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EL NACIMIENTO DE "EL PEQUEÑO NICOLAS"...
El Pequeño Nicolás nace en 1959. Da sus primeros pasos en Sud-Ouest Dimanche y los primeros números de Pilote. Está rodeado por una panda de amigos: Alcestes, el gordo que está todo el rato comiendo, Godofredo que tiene un padre que le compra todo lo que quiere, Aniano, al que no se le puede pegar, porque lleva gafas, María Eduvigis, la única chica, etc. En su universo también hay adultos: sus padres, su maestra "que es fenómena”, el Caldo, el vigilante, duro de roer, y algunos otros. Es un poco torpe, un poco revoltoso, pero tiene un gran corazón. Nicolás explica en la película por qué no sabe todavía lo que será de mayor: “es porque mi vida es fenómena". En 2009, se celebró el 50 aniversario de su creación, pero sigue siendo el mismo niño, un poco torbellino y enormemente tierno.
ENTREVISTA A LAURENT TIRARD...
¿Cómo nace el proyecto?...
Los productores Marc Missonnier y Olivier Delbosc tenían en mente adaptar El Pequeño Nicolás y pensaban que yo era la persona más indicada para hacerlo. Se pusieron en contacto conmigo. No se trata, por tanto, de un proyecto que saliera de mí. Sin embargo, cuando me lo propusieron, me resultó algo evidente. He crecido con El Pequeño Nicolás. Lo leí cuando era adolescente. Es una obra con la que me identifico, me habla en primera persona. Inmediatamente, supe cómo iba a ser la película.
¿Cuál era su relación con El Pequeño Nicolás?...
Con su aspecto tan universal, con el que todos podemos identificarnos, me remitía a mi propia infancia – aunque no se trate de los mismos años. Me hacía reír, pero con una cierta nostalgia. Me gustaba mucho la segunda lectura – un nivel para los niños, un nivel para los mayores. Tiene también una cierta poesía. Me veía reflejado en la escena en que Nicolás decide irse de casa por la noche con su petate – yo también planeé escaparme de casa alguna vez. ¡Una, incluso, recorrí varios metros! Más adelante, se convirtió en una referencia para mí, y cuando estaba enfadadísimo, amenazaba con hacer la maleta e irme, y retomaba el discurso de El Pequeño Nicolás: "¡Un día volveré con un montón de dinero y todo el mundo estará muy jorobado!" Era una manera de tomármelo a guasa haciendo alusión, al mismo tiempo, a ese momento de la infancia.
¿Cómo explica que el tándem Goscinny-Sempé sea tan universal?...
Es difícil explicar con palabras por qué una obra como ésta es tan perfecta, cómo Sempé y Goscinny supieron hasta qué punto tocaban una cuerda sensible. Es lo propio de un artista, porque está en conexión con algo del inconsciente colectivo. Han sabido captar un aroma, una música que se escapa del libro y llega hasta el lector. Es la infancia, y cada uno se reconoce en esa mezcla de ironía y poesía, esa mirada a la altura de un niño y, al mismo tiempo, a la altura de un adulto. Cuando Spielberg hace una película con niños, consigue ponerse a su altura. He visto muchas de sus películas, para tratar de comprender cómo lo hace, porque no se trata sólo de poner físicamente la cámara a la altura de un niño, sino de contar una historia a su altura, sin dejar de ser adulto y hablando a los adultos.
En el momento de la preparación, ¿no le impresionaba ese material tan apabullante? ¿Cómo lo hizo?...
Hasta ahora, desde un punto de vista artístico, nunca había tenido que rendir cuentas a nadie, salvo a mí mismo y los productores, con lo que era totalmente libre para hacer la película que quería. Para esta película, tenía que rendir cuentas, una responsabilidad artística que no siempre resulta evidente. En el momento del telefonazo inicial, sentí un cierto temor con respecto al tema. Pero si tienes miedo, no puedes lanzarte. No tienes que pasarte el día preguntándote lo que pensarían Sempé o Goscinny ¡Hay que ser lo suficientemente inconsciente como para tirarse a la piscina! Y confiar en que el resultado guste. Con Grégoire Vigneron, mi coguionista de siempre, nos hemos sumergido en la obra y en la vida de René Goscinny. Tras hablar con Anne Goscinny, tenía ganas de entender qué había de René Goscinny en ese personaje que le resultaba tan personal. Sabía que la clave de la adaptación residiría a la vez en su obra y en su vida. Por eso, intenté comprender a René Goscinny personaje. Era una persona que buscaba su sitio en la sociedad y pensaba encontrarlo gracias a la risa. En la época en que era contable, le encantaba pensar que era el grano de arena que iba a hacer que todo descarrilara. Sentía atracción por un cierto desorden y se dio cuenta de que la risa podía ser, al mismo tiempo, una defensa en una sociedad en donde uno no se siente a gusto en su sitio y el modo de integrarse. Son cosas que he ido leyendo entre líneas en sus biografías y que tenían mucho significado para mí. El niño que busca su sitio en la sociedad se convierte, por tanto, en el eje sobre el que se construye toda la historia. En la primera escena, preguntan a Nicolás qué quiere ser de mayor y no lo sabe. Al final, lo sabrá.