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UN PLAN IRRESISTIBLE
INFORMACIÓN
Titulo original: Irresistible
Año Producción: 2020
Nacionalidad: EE.UU.
Duración: 102 Minutos
Calificación: No recomendada para menores de 7 años
Género: Comedia, Drama
Director: Jon Stewart
Guión: Jon Stewart
Fotografía: Bobby Bukowski
Música: Bryce Dessner
FECHA DE ESTRENO
España: 21 Agosto 2020
DISTRIBUCIÓN EN ESPAÑA
Universal Pictures


SINOPSIS

Un estratega demócrata ayuda a un veterano retirado a postularse para alcalde en una pequeña y conservadora ciudad del medio oeste...

INTÉRPRETES

STEVE CARELL, MACKENZIE DAVIS, ROSE BYRNE, NATASHA LYONNE, TOPHER GRACE, DEBRA MESSING, WILL SASSO, BRENT SEXTON, EVE GORDON, JEN NIKOLAISEN, ANDREA FRANKLE, JASON DAVIS, ALAN AISENBERG, WILLIAM TOKARSKY

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SOBRE LA PRODUCCIÓN...
   Con esta nueva comedia, UN PLAN IRRESISTIBLE, el director/guionista Jon Stewart inyecta su ágil sentido del humor y su profundo conocimiento de la política estadounidense a una historia sobre las elecciones en una pequeña localidad que se acaba convirtiendo en una batalla por el poder entre Demócratas y Republicanos. Mientras analiza la escalada de tácticas de poderosos consultores demócratas y el circo mediático resultante, UN PLAN IRRESISTIBLE traza un desternillante y afilado retrato del sistema político americano. Un reparto con estrellas de primera fila encabezado por Steve Carell insuflan brío cómico y una profunda humanidad a los personajes, convirtiendo la película en una apuesta tan divertida como relevante.
  Con UN PLAN IRRESISTIBLE, Stewart no solo demuestra su interés por las políticas partidistas, sino por los factores sistémicos determinantes para la política actual. «Le di vueltas a la idea de cómo satirizar el momento actual sin resultar necesariamente muy específico», nos explica. «Es como hablar del clima respecto a hablar de las condiciones meteorológicas. ¿Hay algo en el clima de nuestro actual sistema político y el modo en el que se incentiva el dinero que cree esa clase de resultados corruptos que estamos viendo? En vez de centrarme en una figura tipo Trump o en un político en ascenso, me atraía analizar el tema desde la perspectiva del sistema».
  Los eventos y las experiencias del mundo real son la semilla de la premisa de UN PLAN IRRESISTIBLE. En la primavera de 2017, se celebraron unas elecciones especiales en Georgia para ocupar un asiento vacante del Congreso. Fue la primera elección de la era Trump y se convirtió en una historia de gran repercusión mediática nacional en la que un joven candidato debutante demócrata, Jon Ossof, emergió como principal aspirante en un distrito históricamente republicano. Para cuando, en junio, la contienda pasó a ser un uno contra uno entre Ossof y la republicana Karen Handel, esta carrera por alcanzar el Congreso ya se había convertido en la más cara de la historia de la Cámara, con una inversión estimada de unos 55 millones de dólares, según datos del New York Times. Tal y como señala Stewart, «Tanto el Partido Republicano como el Partido Demócrata lo tomaron como el barómetro del nuevo orden mundial. Por eso invirtieron tantos millones en una elección puntual para el Congreso. Y acabó pasando a la historia sin ser barómetro de nada. Fue básicamente como ir a un club de alterne y dilapidar dinero sin ningún tipo de cortapisa».
  Un acontecimiento posterior iluminó otro creciente fenómeno en la política contemporánea. Un amigo que se había presentado como candidato al Congreso en Virginia del Oeste le pidió ocuparse de su presentación en un evento benéfico. Pero el evento ni siquiera se celebraba en ese estado, sino en West Village, Manhattan. «Ahí estaban un puñado de neoyorquinos y un tipo candidato a congresista en un distrito del que los presentes no sabían nada, en el que no habían estado nunca y que ni siquiera les importaba», rememora Stewart. «Pero todos cumplieron diligentemente como personajes activos políticamente recaudando dinero para mi amigo. Y de pronto me pareció una auténtica locura que accediera a perder su tiempo y su energía en conseguir ese dinero».
  El pernicioso rol del dinero en política es un tema recurrente para Stewart en «The Daily Show», programa en el que aprovecha cualquier oportunidad para sacarlo a colación con los políticos invitados. Un episodio con Nancy Pelosi, en aquel momento portavoz de la Cámara, se le quedó grabado. «Siempre he hablado de cómo el dinero influye en la política y corrompe la toma de decisiones. A menudo, los propios políticos lo admiten», recuerda. «Aquella vez, Pelosi estaba en el programa y estaba hablando de eso, de que el dinero era la raíz de todos los males. Y le dije: “Pero usted ha recaudado 35 o 40 millones de dólares en el último trimestre”. Y me soltó: “Bueno, no podemos desarmar el sistema”. Y le respondí: “Lo sé, pero si el dinero corrompe, ¿en qué medida la corrompe a usted o los Demócratas”. “No nos corrompe”, dijo. “O sea, que el dinero corrompe, pero no a ustedes”. “Correcto”. “Ajá, pues se hace raro que tengan esa clase de inmunidad. No lo digo por desafiarla. Es curiosidad sincera, ¿cómo hacen para mantener el peligro a raya?”. Pero no hubo ningún tipo de reconocimiento de que aquello pudiera suponerles un problema. Solo es un problema para tu adversario político». Esa disonancia determinaría la creación de Stewart de su protagonista, un consultor demócrata que persuade a un ciudadano de a pie de que se presente a alcalde en una población recalcitrantemente republicana.
  Para estructurar e introducir la narrativa, Stewart se documentó viendo películas sobre políticos noveles, como la obra de Frank Capra Caballero sin espada (1939) y el film de Michael Ritchie El candidato (1972). Y, así, decidió que UN PLAN IRRESISTIBLE arrancase con el futuro candidato, Jack Hastings, en una escena que hace un guiño al discurso estrella del clásico de Capra. En aquella famosa escena, el personaje protagonista de Jimmy Stewart apela apasionadamente a los valores americanos de la libertad y la justicia hasta casi desplomarse en el mismísimo Senado. Stewart nos cuenta: «Quería que el diseño de la película girase de forma plausible en torno al tema de alguien de a pie que le toma el pulso al sistema. Pensé, “Bueno, ¿y si empiezo esta película igual que termina aquella, con un personaje dando un discurso al más puro estilo Capra? ¿Qué ocurre a partir de ese punto y qué fuerzas podría poner en movimiento?”».
  Y lo que ocurre es que una grabación de móvil de la arenga acaba haciéndose viral. El ayudante de un veterano estratega del Partido Demócrata, Gary Zimmer, le muestra el vídeo y a este se le ilumina la cara contemplando cómo Hastings interrumpe una intervención pública en Deerlaken, Wisconsin, para alzar la voz contra una restrictiva ley dirigida a los residentes indocumentados locales. Los pormenores de la vida personal de Hastings, un coronel de la Marina retirado, granjero y viudo, lo convierten precisamente en la clase de candidato que el Partido Demócrata ansía encontrar para recuperar cierto terreno en la América profunda.
  Y, así, Gary parte rumbo al estado de Wisconsin, tradicionalmente igualado en cuanto a tendencias políticas, dispuesto a dirigir una campaña demócrata en un bastión republicano. Consigue convencer a un Jack Hastings apolítico y reticente a presentarse contra el popular alcalde republicano de Deerlaken, Mayor Braun, pero solo a condición de que sea Gary quien se ocupe personalmente de la campaña.
  El plan de Gary es hacer todo el ruido posible sin demora con el objetivo de encender las alarmas en la organización nacional del Partido Republicano y atraerlo a la carrera. Y consigue con creces su objetivo cuando le mandan a su archienemiga, Faith Brewster, para dirigir la campaña de Braun.
  Así, la pugna por la alcaldía en un lugar desconocido adquiere los tintes de carrera de nivel nacional: equipos de ayudantes de campaña, consultores de primera línea y tecnología sofisticada, recaudaciones de fondos privados, eventos públicos, respaldos de renombre, grupos de sondeo microdirigidos, comités de acción política y cobertura en los medios. Todo ello posibilitado por (y, a su vez, generando) montones y montones de dinero.
  En su retrato cómicamente exagerado de unas elecciones, UN PLAN IRRESISTIBLE invita a percatarse de cuántos comicios en la actualidad acaban siendo algo diametralmente opuesto a un ejercicio cívico y transparente. Stewart nos explica: «Quería tratar el tema de la cultura de la campaña permanente y de la economía basada en las elecciones que ha surgido alrededor de esta dinámica. Refleja en cierta medida lo que hemos perdido en el cinturón industrial de Estados Unidos, donde solía haber una fabulosa base económica que manaba de industrias como las granjas familiares. Había pequeñas granjas con 50 empleados, había un tipo que se ocupaba de la alimentación del ganado, otro del suministro de tractores y todos esos negocios complementarios que surgían alrededor del principal negocio. Esa economía se ha transferido a las elecciones, solo que con ganancias exponencialmente mayores. Así, tenemos elecciones, pero en torno a ellas hay otros negocios subsidiarios: consultores, sondeos, analíticas, redes sociales y cobertura las 24 horas en medios de comunicación, todo ello conectado y sacando provecho de la celebración de comicios. Unas elecciones ya no son un mecanismo para dar con las personas más cualificadas, sino que es la base de una economía mucho más amplia que ha surgido a su alrededor».
  Perdidas en la bruma de la guerra política están las propias elecciones y lo que podrían significar para la gente de Deerlaken, incluido cualquier posible efecto colateral derivado del uso de tácticas de dudosa catadura. «El Partido Republicano y el Partido Demócrata llevan todo el peso de sus maquinarias políticas a esta pequeña población. Es como titanes luchando en el fango», dice Stewart. «Y para la gente de Deerlaken es como: “Eh, oigan, ¿se dan cuenta de que están destrozándonos la ciudad?”. Cuando todo cobra fuerza, el aparato político se perpetúa inconscientemente, olvidándose de los intereses de los votantes a los que, en origen, se propuso servir.
  Aunque UN PLAN IRRESISTIBLE está rodada con exageraciones absurdas de la campaña y la cultura mediática, la historia está totalmente vinculada al mundo real de la vida y la política estadounidenses. Al escribir el guion, Stewart buscó aportaciones de diferentes conocidos de la esfera política. «Quería estar seguro de que la película pasara la prueba de credibilidad; ese era el punto de partida», afirma. «Quise asegurarme de que fuera realista respecto a las motivaciones de los consultores que participan, las maquinaciones que tienen lugar, los tipos de compromisos financieros y otras cosas que ocurren. Y nadie me dijo nada tipo: “Eso es una locura. Nunca ocurriría nada parecido”. Como mucho, se entristecían al leerlo y decían: “Sí, la verdad es que esto podría ocurrir, podría ser”.
  También fue muy cuidadoso a la hora de retratar la ciudad de Deerlaken, una población que sufrió un duro golpe para su economía y su población al cerrar una base militar cercana. «Deerlaken está afrontando la misma situación económica que montones de poblaciones en el cinturón industrial y en otras partes del país», subraya Stewart. «He visitado algunos lugares de Wisconsin y pasé tiempo hablando con gente, intentando hacerme idea de cómo eran las cosas. No quería convertir a los personajes de Deerlaken en fetiches ni ponerles un halo de santidad. Mi intención era dar con el punto justo que destilara autenticidad».

FORMANDO UNA COALICIÓN...
  Tras completar el guion, Stewart se propuso encontrar un socio de producción compatible que trabajara con él y con Lila Yacoub (una de las productoras ejecutivas de Rosewater). Examinando la lista de posibilidades, le sorprendió la diversidad de títulos producidos por Dede Gardner y Jeremy Kleiner, codirectores de la productora de Brad Pitt, Plan B Entertainment. «Todo su trabajo tiene un aura y una profundidad únicas, y todas eran películas que me habían gustado», asegura. Una única conversación telefónica le convenció de haber encontrado la clase de compañeros de andaduras que andaba buscado. «Quería dar con un socio de producción que fuese muy colaborativo. Con solo hablar por teléfono con Dede y Jeremy durante media hora, me entraron ganas de trabajar con ellos. No solo entienden de cualquier aspecto cinematográfico, sino que además son personas fabulosas».
  Gardner y Kleiner se mostraron encantados cuando Stewart les propuso formar equipo con Lila Yacoub y él para llevar UN PLAN IRRESISTIBLE a la gran pantalla. «Somos muy fans de Jon, así que ni qué decir tiene que nos emocionamos enseguida con la idea de formar parte de su universo», dice Gardner. «Jon tenía una visión desde el principio del todo y nosotros teníamos muchas ganas de ayudarle a alcanzar su meta».
  Esa visión se hacía evidente en el modo en que UN PLAN IRRESISTIBLE aborda el extenso tema de la política estadounidense y sus excesos. Parte de la fuerza del film radica en su equilibrio: todos los personajes de la esfera política reciben el mismo trato irreverente, independientemente de su afiliación o profesión. Tal y como Gardner subraya: «Nos gustó mucho comprobar que la película no mostraba favoritismos. Jon quería poner el foco en un error del sistema, más que en los propios contrincantes políticos. Nos pareció muy riguroso».
  En opinión de Kleiner, el trabajo de Stewart tiene un sello particular. «La marca cómica de Jon incorpora lo que podrías pensar que son ideas serias sobre cosas reales normalmente desprovistas de comedia en el glosario moderno. Su nombre es casi sinónimo de un tipo de comedia basado en su propia sensibilidad, de igual modo que pasa con otros autores».
  UN PLAN IRRESISTIBLE ha vuelto a reunir a Stewart y el actor Steve Carell, que participó en el «The Daily Show» de 1999 a 2005. Carell fue la primer persona en leer el guion y se mostró entusiasmado con la idea de unirse a su antiguo compañero para el segundo largometraje de este. «Me encantó el trabajo de Jon en Rosewater. Y tenía muchas ganas de volver a colaborar con él. Es un tipo inteligente y divertido, además de una gran persona».
  A Carell le sorprendió la profundidad de sentimientos en la historia. «Cuando comenzamos a hablar de hacer UN PLAN IRRESISTIBLE, lo que más despertaba mi interés es que verdaderamente me parecía muy humana y divertida», recuerda. «Está claro que es una comedia política, pero en mi opinión no trata demasiado de la política en sí. Es sobre los seres humanos que se ven atrapados en el embrollo. En ese sentido, es un tipo de película universal que no se inclina necesariamente hacia la izquierda o la derecha. Lo que sí hace es poner de manifiesto lo absurda que es la política».
  Stewart había escrito el papel de Gary con Carell en mente, sabiendo que requeriría unas buenas dotes cómicas. Pese a las sólidas convicciones ideológicas y políticas de Gary, está en un negocio en el que los escrúpulos pueden suponer un obstáculo, como poco. «Gary es un personaje complejo. Gira en torno a la idea de que cuando estás nadando con tiburones, ¿cómo puedes evitar convertirte en uno o acabar muerto? Durante toda su vida, Gary ha intentado conseguir dinero para las cosas en las que cree, y eso le hace lidiar con muchas situaciones y decisiones turbias. Es como un acuerdo al que ha llegado consigo mismo, pero hay una cierta tristeza en su vida. Steve es una de las pocas personas que he conocido que es capaz de interpretar todas esas distintas sutilezas».
  Con cierta experiencia en la administración Clinton y múltiples campañas a sus espaldas, Gary es un experto consumado. Dirige una consultoría bajo su propio nombre en Washington DC, ayudado por un personal formado por jóvenes acólitos brillantes. No es la clase de éxito que llegue regalado, y Gary es consciente de lo bien que se le da. Tal y como Carell subraya: «Gary no anda falto de autoestima. Es muy inteligente y es una persona muy motivada y con las ideas claras. Lleva mucho tiempo trabajando de estratega, y se conoce a la perfección todos los pormenores del mundillo. No aguanta a los ineptos y puede llegar a ser bastante estúpido. Al mismo tiempo, se preocupa mucho por la gente y por lo que hace».
  Como Gary, Faith Brewster ha llegado a lo más alto de su profesión y sabe qué hace falta para alcanzar la victoria. Es una jefa dura de roer, embaucadora y una maestra en el arte de mentir de forma sonriente, desvergonzada y sin remordimientos. Y no hay nada que disfrute más que chinchar a su homólogo demócrata.
  Al encarnar el papel de Faith, Rose Byrne abrazó al personaje con toda su alegre insensibilidad. «Ha sido muy divertido interpretar a Faith», reconoce. «Es como Terminator. Ella y Gary tienen una rivalidad asombrosa, cosa que resulta ser muy divertida, cañera y medio encantadora. Descaradamente, todo trata más de ellos y de sus egos que del partido, sus políticas o la gente de la localidad».
  Byrne captó de forma inmediata la idiosincrasia de Faith, recuerda Stewart. «Nada más llegar Rose caló al personaje, le cogió el ritmo. El mundo de la consultoría política ya sea demócrata o republicano, aún está dominado por tipos blancos mayores, así que su personaje está basado en esa masculinidad que ella cree que debe mostrar, como un manto protector que la ha llevado donde está. Rose ha sabido interpretar exactamente eso».
Los enfrentamientos verbales de los personajes reflejan algo más que únicamente su rivalidad profesional. «Se capta un respecto entre Gary y Faith», observa Carell, «porque ambos están cortados por el mismo patrón y hablan el mismo idioma. Su relación tiene algo de amor/odio. Resultan estimulantes el uno al otro; es como cuando conoces a alguien que es un adversario, pero al mismo tiempo cuentas los minutos para volver a encontrarte con él porque sabes que va a tratar de ganarte».
  Chris Cooper se sintió intrigado en cuanto supo que Jon Stewart estaba preparando una nueva comedia con Steve Carell. Y Jack Hastings era un personaje que podía encarnar con facilidad, ya que había pasado gran parte de su juventud cuidando de ganado con su padre, que tenía registradas 300 vacas Hereford en un rancho de Kansas. «Algunos personajes te van como un guante», asegura. «Soy muy fan de Jon y no quería dejar pasar la oportunidad de trabajar con Steve Carell, por el que siento un enorme respeto. Y el guion hablaba por sí mismo. Jon realiza algunas interesantes e importantes observaciones acerca de la política estadounidense y las campañas electorales de la actualidad. Es un juego que se está jugando, y él habla claramente sobre ello sin pasarse de serio».
  Según Stewart, Cooper encaja en su personaje en aspectos que van más allá de lo autobiográfico. «Jack Hastings encarna la integridad, y así es como siempre he visto a Chris Cooper. Es uno de esos tipos que hace un gran trabajo, vive donde le gusta vivir y no se anda con jueguecitos. Le ha aportado firmeza al personaje».
  UN PLAN IRRESISTIBLE es, entre otras cosas, una historia de las de pez-fuera-del-agua. Gary llega a Deerlaken con una serie de prejuicios acerca de cómo va a ser la gente y cómo debe presentarse. Al principio se queda desconcertado con Jack Hastings, que se mantiene en silencio y continúa con su trabajo en la granja mientras Gary trata de reclutarlo como candidato. Stewart descubrió que el semblante de Cooper lo convertía en el complemento ideal para el personaje de Carell. «En su terreno, Gary es el dueño del universo. Pero en cuanto entra en el mundo de Jack y se le pega como una lapa, se siente intimidado. La decencia de Chris, canalizada en Jack, permite que la tensión florezca sin que resulte horrible».
  Gary también se siente perdido cuando empieza a tratar a la hija de Jack, Diana, interpretada por Mackenzie Davis. Igual que su padre, Diana es decente y sencilla, pero no se muerde la lengua a la hora de señalar a los burócratas políticos ocupados en conseguir sus intereses particulares. Stewart encontró en Davis el equilibrio de virtudes que el personaje exigía. «El papel requería a alguien que pudiera igualar a Chris en la medida en la que ambos comparten esa integridad, pero que también tuviera la capacidad de igualar en ingenio a un profesional de la política de Washington. Mackenzie aportó a Diana una fuerza que contribuyó a que se creara una dinámica genial con Steve y Rose. Está radiante en la pantalla».
  Mientras los forasteros quizá no se dan cuenta, Diana tiene muy claro quiénes son y lo que están haciendo. Según explica Davis, «Diana ha ido a la universidad y es una persona muy espabilada, leída y capaz. Y ve cómo una gente que no tiene nada que ver con Deerlaken y que no tienen interés en el pueblo a largo plazo se apoderan de la localidad y de su padre. Solo los están usando como un símbolo para ganar una batalla mayor y avanzar hacia sus objetivos personales».
  Por supuesto, Gary y Faith no son los únicos motivados por el ego y la ambición, por no decir la competitividad. Según van llegando las donaciones y la carrera se intensifica, Gary incorpora a una consultora de alto nivel especializada en análisis de datos, Tina, capaz de fijarse en la más minúscula pista que delate las preferencias de los votantes. La llegada de Tina despierta todos los recelos de Kurt, el experto electoral de confianza de Gary.
  Interpretados por Topher Grace y Natasha Lyonne, estos analistas se enfrentan para destacar e impresionar a su líder. Y no dejan pasar ninguna oportunidad para denigrar el trabajo del otro. Con neoyorquinos aires de importancia, Tina es más indisimulada que Kurt en este aspecto. Lyonne descubrió un aspecto clave de su personaje durante una conversación con Stewart acerca de las tendencias en el ámbito laboral de Tina. Según recuerda la actriz, «Jon me explicó la diferencia entre Tina, dedicada al análisis, y Kurt, enfocado en las encuestas. De alguna forma Tina representa el futuro de cómo se llevan las campañas, y ve a Kurt como parte del pasado. Yo no sabía nada de esto y me resultó muy informativo. Me ilustró acerca de lo capulla que Tina podía ser con Kurt».
  Grace destaca que Kurt siempre trata de agradar a su jefe. «Kurt es un leal súbdito de Gary. Como encuestador, Kurt es todo números. Gary es en parte también todo números, y Kurt le admira muchísimo. Cosa que fue muy fácil de interpretar con Steve Carell, ya que es buenísimo».

BIENVENIDOS A DEERLAKEN...
  UN PLAN IRRESISTIBLE se rodó en Georgia en abril y mayo de 2019, principalmente en la ciudad de Rockmart.
El equipo creativo de Stewart incluyó al director de fotografía Bobby Bukowski, la diseñadora de producción Grace Yun y el diseñador de vestuario Alex Bovaird. Las indicaciones fueron las mismas para todos los jefes de departamento. Tal como lo expresa Stewart, «se trataba de mostrar autenticidad y carácter sin caer en la caricatura. No queríamos que nada sacara a los espectadores de la película y la historia».
  Stewart y Bukowski habían trabajado juntos anteriormente en Rosewater, y Stewart reconoce que el director de fotografía le ha ayudado a aclimatarse al cine como un intermediario creativo y técnico. «Trasladar mis intenciones al lenguaje cinematográfico exige una piedra de Rosetta muy paciente. Y ese es Bobby. Juntos somos capaces de elaborar una visión, y luego él la traduce al oficio. No hay un solo plano de la película que no sea hermoso, y eso es gracias a Bobby».
  Mientras que películas como Caballero sin espada y El candidato han influido en la estructura de UN PLAN IRRESISTIBLE, la estética del film tiene una deuda con una comedia política diferente, El gran McGinty, la joya dirigida por Preston Sturges en 1941. Stewart destaca que este título los animó a tomar la inusual decisión de rodar con una proporción de pantalla de 1.66, un formato apenas usado en el cine contemporáneo. «El gran McGinty es una de mis películas favoritas», reconoce el director. «Me fascina su trabajo de cámara. Me encanta la composición de todos sus planos. Hay tantos pequeños chistes en segundo plano. Sé que suena a locura, pero eso nos hizo decidirnos por rodar con una proporción 1.66, que es un formato algo anacrónico».
  El drama otoñal En el estanque dorado y el documental político The War Room sirvieron de modelo mientras Stewart y Bukowski decidían cómo retratar los diferentes ambientes y ritmos de la rural Deerlaken y Washington D.C. y alrededores. «Hablamos mucho acerca de la evolución desde En el estanque dorado hasta The War Room», cuenta Stewart. «Así que en el pueblo la luz es cálida y tenemos planos con dolly, lentes amplias, belleza y paisajes; el montaje es un poco más lento, un poco menos frenético. Pero en cuanto llegamos a Washington, la luz es mucho más fría y la cámara mucho más verité. Así que al principio todo es más cinematográfico y luego más documental. Pero no queríamos que ese cambio se notara. El reto era crear esta evolución en medio de una autenticidad que no interrumpiera la historia ni las interpretaciones».
  El primer obstáculo para hacer realidad la visión de Stewart para Deerlaken era encontrar una localización a la que se pudiera conducir desde Atlanta (Georgia). Como dice Stewart, «Cuando tratas de recrear Wisconsin, la arquitectura anterior a la Guerra de Secesión es tu peor enemiga».
  Pero tuvieron suerte y encontraron Rockmart, una pequeña población a 80 kilómetros de Atlanta. Fueron canteros europeos quienes la fundaron, por lo que su arquitectura remite más al Medio Oeste que al Sur Profundo. «Los edificios de Rockmart tienen similitudes con las edificaciones europeas de Wisconsin», dice Stewart. «Dan una sensación parecida. Así que ahí teníamos una base. Entonces Grace Yun transformó todo por completo de forma que todo pareciera real, pero que no llamara la atención».
  La labor de Yun incluyó tener en cuenta la historia de Deerlaken y cómo sus fortunas habían surgido y desaparecido desde mediados de siglo XX. Tal y como explica ella misma, «Jon quería construir muchas capas, comenzando con el pasado como pueblo fundado por alemanes a principios del siglo XIX. La localidad tuvo su apogeo en torno en la década de 1950 y creció hasta los 70, mientras que ahora tiene algunos problemas económicos. Jon también quería que el lugar reflejara la presencia de generaciones de familias militares que fueron a la base y convirtieron Deerlaken en su hogar».
  Esa historia toma cuerpo en elementos de diseño como los viejos carteles de negocios que se hundieron tras el cierre de la base militar y la decoración de la cervecería alemana Hoffbrau. «Jon quería que Hoffbrau diera la sensación de llevar ahí décadas como el centro neurálgico de los residentes de Deerlaken», explica Yun. «Era un espacio bastante desnudo, así que construimos paredes y añadimos revestimientos y enlucidos alemanes. También incorporamos diferentes artilugios militares para reflejar la relación del población con la base».
  El trabajo del diseñador de vestuario Alex Bovaird aportó una sutil luz no solo sobre quiénes eran los personajes sino, en el caso de los profesionales de la política, también sobre cómo se muestran a sí mismos. Faith no se corta por llevar un conjunto negro propio de un cóctel en pleno día, y se muestra como una inteligente estratega al elegir una gabardina rosa pálido para una entrevista televisiva. Gary, por su parte, abraza el estilo informal que cree que es el apropiado para ese entorno en el corazón de América. Stewart considera que las decisiones de Bovaird daban en el clavo. «Alex estuvo genial. Para Faith buscábamos crear contraste, pero un contraste que fuera endémico. Y Gary... resulta encantador con sus deportivas New Balance y los cordones de colores».
  El director estaba emocionado con su equipo creativo. «Me encanta el proceso de hacer cine», comenta. «Trabajas en algo durante mucho tiempo antes de que se realice, y después incorporas a gente como Grace Yun, Alex Bovaird y Bobby Bukowski, que mejoran lo que has escrito a través del diseño de producción, el vestuario y la fotografía. Ser testigo de eso tras pasar tanto tiempo en solitario con el proyecto resulta emocionante y revitalizador».
  Observar a los intérpretes hacerse con los personajes fue para él tan satisfactorio como inspirador. «Muchas veces, cuando escribes algo no está escrito realmente para interpretarse, está escrito para lo que tienes en la cabeza», afirma Stewart. «Cuando eso se vuelve realidad con grandes actores como los que tuvimos, te dices: “Vaya, van a transmitir solo con el rostro mucho de lo que está escrito”, así que elimino cosas que resultan superfluas o redundantes. Y los actores llenan la escena con una gran dinámica entre los personajes y crean una comedia y un trabajo escénico mucho más pleno y complejo de lo que yo había creado como guionista».
  Según Carell, el rodaje se desarrolló en un entorno alegre donde la colaboración y la improvisación eran la norma. «Jon hace que todo el mundo se sienta bienvenido y como un igual. Obviamente el guion era tan bueno que se sostenía solo. Pero Jon también quería relajarlo, que la gente aportara sus propias palabras cuando quisiera».
  A Stewart se le ocurrían con frecuencia nuevas frases para que los actores las probaran mientras grababan las tomas. Según Lyonne, «Siempre es un buen día de trabajo si tienes la oportunidad de que Jon Stewart te diga ocurrencias para que se las sueltes a Steve Carell. Te sientes como “Guau, ¡qué suerte tengo de estar aquí con estos pesos pesados!”. Ha sido un proyecto muy especial y formar parte de este equipo ha sido divertidísimo».
  Este equipo cómico de primera se ha unido al servicio de una historia con muy germanas y oportunas cosas que decir acerca del sistema político de los Estados Unidos y cómo la participación de la gente de a pie puede ser fundamental para dar forma a sus resultados. Stewart trata con seriedad estos temas, pero es un experto en darles una forma entretenida, divertida e inteligente. Como dice Kleiner, «Jon es uno de esos artistas que es capaz de canalizar lo que la gente siente y piensa, por lo que la película tiene cierto aire espontáneo. Te entretiene con su concisión acerca del mundo en el que vivimos. Disfrutas con las risas y esa energía, pero también te hace ser consciente de que estamos atrapados en una dinámica muy loca».

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