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NOTAS DEL DIRECTOR...
Las películas que más me han gustado y más he admirado han sido aquellas que sumían al espectador en acontecimientos humanos importantes, películas que nos sumergían en la historia de una forma visceral y excepcional. Me refiero a grandes filmes de no ficción, como “La lista de Schindler”, “Los gritos del silencio”, “Rojos”, “La batalla de Argel” y dramas históricos como “Un hombre para la eternidad”, “Doctor Zhivago” y “Apocalypse Now”.
En el curso de unas pocas horas, experimentaba rabia, miedo, empatía, verdadera tristeza y, a veces, verdadera alegría. Ningún otro género cinematográfico puede conmoverme de ese modo. Salía del cine abrumado. Me han guiado por momentos históricos personajes que jamás olvidaré.
Como cineasta, mi reto es encontrar historias y personajes que me permitan sumir a los espectadores en unos acontecimientos sobre los que poco o nada sabían, y mostrarles que el espíritu humano puede sobrevivir y triunfar en las circunstancias más adversas. Esa fue la motivación que tuvimos mi coguionista, el director Jim Sheridan, y yo con “En el nombre del padre” y “The Boxer”, y mi reto como director con “En el nombre del hijo” y “Hotel Rwanda”.
Hace casi tres años, tuve la suerte de que me ofrecieran un guion de Robin Swicord. LA PROMESA es una historia de amor ambientada durante los días del genocidio armenio, una de las mayores y menos conocidas catástrofes del siglo XX. Este intento de erradicar a toda una nación desapareció de los libros de historia gracias a la negación colectiva y a la conveniencia política. Es una historia que creo que exige ser contada con un tratamiento cinematográfico. Pero, ¿cómo conseguir que los espectadores vivan unos acontecimientos tan horribles y remotos? Me fijé en los grandes maestros del cine en busca de inspiración, en David Lean, que nos sumergió en la Revolución Rusa en “Doctor Zhivago” y en la Guerra de Independencia de Irlanda en “La hija de Ryan”, y en Warren Beatty, que también nos permitió vivir la Revolución Rusa desde el punto de vista de John Reid en “Rojos”. Ambos utilizaron el romance para atraer a los espectadores a las butacas. Contaron grandes historias de amor que estaban inextricablemente ligadas a la historia de esos acontecimientos tan trascendentales. Mientras nos enamorábamos de sus personajes, también descubríamos las penurias, las alegrías y el dolor que vivieron como parte de la historia.
Coescribir y dirigir LA PROMESA me brindó una oportunidad única. Me ha permitido trabajar con gente con un talento asombroso, como Christian Bale, Oscar Isaac, Charlotte Le Bon y muchos otros grandes actores, para contar una historia de amor que espero que no solo cautive y conmueva a los espectadores, sino que también los sumerja en las calamidades que sufrió el pueblo armenio en 1915 y les permita ser testigos de hechos históricos reales, sentir alegría, pasar miedo, presenciar el coraje, el dolor y la redención. Y lo que es más importante, espero que LA PROMESA eduque a los espectadores sobre un suceso que merece ser reconocido, recordado y honrado en todo el mundo. ¿Qué mejor oportunidad podría pedir un cineasta?