopolita, llena de influencias francesas y de art decó que tenía un ambiente realmente glamuroso, en un momento en el que Londres se caía a pedazos y lo único que importaba era sobrevivir a costa de lo que fuese” observa Freeman. “Así que potenciamos al máximo la escala y la sofisticación de Casablanca, recurriendo a los colores saturados de los zocos marroquíes y su arquitectura circular, que evoca la intensidad y el peligro al que se ven expuestos Max y Marianne tras su llegada a la ciudad.”
Aunque utilizó efectos que el Hollywood de la época no podía ni imaginar, es indiscutible que Zemeckis quería hacer su propio homenaje a la apreciada película de Michael Curtiz con Humphrey Bogart e Ingmar Bergman. “Queríamos que nuestra película evocase a la Casablanca que conocemos gracias a la película clásica Casablanca, que refleja cómo era realmente la ciudad en aquella época. Era una ciudad muy elegante, estilosa y sofisticada, en la encrucijada de la guerra”, afirma.
Ahora, sin embargo, Casablanca está llena de casas de pisos y nuevas construcciones y no se parece nada a lo que era hace medio siglo. Así que los cineastas forjaron una recreación híbrida a partir de localizaciones en las Islas Canarias, de los detallados escenarios de Freeman y de efectos digitales.
El night-club Rivoli, en donde Max y Marianne se conocieron, es la piedra angular de la parte marroquí de la película. Para envolverlo con luz, Freeman encargó la creación de un enorme candelabro veneciano de más de cuatro metros de altura y setecientos cincuenta kilos de peso. “El candelabro se inspira en el art decó, pero también tiene el aire de una nave espacial de los años cuarenta”, reflexiona en voz alta Freeman. “Realmente, nunca había visto nada parecido.”
Los diseños transportaron a Marion Cotillard a la década de 1940 como si de una máquina del tiempo se tratase: “Me quedé absolutamente impresionada cuando entré por primera vez a los escenarios de Casablanca”, recuerda Cotillard. “Todos los detalles eran tan nítidos y tenían un aspecto tan real, que era muy fácil creer que de alguna manera habíamos conseguido volver a aquel lugar durante la segunda guerra mundial. Para el actor es muy importante tener esa sensación y Bob y su equipo hicieron un trabajo asombroso poniendo esos medios a nuestra disposición.”
Una de las escenas más tórridas entre Pitt y Cotillard tiene lugar en las onduladas dunas móviles del desierto del Sahara, un fenómeno natural que también fue recreado por Freeman en un ambicioso plató de rodaje con efectos visuales. “Llegamos a esculpir las huellas de pisadas en nuestras dunas, para que no tuviese que haber un atrezzista haciéndolas constantemente”, indica Freeman. “Ese tipo de cosas son las más importantes para Bob. Tiene una visión definida y quiere estar en condiciones de alcanzar esa visión, sin cesiones ni compromisos por culpa de las condiciones climatológicas, la luz o de circunstancias imprevisibles.
Después de que la acción en Casablanca conduzca al explosivo momento de la culminación de la misión de Max y Marianne, la historia se desplaza funestamente al Londres del bombardeo aéreo alemán, en donde la primera toma marca el tono para el resto de la película: una mujer andando de puntillas con sus zapatos de tacón entre los cristales rotos después del estallido de una bomba. Esa toma singular, de escasos segundos de duración, exigió tecnogrúas robóticas, steadicams y un meticuloso trabajo de pintura mate.
“En mi investigación sobre el Londres de la época del bombardeo, leí que una de las peculiaridades más apreciables era el crujiente sonido de la gente pisando cristales rotos”, recuerda Freeman. “Así que Bob diseñó este increíble travelín que muestra con toda su belleza las piernas de una mujer que camina confiada sobre los vidrios rotos en Baker Street”.
De todas formas, el estilo visual de Londres se diseñó para que resultase mucho más claustrofóbico. “A diferencia de los grandes espacios abiertos de Marruecos, en Londres nuestros personajes se encuentran en las típicas casas en hilera con cuartos muy pequeños, y se aprecia palpablemente como aumenta la presión”, dice Freeman.
La casa de Max y Marianne en Londres se encuentra en Hampstead Heath, comunidad conocida por haber atraído a jóvenes intelectuales, artistas de vanguardia y otros librepensadores. “En Londres, Marianne adopta una actitud bohemia respecto de su forma de interpretar su vida”, indica Freeman. “Hampstead era una zona llena de refugiados de Europa del Este y había muchos pintores y fotógrafos, por lo que su casa está llena de arte brillante, de colores vivos, que no es exactamente lo que cabría esperar del Londres de los años cuarenta. Parte de la idea era conseguir que Marianne fuese muy empática, mientras que Max parecía ser más misterioso, el silencioso de la pareja, en los inicios de su matrimonio. Después, la situación toma un giro dramático.”
Las famosas oficinas del SOE en Baker Street, en donde 10.000 personas trabajaban en secreto en campañas de sabotaje y espionaje encubiertas, tramadas por las fuerzas aliadas a espaldas del resto del mundo, fueron recreadas en una vieja fábrica cuyo interior había sido vaciado, dejando únicamente un ambiente desolador.
“Gary y su equipo reacondicionaron la fábrica, para crear un escenario cautivador y particular, que recuerda en cierta medida a la sala de guerra de Churchill y que tiene múltiples niveles visuales”, dice el productor ejecutivo Patrick McCormick. “Tiene numerosos puntos de fuga repartidos por toda su extensión, y Bob y Don han aprovechado al máximo esa característica”.
Los diseños de Freeman también se sincronizaron con el espléndidamente detallado trabajo de la figurinista Joanna Johnston, que utilizó los personajes de Max y Marianne para lograr un máximo efecto de glamour y elegancia, desde las impecables y sofisticadas prendas de tonos arenosos de Casablanca, a la combinación de indumentaria de tintes bohemios de Marianne y de estricta formalidad de Max en Londres, que marca la evolución de la luz a la oscuridad a medida que aumenta el suspense de la película.
Steve Starkey comenta lo siguiente sobre Johnston, que es una colaboradora habitual de Zemeckis: “Joanna ha trabajado con nosotros en Roger Rabbit, y también en Regreso al futuro y Forrest Gump, así que prácticamente la primera llamada que hizo Bob fue a Joanna, y doy gracias a Dios de que lo hiciera. Nuestros dos protagonistas tienen un radiante aspecto romántico y bello en todas las escenas. Joanna ha trabajado incansablemente para que todos los detalles de época fueran correctos, pero su trabajo también tiene grandes dosis de originalidad. No solo tiene una gran sensibilidad para el diseño, sino que también acumula un vasto conocimiento sobre la historia británica y fue una gran guía para nosotros en este terreno. Ha sido una pieza esencial para el estilo visual de toda la película”.
El vestuario creado por Johnston para Marianne maravilló a Marion Cotillard. “Joanna comprendió perfectamente cómo crear un estilo clásico y elegante que hiciera que el personaje de Marianne fuese exuberante y a la vez creíble en su circunstancia de mujer atrapada en esta situación”, afirma “Conoce muy bien la estética de Bob y sabe lo que quiere, lo que no es óbice para que le sorprenda constantemente. Fue realmente fascinante ver cómo colaboraban ella y Bob.”
Durante toda la producción, el Imperial War Museum de Londres resultó ser un recurso valiosísimo para todo el equipo de producción, facilitando información documental sobre la vida diaria en aquellas fechas y enormes cantidades de archivos para estudio por parte de los diferentes equipos de diseño.
Un inusual elemento de diseño de la película es el avión Westland Lysander, prácticamente imposible de encontrar en la actualidad, en el que Max vuela a Dieppe, Francia, en una misión espontánea personal para demostrar que Marianne está de parte de los aliados. Utilizado por la Royal Canadian Air Force durante los años treinta y cuarenta, y por el SOE durante la segunda guerra mundial, este avión ágil y de baja altitud era perfecto para aterrizajes encubiertos detrás de las líneas enemigas, al ser capaz de evitar los radares y de posarse en campos recónditos, como debe tratar de hacer en la película.
Por desgracia, en todo el Reino Unido únicamente quedaba un Lysander; y aunque sus propietarios estaban dispuestos a permitir que la producción lo utilizase, el avión era demasiado frágil para soportar la avalancha de lluvia que azota el avión en las escenas finales de la película. Por lo tanto, el departamento de Freeman contrató a un equipo especializado en la construcción de reproducciones históricas de aviones y encargó que se construyese una maqueta del Lysander que se ajustase a unas especificaciones precisas. El avión es una reproducción perfecta del original, a la que solo le falta el motor.
Pese a todos estos detalles tangibles de realidad material, Aliados es también una película que recurre en gran medida a unos efectos visuales especiales muy creativos, que son creados en conjunción con los escenarios, para crear una realidad más palpable que la que podría crearse únicamente con localizaciones reales.
A Zemeckis le encanta sacar partido de todo lo que la tecnología puede ofrecer a un cineasta, y afirma que esta película no se podría haber rodado sin recurrir a una gran potencia digital.
“Los efectos visuales nos han permitido crear en esta película un universo de una escala que no habría existido sin ellos. Nadie podría realizar el desembolso necesario para construir sin herramientas digitales todo lo que hemos reflejado en esta película. Hemos llegado a un punto en el que puedes hacer absolutamente cualquier cosa con efectos visuales”, medita Zemeckis. “Podríamos recrear las ciudades de Europa y el Norte de África de la década de 1940 sin tener que enfrentarnos a una hercúlea tarea de construcción.
Freeman alaba el trabajo del supervisor de efectos visuales Kevin Baillie, con el que ha trabajado en estrecho contacto creativo. “He podido construirlo todo como he querido, sin tener que contenerme, porque sabía que los efectos visuales iban a realizar un espléndido trabajo ampliando la escala de todo lo que se rodase, llevándola más allá de los confines del plató”, dice el diseñador de producción.
Baillie lleva años trabajando con Zemeckis, siendo su más reciente colaboración el elogiado trabajo que realizaron para persuadir al público de que estaba viendo a un equilibrista atravesando sobre la cuerda floja el espacio entre las ahora destruidas Torres Gemelas de Nueva York en la película El desafío. Para Aliados, quería destacar aún más el realismo, y para eso tuvo que enfrentarse a desafíos como resaltar las dunas de arena de Marruecos, crear los tejados de Casablanca o reproducir los vuelos de la segunda guerra mundial.
“Aunque estábamos creando digitalmente las imágenes, queríamos formar un mundo polvoriento, real, sin el lustre que suelen tener las imágenes generadas por ordenador”, explica Baillie sobre el enfoque que adoptaron.
Trabajar con Zemeckis es una experiencia diferente de todas las demás, destaca Baillie. “Bob es famoso porque está a la vanguardia de los directores que emplean efectos visuales, y yo diría que en su obra se aprecian algunos de los usos más eficaces y efectivos de este medio aplicados a géneros muy diferentes. Tiene un entendimiento particularmente penetrante de lo que puede conseguir con estas herramientas, para su visión y para la historia que cuenta. Por lo tanto, trabajar con él es una gran asociación, porque no solo sabe lo que quiere, sino que también sabe lo que necesito para darle lo que él quiere.”
Prosigue: “Mi cita favorita de Bob, que es muy relevante para los efectos visuales, es que hacer películas es un delito contra la naturaleza - tienes que luchar un poco contra el mundo para conseguir la mejor toma posible. Nosotros luchamos contra el mundo, pero únicamente para crear una experiencia más dinámica y real. Lo mejor de trabajar en una película de Zemeckis es que los efectos visuales nunca son considerados como una muleta, como una herramienta para corregir deficiencias, de hecho, nunca escucharás a nadie decir “ya lo arreglaremos en postproducción”, sino que se reconoce como un elemento integral del proceso narrativo.”
Los efectos visuales de Aliados tenían que operar en perfecta sincronía con el complejo diseño visual de la película. “Por ejemplo, para la escena de los tejados de Marruecos nuestro equipo comenzó con las fantásticas orientaciones que nos dio Gary Freeman sobre ese entorno”, explica Baillie. “Después, nos desplazamos a Marruecos y escaneamos con láser cuatro tejados diferentes en la Medina de Tánger, que sigue teniendo ese aire de la década de 1940. Después, a partir de ese escaneo con láser y de miles de fotografías creamos una biblioteca digital de imágenes con las que podíamos trabajar. Así que pasamos de entornos conceptuales a entornos reales para volver a los entornos conceptuales”.
Al utilizar la nube para los renders de las imágenes, el equipo de Baillie también pudo acelerar el proceso, lo que dio más tiempo para el trabajo creativo.
Cuando la producción llegó a su conclusión, Zemeckis se trasladó al centro de edición con los montadores Mick Audsley y Jeremiah O’Driscoll. De dar los toques finales a la película se encargó el ganador del Grammy y nominado al Globo de Oro y al Óscar de la Academia, el compositor Alan Silvestri, un colaborador habitual de Zemeckis desde hace años, que creó un paisaje musical suntuoso, lírico, perfectamente ajustado a la avalancha de acción y emociones de la película.
“La elección de Alan no requirió ni un segundo de reflexión, puesto que lleva encargándose de todas mis películas desde Tras el corazón verde”, dice Zemeckis. “Nos entendemos a la perfección y llegado este momento no puedo imaginarme haciendo una película con ningún otro compositor. Hablo con él como hablaría con un actor, le digo lo que creo que está pasando emocionalmente en una escena y partiendo de esa idea, él se encarga de convertirla en música.”
Cada uno de los elementos de la película fue esencial para lograr que el largometraje alcanzase un frenesí de dudas, peligro y amor desinteresado cuando Max y Marianne se ven atrapados en un torbellino de confusión que lleva la situación al borde del abismo en el mismo momento en que su hija empieza a dar sus primeros pasos. Y la solución de todo ello acaba dependiendo de una desgarradora elección, repleta no obstante de esperanza en el futuro.
Graham King lo resume: “Lo que Bob ha hecho en Aliados es combinar una conmovedora historia de amor, emociones puras y alta tensión bélica con unos increíbles efectos visuales y unos asombrosos escenarios. El público estará todo el tiempo en ascuas, con el corazón en un puño.”