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NOTAS DEL DIRECTOR...
Estar de vuelta en Cannes con Como Perros Salvajes es un sueño hecho realidad. Nicolas Cage y yo llevábamos pensando en una nueva colaboración tras la frustrante experiencia con Caza terrorista. Le comenté: «Si vivimos lo suficiente, tenemos que trabajar juntos de nuevo. Esta vez se incluirá el corte final».
«Por supuesto», me respondió.
Cuando el productor Mark Burman me enseñó el guion de Como Perros Salvajes supe que había llegado ese momento.
Al principio, pensé que Nick encajaría bien como Mad Dog, pero al trabajar con el papel coincidimos en que haría mejor de Troy. Finalmente para el papel de Mad Dog elegí a mi compadre, Willem Dafoe, y pudimos terminar con el corte final.
La siguiente tarea fue la de hacer de la historia de Bunker algo contemporáneo. La sensibilidad de Bunker era de los 70, mientras que Como Perros Salvajes está ambientada en los 90. Gracias al magnífico guion de Matt Wilder todo encajó. Además, contraté a un equipo joven y creativo para dar fuerza a la oscura trama de Ed Bunker.
Por primera vez cada departamento estaba dirigido por una persona: fotografía, vestuario, edición, productor asociado y compositor. Todos miembros de lo que llamo la generación “post-reglas”. No es que quisieran romper las reglas, sino que ni siquiera las conocían. Les di las siguientes instrucciones: «No tenemos los fondos para hacer una superproducción, por desgracia. Lo bueno es que podemos hacerla como nos dé la gana. Sorprendedme. Lo único prohibido es ser aburrido».
El plan de rodaje era sencillo y estaba bien ajustado a lo que sería nuestra nueva era de rodaje. Transferimos nuestra sede de Los Ángeles por motivos económicos, así como para sacar partido de una ciudad subestimada como Cleveland.
Me tomé las cosas con calma. ¿Para qué estudiar las tomas? Incluiríamos todo lo que fuera interesante.
La pieza de Bogart no estaba en el guion de Wilder, sino que fue algo que se le ocurrió a Nicolas.
Nunca tuve la intención de hacer el papel de «el griego». Durante la preproducción hablé con gente como Michael Douglas, Quentin Tarantino, Martin Scorsese, Nick Nolte, Chris Walken, Jeff Goldblum, Michael Winncot y Rupert Everett para que hiciesen el papel de «el griego», un gángster transgénero de Cleveland. Por alguna razón, ninguno encajó. Yo era el único actor que nos podíamos permitir.
«Puede que no sea bueno», pensé, «pero será interesante».
Mi parte favorita del proceso fue la libertad. El «vamos a probar», es decir, ser libre sin ser aburrido.