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SINOPSIS
En una calle de París, Joan Verra se encuentra con su primer amor. Abrumada, huye a su casa de campo para rememorar los últimos 40 años construyendo una imagen fantástica de su vida. Su hijo Nathan, recién llegado de Montreal, la acompaña en estos momentos. Un viaje tan esperado como liberador sobre la aceptación de las historias que nos contamos a nosotros mismos...
INTÉRPRETES
ISABELLE HUPPERT, LARS EIDINGER, SWANN ARLAUD, FREYA MAVOR, FLORENCE LOIRET CAILLE, STANLEY TOWNSEND, EANNA HARDWICKE, DIMITRI DORÉ, LOUIS BROUST, FABRICE SCOTT, BREFFNI HOLAHAN, LEO HANNA, YONGSOU CHO, SHU OKUNO, JORG SCHNASS, GILLES NICOLAS
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ENTREVISTA AL DIRECTOR...
¿Cuál fue el punto de partida de la película?...
La experiencia de dirigir “Je suis un soldat” me planteó una serie de cuestiones que quería investigar. Mi coguionista François Decodts y yo queríamos escribir una historia de ficción que fuera el retrato de una mujer a través de diferentes períodos de su vida en varios países. Un melodrama con momentos de comedia.
El formato flashback te permite mantener el misterio sobre un acontecimiento concreto de la vida de Joan y cuestionar en qué consiste realmente la historia de una vida...
En primer lugar, quería hacer un retrato de su relación no sólo con su hijo, sino con el mundo, con su sentido de la libertad, la fantasía, el humor y la autoridad. Un retrato basado en el deseo de creer en las historias que nos cuentan las películas. Cuando Joan se dirige al espectador rompiendo la cuarta pared promete llevarnos a un viaje a través de sus recuerdos que son en parte inventados. Aprecio este pacto entre el espectador y la película. Sabemos que es una fantasía, que es cine, pero queremos creer. Con pasión. Es una forma de compartir y de unión que me conmueve profundamente.
¿Dirías que LA VIDA SIN TI es una película sobre el poder de la ficción?...
Sí, es precisamente eso. Todo el mundo cuenta historias. Inventamos y reinventamos nuestras vidas para darles sentido, ponerlas en un contexto para que sean menos absurdas y dolorosas de afrontar.
La ficción ayuda a vivir, es una ilusión necesariamente inherente a nuestra condición humana. Cuando después de varios años Nathan se le aparece a Joan en una esquina, aliviando su dolor, entendemos por qué aceptó este engaño que le permitió seguir viviendo a pesar de este calvario insoportable. Esta ilusión -o negación deliberada- hizo que volviera a tener una vida digna. Me recuerda lo que dijo Paul Valéry: “Cada momento induce a la imaginación en cada momento. Lo sabemos bien: la realidad es totalmente subjetiva.” Es muy importante que el público asuma la historia de Joan, para que el engaño esté en sintonía con lo que ella siente. Lo más importante no es el hecho de que se mintió a sí misma, sino que podemos acceder a cuál había sido su dolor y por qué tuvo que mentirse a sí misma. Esta revelación no opera como una sorpresa sino como una comprensión íntima de lo que está pasando. Al final, cada uno hace lo mejor que puede.
Ir de un periodo de tiempo a otro retrata aspectos que podemos ver más en el ámbito de los sentimientos que en el de las explicaciones. Pasamos de una época a otra con una mirada o con el recuerdo de algo...
Al principio esta historia puede parecer complicada, por los diferentes periodos de tiempo y las diversas interpretaciones que pueden leerse entre líneas. Mi primera obsesión fue asegurarme que la película fluyera. La montadora Marie-Pierre Frappier y yo encontramos vínculos que no estaban necesariamente escritos en el guion. Concretamente, me refiero a el momento en el que Doug coge a Joan en sus brazos, ella cierra los ojos y los vemos abrazados cuando son más jóvenes. Esta transición proviene del uso continuo de las sensaciones. En otros momentos, los planos de enlace son más humorísticos. Por ejemplo,cuando Joan dice: “Pureza, esa soy yo”, y luego la vemos caminando al ritmo de la música hard rock, completamente vestida de cuero, con el pelo teñido de rubio platino. Las secuencias son, a veces, un eco directo de una pregunta que podría haber sido formulada, o en otras, en directa contradicción con lo que está sucediendo. Intentamos mezclar el presente y el pasado para evitar caer en el sistema. Nos pareció muy importante que el espectador se sorprendiera y compartiera todo un abanico de emociones.
Paradójicamente, este retrato de una mujer a través de varias épocas de su vida no cuenta el paso de los años. Joan no mira hacia atrás, ella está siempre en el presente, como si el tiempo se hubiera detenido....
Cuando se es niño, se piensa que los ancianos son muy diferentes a nosotros. Pero cuando envejeces, te das cuenta de que no, envejecer significa seguir por el mismo camino. Con más experiencia, por supuesto, retrospectiva y madurez. Pero fundamentalmente, eres la misma persona todo el tiempo. Me interesaba retratar esta misma esencia de alguien. Naturalmente, necesitábamos dos actrices diferentes para interpretar a Joan, pero en términos de casting o en el trabajo de vestuario y peinado, no buscamos tanto que se parecieran la una a la otra, sino que nos centramos más en la continuidad de su energía, en la forma de hablar, en el lenguaje corporal, el estado de ánimo del personaje. Trabajamos con los tres actores que interpretan a Nathan de manera similar.
Podemos decir que tu película se nutre hasta la médula de tu amor por el cine. Y Isabelle Huppert también se presenta con su larga filmografía...
Naturalmente, las actrices de este nivel vienen con todos los roles que ya han interpretado y eso es una suerte. Uno de los mayores placeres del cine es ver a ciertos actores y actrices en pantalla una y otra vez. Verlos evolucionar de un papel a otro en diferentes universos. Y finalmente, como director, tener la esperanza de mostrar un rol de una actriz que el espectador aún no conoce. Cuantas más películas ha realizado una actriz, más difícil es mostrar su lado oculto de su arte. En el caso de Isabelle Huppert, quería llevarla a un lugar donde tuviera la sensación de que no la hemos visto a menudo estos últimos años: más de frente, aceptando plenamente su gama emocional, casi melodramática. Creo que Isabelle Huppert es un genio de la interpretación. Es tan inteligente con el texto, el contexto, la profundidad de los sentimientos y su complejidad.
A veces hay una sensación de duda, como si la escena se cerniera de repente sobre nosotros con todos sus espectros, y las posibilidades de lo que podría haber sido...
Es una sensación extraña. Probablemente se deba a la escritura, que fue un largo proceso con numerosas versiones del guion. Casi como si la película todavía tuviera rastros de las variantes anteriores. Y esto también se debe a la actuación. Isabelle está tan presente que todo lo demás se desvanece por completo.
No sólo tiene una inteligencia intelectual, sino también una comprensión humana de las cosas. Su fe en el cine le permite ir más allá del carácter anecdótico de las escenas, dándoles cuerpo con lo que se está jugando de forma invisible. Ella interpreta la situación, por supuesto, pero también encarna el significado.
No sé cómo describirlo. Es bastante misterioso. Y parece sin esfuerzo. Simplemente está ahí. Isabelle Huppert es una epifanía en cada plano.
¿Cómo fue el trabajo con la directora de fotografía Céline Bozon conservando un único estilo para las diferentes épocas?...
Quería algo que fuera extremadamente bello sin ser demasiado recargado; contrastado para identificar los diferentes periodos de tiempo, pero sin ser falso o demasiado directo. Necesitaba tener una historia que fluyera sin problemas. Estoy muy contento de haber trabajado con Céline Bozon. Fue capaz de traducir e incluso trascender mis deseos, que a veces me resultaban difíciles de expresar. En cuanto a la gama de colores, optamos por diferentes contrastes. En Irlanda, elegimos colores cálidos: marrón, naranja, gris.
El ambiente es más frío en la época de Alemania, la atmósfera está impregnada de tonos azulados. Y en Mariposa, la casa de la familia, nos adentramos en algo más soleado, con amarillos y verdes. La memoria es la recreación. La imagen no pretende ser realista. Quería que esta imperfección impregnara nuestras
elecciones estéticas. Más allá del carácter anecdótico de una situación, que puede ser divertida o dramática, lo que me interesa es filmar lo que no se ve, lo que pasa entre ellos, lo que ocurre entre líneas. Hago películas para filmar lo invisible.
Un invisible que a veces grabas de forma muy visible. ¿Cómo abordaste la puesta en escena del personaje de Nathan?...
Cuando hablo de lo invisible, me refiero al significado implícito oculto en las escenas, que deben ser resueltas en la mente del espectador. En referencia a Nathan, no tenía ninguna duda de que tenía que tomar el punto de vista de Joan y, por lo tanto, filmarlo de manera muy viva. La única cosa de la qunos aseguramos fue que Nathan, desde el momento en que es un adolescente, no se relacionase con ningún otro personaje que no fuera Joan. Cuando, por ejemplo, aparece en el escenario de un programa de televisión alemán, y luego llega Tim llega, no le mira. Hay otras pistas sobre el estado de Nathan - la puerta del dormitorio cerrada en la casa de Mariposa, sus ausencias y reapariciones repentinas... He dado al espectador los medios para pensar en retrospectiva: “Por supuesto que lo sabía; estaba ahí desde el principio”. Pero en el momento en que se cuenta la historia, ¡¿quién podría imaginar a Joan inventando un hijo que está tan lejos del ideal, y con el que discute tan intensamente a pesar de que acaba de llegar de Montreal?!
Decirse a sí misma que él se ha ido a vivir al otro lado del océano también le permite a Joan reescenificar, a su manera, esta desgarradora separación que vivió. Swann Arlaud es un gran actor. Su presencia ligeramente peculiar y eterna era perfecta para interpretar a Nathan. Aportó aspectos contradictorios al personaje (y nada me interesa más que crear singularidad en un personaje) siendo a la vez concreto en su actuación con una presencia efímera.
Dimitri Doré, que interpreta a Nathan de adolescente, tampoco tiene edad...
Elegí a Dimitri por su singular perfil. Su físico juvenil va acompañado de una gran madurez. Me pareció interesante escoger a un actor de 23 años para interpretar a un adolescente de 16 años. Dimitri encarna el período de la adolescencia como si encarnara una década de la vida de uno.
¿Crees que Tim sabe que Joan mantiene esta relación con Nathan?...
Tal vez no en detalle, pero sí, creo que él sabe que habla con Nathan. Cuando Joan le dice al final: “Me has salvado la vida, Tim Ardenne”, significa que ella pudo sobrevivir a esta prueba porque Tim estaba allí, y él le permitió hacer lo que necesitaba hacer. Él la apoyó, a pesar de sus comienzos difíciles. El personaje de Tim no era fácil de interpretar. No es muy simpático al principio y su intensidad puede resultar molesta. Hay algo ligeramente paródico en este alcohólico cuyo aspecto se inspira en Charles Bukowski y Richard Brautigan. El papel requería un actor hábil como Lars Eidinger para representar un frágil equilibrio, incluso cuando resulta excesivo sin caer en la caricatura. Representa el lado atroz de Tim, con tal vulnerabilidad que uno tiene la sensación de que tiene que haber algo debajo de esa capa. Como actor, lo absorbe todo. A menudo está al límite, es extremadamente sensible y reactivo, pero al mismo tiempo tiene una fortaleza y libertad sobre él. Es impresionante.
¿Y Freya Mavor para interpretar a una joven Joan?...
Me parece que hay algo muy concreto en su presencia y es que es totalmente natural, viva y, sin embargo, lo hace sin ningún tipo de esfuerzo. Su físico pecoso funciona con el de Isabelle Huppert.
Además, es bilingüe y puede divertirse acentuando su acento francés. Aporta alegría y sensualidad a la juventud de Joan. En cuanto a Éanna Hardwicke, que interpreta al joven Doug, nunca había oído hablar de él. Es el director de casting irlandés quien me hizo esta maravillosa sugerencia. Éanna tiene una sonrisa luminosa y un encanto devastador que te hace entender de inmediato por qué Joan se enamora de él. ¡Tiene un lado de chico malo con un carisma que lo hace parecer tan dulce como un ángel! Y es un actor muy preciso y matizado. Fue un gran placer trabajar con Florence Loiret Caille, verla estirar sus límites muy lejos durante ciertas tomas. Ella encarna completamente el carácter de esta mujer que está tan llena de deseo que sucumbe voluntariamente a su locura temeraria, que es estimulante. Mostrar a Madeleine tan emancipada fue importante para comprender a Joan. Esta madre sin duda le hizo daño al irse, pero también le transmitió su relación con el mundo, su deseo desenfrenado y su libertad. Su audaz coraje. Y en su última carta en el cementerio, entrega la clave de la película: sí, nos contamos historias, pero a veces es la única forma de afrontar la realidad.
La música de Jérôme Rebotier se suma a las cualidades románticas y narrativas de la película...
Le pedí a Jérôme que trabajara en algo bastante animoso, a la imagen de Joan, que está del lado de la vida, siempre. Me parece muy hermosa la forma en que logró mezclar esta vivacidad con la melancolía, como el título de la película. “About” le da impulso al título, algo muy vivo, como en una conversación en curso, o una historia.
GALERÍA DE FOTOS
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