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CRITICA
Por: PACO CASADO
No es para nada frecuente una coproducción de Estados Unidos y España, pero de vez en cuando surge alguna como la presente, aunque nuestra presencia y aportación sea en la fotografía del cada vez más internacional Javier Aguirresarobe que saca buen partido del paisaje y en el grupo de actores que hacen pequeños papeles que son casi unos simples cameos que a veces están tan caracterizados que son difíciles de identificar.
Lo que cuenta esta coproducción es una historia amorosa con el genocidio armenio de fondo. A principios del siglo XX Mikael Boghosian, un joven armenio, viaja a la Constantinopla (hoy Estambul) de 1914, la capital turca, para estudiar medicina, y poder ejercer en Siroun, su pequeño pueblo en el sur de Turquía, donde los musulmanes turcos y cristianos armenios han vivido en paz durante siglos, hasta que los primeros hacen una alianza con Alemania y deciden acabar con sus propias minorías étnicas.
Allí se hace amigo de una chica armenia, Ana Khesarian, y su novio Chris Myers, que es un periodista norteamericano de la agencia Associated Press, pero con la llegada de la Primera Guerra Mundial la persecución a los armenios va a cambiar sus vidas.
En 1915 el Imperio Otomano (actual Turquía) ya en decadencia decidió, como tantos otros regímenes hasta entonces, eliminar las ideologías extremistas que no encajaban bien con su idea de una sociedad perfecta, lo que provocó un millón de muertos que el gobierno turco sigue negando reconocer como víctimas del genocidio y eso sólo entre los armenios porque entre los otomanos y los asirios también tuvieron sus bajas y siguen sin entonar el mea culpa por tamaña atrocidad cien años después.
Un drama que pretende denunciar la masacre del pueblo armenio pero utilizando una historia de amor triangular como excusa para hacer más comercial esta historia, y no se ocupe más del tema bélico que es más importante con tan graves sucesos.
Esto provoca que se alargue y resulte irregular con el hecho de aunar la historia de amor con el trágico contexto histórico.
La película busca cautivar al espectador haciéndole partícipe del dolor, el miedo, el coraje y la redención del pueblo armenio durante aquellos aciagos momentos.
Puede que el film conmueva a los amantes del melodrama histórico y que hasta lo predecible de la trama no les moleste.
El guion se inspira libremente en una famosa novela alemana Los 40 días del Musa Dagh, de Franz Werfel, publicada en 1933, que trata de cómo muchas aldeas armenias se refugiaron en la montaña de ese nombre e hicieron frente a los turcos, que es una de las historias que se recogen aquí en la que algunos de los personajes son reales según se especifica en los créditos finales.
La montaña se transformó en sagrada y a partir de ahí se creó la historia de amor, la del médico que no está en la novela.
Es la clásica superproducción norteamericana, otra más sobre el genocidio donde murió un millón y medio de personas, con gran presupuesto, con muchos extras, que no es redonda, pero no aburre, los actores están bien, aunque los protagonistas sean el guatemalteco Oscar Isaac y la canadiense Charlotte Le Bon pasando por armenios, y Christian Bale como el periodista norteamericano.
Está dirigida por el irlandés Terry George, de quien recordarán 'En el nombre del hijo' (1996), que fue su debut en el largometraje y más recientemente 'Hotel Rwanda' (2004), esta última sobre otro genocidio, en ese caso de los tutsis ocasionado por los hutus. Como verán es un especialista en cine histórico, como ocurre aquí que divulga los hechos de manera sencilla, a buen ritmo y con una notable ambientación de la época.
Una historia tan ultrajante y desconocida en comparación con otros holocaustos que bien merecía una película.
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