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Ahora que ya es adulto, ha salido por primera vez de la comunidad. Está dando los primeros pasos en ese mundo que era un reflejo de Benedetta. Y no existe nada más que ella en sus pensamientos, nada más reconfortante, familiar. Y Sasha – después de haber recibido del padre de Benedetta el encargo de restaurar la grande villa de la familia – cree que no puede amar a nadie más. Nicole es una mujer que ha pasado los cuarenta. Bella, inteligente, irónica. Tras suicidarse el hombre al que amaba se fue de Francia, se casó con Lorenzo e hizo de todo para olvidar quién era y qué quería. Se ha escondido de la vida. Ha ahogado sus sentimientos. Ha decidido controlar cada momento de su existencia. Ha borrado de su horizonte cualquier sorpresa. Pero la vida es una déspota. No tiene en cuenta la voluntad de los seres humanos. El choque entre los dos cochee es impresionante.
Sasha y Nicole están vivos de milagro. Y tal vez esta cercanía a la muerte, quizás la necesidad de ocuparse de una perrita que se ha visto implicada en el accidente, obliga a Sasha y a Nicole a salir fuera. A mostrarse uno al otro. Tal como son.
El choque se vuelve en un encuentro. Entre dos soledades,entre dos miedos, entre dos fugitivos. Sasha y Nicole, sin confesarselo, se reconocen. Como dos seres símiles. Y mientras Nicole ayuda a Sasha a conquistar a Benedetta, la profesora y el alumno crean una intimidad de pensamientos y de emociones que no les asustan, que se suceden naturalmente, dejándose llevar.
«Vive, Sasha, vive» repite continuamente Nicole a Sasha. Porque Nicole conoce el terrible desierto emotivo que puede crear el retirarse de la vida. Y porque a través de Sasha, ella misma está de nuevo empezando a vivir.
Y la vida empieza a transcurrir fluidamente, despoticamente. Sin reglas. Sin control. Sin obedecer ni a los planes ni a los sueños. Ni de Sasha ni de Nicole. Benedetta ya no es la muchacha que era. Es una Circe, una sirena de la oscuridad. Y Sasha, siguiendo su canto, descubre su propia naturaleza oscura. Se atormenta. Se deja llevar por las tinieblas. Recorre todo el camino de sus padres, descubre que es igual que ellos, débil como ellos, se enfrenta y vence a los monstruos que anidan dentro de él, antes de descubrir el camino y el destino que un accidente le han asignado. Y Nicole, contagiada por la vida de Sasha, no puede seguir teniendo cerrada la puerta a su pasado, los fantasmas le están agrediendo y tiene que luchar con ellos, enterrarlos, descubriendo que ha llegado la hora de hacer las paces consigo misma, con la muerte, con el abandono. Le ha llegado el momento de mirar hacia la vida, de tocarla,de dejarse acariciar. Rendirse al presente.