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INFORMACIÓN
Titulo original: Truth
Año Producción: 2015
Nacionalidad: EE.UU, Australia
Duración: 121 Minutos
Calificación: Autorizada para todos los públicos
Género: Drama
Director: James Vandervilt
Guión: James Vandervilt. Basado en las memorias y la novela escrita por Mary Mapes
Fotografía: Mandy Walker
Música: Brian Tyler
FECHAS DE ESTRENO
España: 30 Octubre 2015
DISTRIBUCIÓN EN ESPAÑA
DeaPlaneta

SINOPSIS

2004 es año de elecciones y ese es el momento en que dos productores de noticias de un canal televisivo descubren una historia que podría hacer virar el curso de las elecciones. La salida a la luz de la noticia hace que ambos productores tengan que demostrar que su noticia es verdadera y defendeser así de los diferentes intereses políticos y económicos del país...

INTÉRPRETES

CATE BLANCHETT, TOPHER GRACE, ROBERT REDFORD, ELISABETH MOSS, DENNIS QUAID, BRUCE GREENWOOD, TONI FRENCH, DAVID LYONS, JOHN BENJAMIN HICKEY, RACHAEL BLAKE

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- Festival de Toronto 2015

Informacion exclusivaINFORMACIÓN EXCLUSIVA

 'La verdad' es un clásico drama periodístico, una intriga sobre los entresijos de una investigación, un estudio de múltiples personajes... y también algo más: en palabras del antiguo presentador de CBS News Dan Rather, «Esta película trata de lo que ha ocurrido con la difusión de noticias, cómo y por qué ha ocurrido, y por qué eso debería preocuparte».
 
Para el guionista y director James Vanderbilt, fue la fascinación por el periodismo lo primero que le atrajo del proyecto. «La cinematografía y el periodismo son dos formas distintas de contar una historia. Yo crecí con Todos los hombres del presidente y escribí y coproduje Zodiac, centrada en el San Francisco Chronicle, y siempre me ha intrigado lo que ocurre en las salas de redacción. Cuando “60 Minutes” presenta una gran noticia, ¿cómo ha cobrado forma? ¿Cómo se cuece todo?»
 
En 2005, Vanderbilt, que se estrena como director con 'La verdad', leyó en Vanity Fair un adelanto de las memorias de 'Mary Mapes Truth and Duty: the Press, the President, and the Privilege of Power' («La verdad y el deber: La prensa, el presidente y el privilegio del poder»). El libro detalla, paso a paso, el trabajo de investigación de Mapes como productora del polémico reportaje de «60 Minutes II» sobre el servicio del entonces presidente George W. Bush en la Guardia Nacional Aérea de Texas, y la posterior lluvia de acusaciones que echaron por tierra la credibilidad del reportaje y desembocaron en el despido de Mapes y en la dimisión forzada del presentador, Dan Rather.
 
«Conocía el escándalo de la CBS como cualquier otra persona, pero cuando leí el fragmento, me di cuenta de que había muchas cosas que no sabía sobre lo que había sucedido realmente entre bastidores. Como cineasta, me imaginé cómo sería que me llevaran al otro lado del telón que esconde ese mundillo, y poder experimentarlo con los ojos de unos periodistas veteranos que habían volado muy alto y que tuvieron una dura caída.»
 
Vanderbilt y el productor Brad Fischer, su socio en la compañía Mythology Entertainment, adquirieron los derechos de las memorias de Mapes y empezaron a debatir con la desacreditada productora de informativos sobre la posibilidad de adaptarlas a la gran pantalla. Habiendo ya trabajado juntos como productores de Zodiac, filme de David Fincher basado también en hechos reales, ambos conocían los retos de hacer una película que abordara un episodio traumático de la vida de una persona. «Al principio Mary era muy reticente», recuerda Vanderbilt. «Pero le pregunté si le importaría que nos viésemos unos días en Texas. Hablamos de todo menos de lo que sucedió. De nuestras pelis favoritas, de su historia, de la mía, de todo menos de ese incidente, y al final se sintió lo bastante cómoda como para seguir adelante.»
 
«Confié en que Jamie no lo convertiría en algo que no era», comenta Mapes. «Me gustó su guión, y fuimos repasando una y otra vez los detalles, pero durante todos esos años pensé que nunca acabaría viendo la luz.» Aunque Mapes ya no trabaja en el campo del periodismo televisivo, ha reconducido su carrera como escritora y asesora.
 
Para Vanderbilt y Fischer, la veracidad era esencial. «Sabía que libro de Mary era un excelente punto de partida en lo que respecta a su visión de las cosas», asegura Vanderbilt, «Pero, al tratarse de un tema conflictivo, tenía que haber varias versiones de la historia. Quise hacer los deberes aplicándome al máximo. Hablé con muchas personas implicadas, afines o no a la causa de Mary. Hablé con Dan [Rather] y Mary, Mike Smith, Roger Charles, Josh Howard y mucha gente más. Me ceñí al método de contrastar a través de dos fuentes todo lo que incluyéramos en la película.»
 
Cuando se le pregunta sobre la exactitud del guión de Vanderbilt, Dan Rather afirma: «No es que sea bastante exacto, es que es asombrosamente exacto». Así lo recuerda Mapes: «Dan dijo: "Creo que es lo mejor que he visto nunca sobre la profesión de periodista", que consiste en: "Tú consigue esto. Yo conseguiré esto. Tú intenta conseguir esto. Tenemos que conseguir esto. ¿Qué has conseguido tú?". En cómo coges todas estas piezas inconexas y las juntas en un puzle hasta formar una imagen con la que puedas salir y decirle a la gente: "Mirad esto". En la CBS teníamos gente muy válida, inteligente y tenaz que trabajaba en ámbitos muy distintos a la hora de dar la noticia, gente convencida de que eso era importante».
 
Captar la confusión y la intensidad de una sala de redacción trabajando a contrarreloj, según Vanderbilt, «era como una peli de submarinos: tienes a un grupo variopinto de personas apretadas como en una lata de sardinas, parloteando con su críptica jerga, pero la película no se detiene a explicártelo, tienes que seguirla sobre la marcha».
 
Ya con un guión definitivo, los socios de Mythology imaginaron su casting de ensueño para el papel central de Mapes. «Cate Blanchett se encontraba en el primer puesto de nuestra lista», asevera Fischer, «pero contactamos con ella en el que seguramente era el peor momento posible, justo después de que ganara el Oscar a la mejor actriz por Blue Jasmine. Le ofrecían cualquier papel que quisiera, y entonces llegó Jamie, un director novel. Pero nuestro razonamiento era que, si Cate se identificaba con el guión (y así fue, y cómo), entonces se identificaba con la visión que Jamie aportaría detrás de la cámara.»
 
«Suelo leer los guiones muy despacio», rememora Blanchett, «pero el de Jamie lo leí de una sentada. Cuando empiezas, es un tren que no se para, y supongo que esa debió de ser la experiencia de los protagonistas reales de la historia. Me enganchó mucho».
 
Una vez fichada a Blanchett, los cineastas sabían muy bien a quién dirigirse para que encarnara a un ídolo de la pequeña pantalla. «El papel más complicado del casting era Dan Rather», recuerda Vanderbilt. «Si has crecido en los Estados Unidos escuchando su voz, es parte de tu historia. Cuando Dan entra en algún sitio, se convierte en el centro de gravedad. Así que necesitábamos a alguien con la misma fuerza. Necesitábamos a una leyenda para interpretar a otra leyenda.»
 
«Decidí que tenía que transmitir la esencia del personaje pero sin hacer una caricatura», recuerda Robert Redford. «Es un hombre muy disciplinado y correcto; tiene su vertiente oscura, y no tiene reparos en agitar las cosas, pero en la superficie es un tipo muy digno y educado, chapado a la antigua.» Redford y Rather se conocen desde que trabajaron juntos en un reportaje medioambiental para «60 Minutes» en la década de 1970. «Una forma de llegar hasta la esencia de Rather», prosigue Redford, «era desarrollar la relación entre él y Mary Mapes, a la que interpreta Cate. Su lealtad es el meollo de la película».
 
Hay pocas experiencias en la vida que se puedan equiparar a saber que te va a interpretar alguien de la talla de Cate Blanchett o Robert Redford. Mary Mapes y Dan Rather estaban manteniendo juntos una conversación telefónica con Vanderbilt y Fischer cuando se enteraron de la noticia. Para Rather, fue «una lección de humildad». Mapes se sintió «apabullada. Nos quedamos sin palabras, ¡y eso es algo que nunca ocurre!».
 
Rather recuerda así su visita al set: «Me quedé de piedra al ver cuánto se parecía Cate a Mary, no sólo en el pelo y la ropa, sino en los gestos, los andares... hasta la forma de hablar».Mapes, por su parte, comenta: «fue prodigioso ver cómo Redford había asimilado los pequeños detalles de Dan. Su forma de andar y de mover la cabeza, el aspecto de su espalda con esos eternos tirantes... esa seriedad y esa vulnerabilidad».
 
Blanchett se documentó por Internet y vio entrevistas a Mapes durante la gira de presentación de sus memorias antes de conocerla en persona. «Me horrorizaron los ataques personales contra Mary. Era el nacimiento de la blogosfera, y presenciar la caída en desgracia de alguien por esos supuestos informes de Internet fue desgarrador. En los vídeos, se la ve muy reservada, como escudada. Conocer luego a esa mujer tan vivaz, vital, positiva, aguda e inteligente, con un sentido del humor increíble, fue asombroso. Espero haber abierto una ventanita en el tren imparable de esta historia para transmitir la auténtica vivacidad de Mary en la pantalla.»
 
Blanchett también asumió un papel tras la cámara que aportó un beneficio extra a 'La verdad': un brillante equipo de producción australiano que supo trabajar con las limitaciones de tiempo y presupuesto. Su productora, Dirty Films, fue clave en la colaboración con la Oficina de Cine y Televisión del gobierno de Nueva Gales del Sur. 
  «En ningún momento he querido retratar a ningún personaje como a un villano», explica Vanderbilt. «Podíamos haber hecho una película sobre una serie de ejecutivos malvados que desprecian el buen periodismo, pero no creo que el mundo funcione así. Todo el mundo intenta hacer el mejor trabajo posible ante una crisis. Necesitábamos a grandes actores que pudieran interpretar esos matices.»
 
Respecto a la delicada división entre las personas reales y los personajes de cine, Redford comenta: «Yo dije: "Mira, Dan, yo voy a interpretarte. Es un asunto peliagudo. ¿Hay algo que quieras contarme? Desde tu punto de vista, ¿podrías decirme de qué trata esta historia?", y él me dijo: "Sí, trata de la lealtad. Era una triple lealtad hacia mi compañera productora, Mary Mapes, hacia mis jefes, la CBS, y hacia mí mismo. Todo a partes iguales. Fui leal a los tres"».
 
Rather evoca «el credo de lealtad de la CBS, la institución que respaldó nuestro periodismo desde la era de Edward R. Murrow hasta Abu Ghraib, pasando por los derechos civiles y Vietnam, una larga historia y tradición de desafiar al poder. Admiro lo que ha defendido CBS News a lo largo de más de medio siglo, y lo que sigue defendiendo».
 
«Era "la iglesia de la CBS"», apostilla Mapes. «Y yo había ingresado en la orden. Creía sinceramente en la organización. Creía en el periodismo y en la pureza e importancia de este tipo de trabajo. Creía que había tenido la suerte de haber conseguido el mejor trabajo del mundo. Trabajar con Dan era un honor increíble. Antes de que se convirtiera en un amigo, en alguien a quien podía chinchar sin piedad, le había admirado toda mi vida adulta, y trabajar con él era una absoluta bendición, como decimos en Texas.»
 
Inspirados por ese credo, por "la iglesia de la CBS", Vanderbilt y el compositor Brian Tyler buscaron un tono casi religioso en la música que acompaña al montaje clave en el que los telespectadores ven el reportaje de «60 Minutes II» sobre el servicio del presidente George W. Bush en la Guardia Nacional Aérea de Texas.
 
«Para los periodistas», dice Vanderbilt, «éste es su momento: han hecho todo el trabajo, toda la investigación, y ahora le dan al play, el reportaje se emite en todo el país y la gente puede verlo para informarse. Es el momento que han estado esperando. Quería que ese montaje tuviera un tono diferente, porque si ésta fuera otra película, ése sería el final: buen trabajo, The End. Pero en realidad es la línea que separa la construcción del derribo, el antes del después».
 
Dentro de esta historia de triunfo y caída, el vínculo irrompible de respeto y afecto entre Mapes y Rather sustenta la trayectoria emocional de 'La verdad'. «Es casi una relación de padre e hija», afirma Vanderbilt.
 
«En eso hay mucho de verdad», asiente Mapes. «Es cierto que Dan y yo compartimos un cierto punto de vista sobre la injusticia. Crecí con una figura de autoridad que era injusta y maltratadora, por lo que mi mente me advierte sobre la gente que abusa de su autoridad y daña a los débiles. Siempre me interesan mucho más las historias de personas que no nacieron en la cima, que no tenían toda las ventajas del mundo. Me interesaba desvelar las hipocresías e injusticias en nuestra vida y nuestra sociedad. Dan comparte esa ética; es lo que se supone que hace un periodista. Se supone que tienes que pedir cuentas a los poderosos siguiendo los mismos estándares que valen para todos los demás. Pero debido a eso fuimos vapuleados y marginados.»
 
Según Rather, «nuestra forma de gobierno debería ser del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, pero eso sólo puede funcionar si el pueblo sabe lo que ocurre en realidad. Y ésa es la misión del periodista, descubrir y difundir lo que los que están en el poder no quieren que sepas, lo que quieren mantener oculto. Y eso sólo es posible cuando los periodistas pueden actuar en un sistema que apoya la independencia y la integridad».
 
Vanderbilt apostilla: «Nuestro país ha pasado de aceptar la disensión a escandalizarse cuando alguien tiene un punto de vista diferente, y se chillan los unos a los otros. Este momento del periodismo, hace un decenio, es fascinante, es el punto de inflexión para el descubrimiento de cómo funciona Internet, de su rapidez, de su capacidad de reacción. De cómo se pueden alinear ciertas fuerzas para dividir el país. Esta película no pretende demostrar si Mapes y Rather tenían razón o no en ese caso. Igual que Todos los hombres del presidente no trata de Richard Nixon, esta película no trata de George W. Bush».
 
Dan Rather lo ve así: «No necesito ser validado ni redimido. Soy lo que dice mi historial, un historial largo con sus más y sus menos, sus momentos álgidos y sus momentos bajos, y todo lo que hay entremedias. Soy un apasionado de mi profesión, siempre lo he sido, y lo sigo siendo. Pero si nuestra historia ayuda aunque sea a un periodista a plantar cara a la intromisión y la intimidación, si ayuda aunque sea a un espectador a comprender lo importante que es una noticia veraz, si ayuda aunque sea a un votante a elegir a quienes protegen la democracia y el periodismo de quienes pretenden envenenarlos, todo habrá valido la pena».
 
Contada desde la óptica de la veterana periodista que se encontró en el centro de la controversia, 'La verdad' examina cómo un reportaje informativo de transcendencia nacional, fruto de un meticuloso trabajo, acabó siendo desmontado por una lluvia de acusaciones y críticas. 'La verdad' se basa en las memorias Truth and Duty: the Press, the President, and the Privilege of Power (La verdad y el deber: La prensa, el presidente y el privilegio del poder), escritas por Mary Mapes.

CRONOLOGÍA DEL CASO...
  Mary Mapes, productora de CBS News (la división de noticias de la cadena CBS), se encuentra en la cúspide de su carrera a mediados de 2004, cuando dirige su atención al servicio que prestó el entonces presidente George W. Bush en la Guardia Nacional Aérea de Texas. En abril había producido el reportaje del programa «60 Minutes» que destapó las torturas en la prisión militar iraquí de Abu Ghraib y que posteriormente le valdría un premio Peabody.
 
Afincada en Dallas, donde reside con su comprensivo marido, Mark Wrolstad y su hijo de siete años, el precoz Robert, Mapes va y viene sin dificultad desde su hogar hasta la sede de CBS News en Nueva York o al lugar donde esté la noticia. Esta competente profesional detecta y rastrea las informaciones que va a producir, a la vez que dirige el personal, la investigación y el montaje. Lleva años trabajando estrechamente con el veterano presentador de la CBS Dsn Rather, y los dos se profesan respeto y afecto.
  Josh Howard
es el productor ejecutivo de «60 Minutes II», la edición del miércoles por la noche del longevo programa informativo. Howard y la jefa de producción, Mary Murphy, se muestran interesados cuando Mapes les expone los rumores acerca del servicio de George W. Bush en la Guardia Nacional durante la Guerra de Vietnam, una noticia que ya están investigando otras organizaciones periodísticas. Los superiores de Mapes le dan el visto bueno para seguir con la investigación.
 
La productora reúne a su equipo de investigación: el teniente coronel Roger Charles, un recto asesor militar que había colaborado con ella en el reportaje de Abu Ghraib; Lucy Scott, una profesora de periodismo de Dallas e investigadora incansable; y Mike Smith, un periodista independiente afincado en Texas que ha colaborado ocasionalmente con Mapes proporcionándole indicios. El equipo se zambulle de pleno en su investigación del caso «Bush y la Guardia», tal como lo denominan, mientras se avecinan  las elecciones presidenciales de Bush contra Kerry, fuente de enconadas disputas partidistas.
 
Indagando en los archivos oficiales del servicio de Bush en la Guardia Nacional (que el equipo de Mapes sospecha que son incompletos y posiblemente manipulados), los investigadores extraen una cronología: entre mayo de 1968 y la primavera de 1972, Bush hizo un buen papel en la Guardia, primero como piloto en formación en la Base Moody de las Fuerzas Aéreas en Georgia, y posteriormente en el 111 Escuadrón de Cazas Interceptores de Houston. En 1972, sin embargo, el teniente Bush recibió una suspensión por escrito por no acudir a un examen físico rutinario. Había abandonado su unidad meses antes debido a que se le había concedido un traslado a Alabama, donde habría estado trabajando en la campaña para el Senado de un amigo de su padre. Del periodo que media entre mayo de 1972 a mayo de 1973, el equipo no encuentra registro alguno de que Bush hubiera hecho acto de presencia en la base de Alabama de la Guardia Nacional: ningún documento ni ningún testigo presencial que refrenden su servicio activo. En septiembre de 1973, el teniente Bush solicitó licenciarse anticipadamente para poder estudiar en la Escuela de Negocios de Harvard, petición que le fue concedida.
 
Desde la óptica del equipo de «60 Minutes», la hoja de servicios de Bush no sería sólo un caso de uso de influencias familiares para eludir la Guerra de Vietnam, sino también de una negligencia potencialmente más grave. Por eso resulta crucial descubrir la verdad sobre el servicio militar de Bush antes de que termine su campaña de reelección.
 
Mapes cree tener un punto de partida firme: el ex vicegobernador de Texas Ben Barnes, un pintoresco y excéntrico político que al parecer habría narrado una anécdota extraoficial durante años a sus amigos e invitados: en 1968, cuando Barnes era portavoz de la Cámara de Representantes de Texas, le pidieron que hiciera una llamada o dos para ayudar al joven George W. Bush a ingresar en la Guardia Nacional de Texas.
 
Mapes llama a Barnes para convencerle de que revele su anécdota de nepotismo en el caso «Bush y la Guardia» frente a la cámara, pero Barnes se niega por temor a «salir de Austin cubierto de alquitrán y plumas». El equipo se vuelca tenazmente en una larga lista de funcionarios y comandantes que podrían aportar algún testimonio del servicio de Bush, pero todas y cada una de las llamadas se topan con la misma negativa: «¡No se movió ningún hilo!». 
  El equipo de Mapes se encuentra entonces con un importante avance: unos rumores apuntan a que han salido a la luz unos documentos inéditos que podrían demostrar el absentismo de Bush en la Guardia Nacional. Mapes encarga a Smith que encuentre a Bill Burkett, un ranchero y antiguo teniente coronel de la Guardia Nacional del Ejército de Texas que afirma estar en posesión de dichos documentos. Mapes y Smith se entrevistan con Burkett y su preocupada esposa Nicki; la salud de Burkett es precaria, y Nicki teme por la seguridad de ambos si llega a transcender que los documentos proceden de su marido. Pero Mapes les asegura que sólo un programa informativo del calibre de «60 Minutes» goza de la credibilidad necesaria para revelar su historia, y les promete proteger su anonimato. El matrimonio hace entrega de los documentos, aunque no son los originales, sino copias; Burkett, además, se niega a revelar su fuente.
 
Los «documentos Killian», como acabarían denominándose, parecen estar firmados por el difunto teniente coronel Jerry B. Killian, comandante del 111 Escuadrón de Cazas Interceptores durante el tiempo que Bush prestó servicio allí, y parecen corroborar la tesis de que el futuro presidente dejó de cumplir su deber en la Guardia Nacional Aérea de Texas. Otro documento (proporcionado también por Burkett a «60 Minutes» después de la entrevista inicial), cuyo nombre es CYA (de Cover Your Ass, o «cúbrete el culo»), parece haber sido escrito por Killian con la intención de que quedara constancia en sus archivos de que fue presionado por altas instancias para que diera a Bush una calificación favorable de su rendimiento cuando ni siquiera se presentaba en la base. Juntos, estos memorandos parecen constituir pruebas de peso de que se permitió a Bush faltar a su deber.
 
Cuatro peritos independientes analizan la autenticidad de los memorandos de Killian, pero, puesto que se trata de copias, no es posible acreditarlos de forma taxativa fechando la antigüedad del papel o de la tinta. El examinador de documentos Marcel Matley llega a Nueva York para contrastar estos nuevos documentos con otros que ya había emitido la Casa Blanca. Matley considera que las firmas de Killian en algunos de los documentos proporcionados por Burkett coinciden con las del difunto teniente coronel en algunos documentos oficiales, y no detecta problema alguno con la presentación ni el formato de los memorandos. Mapes y su equipo están convencidos de que han obrado con la diligencia debida y de que los documentos de Burkett son dignos de ser revelados al público.
 
Conforme Mapes y su equipo completan el reportaje, no dejan de poner al día y pedir opinión a Dan Rather. Pero el presentador de «60 minutes» quiere más pruebas concluyentes antes de plantearse sacar en antena el caso «Bush y la Guardia».
 
Los sucesos empiezan a precipitarse. Mike Smith localiza un vídeo del ex vicegobernador de Texas Ben Barnes en un acto demócrata de recaudación, contando a los asistentes su famosa anécdota de cómo colocó a George W. Bush en la Guardia de Texas. Barnes, que ignoraba que su discurso se hubiera grabado, decide que ya no tiene nada que perder confesando ante las cámaras.
 
Los productores afrontan ahora una difícil decisión: por motivos de programación de la cadena, la emisión sólo puede realizarse al cabo de varias semanas (y para entonces alguien podría haber destapado ya el caso «Bush y la Guardia»), o bien al cabo de sólo cinco días. Para ellos es importante asimismo evitar influir indebidamente en las elecciones de noviembre con una «sorpresa de última hora» en octubre, por lo que optan por la fecha más próxima. Mapes se ve capaz de cumplir con el apretado plazo, y el reportaje se programa para el 8 de septiembre.
 
Tal como relata Mapes en sus memorias, dos días antes de la emisión se produce otro avance importante: la productora consigue finalmente contactar por teléfono con el general de división Robert Hodges, que había sido el superior inmediato de Jerry Killian en el periodo del 72-73 documentado en los memorandos del teniente coronel. En una conversación telefónica seguida también por Roger Charles, Mapes lee a Hodges el contenido de los memorandos; según las memorias, Hodges corrobora que los documentos plasman efectivamente las impresiones de Killian acerca de George W. Bush en aquel momento. El equipo de «60 Minutes» considera que el caso está más que cerrado.
 
El reportaje va tomando forma a medida que Rather y Mapes van juntando las piezas: incluirá entrevistas de Rather a Marcel Matley, Ben Barnes y Robert Strong, antiguo administrador de la Guardia Nacional Aérea de Texas que denuncia el amiguismo y la corrupción de la Guardia Nacional en la época de la Guerra de Vietnam. El equipo está ocupado con el montaje hasta los últimos momentos antes de la emisión, apurando los segundos, y el tiempo obliga a eliminar muchos detalles técnicos sobre la autenticación de los documentos (importantes pero poco impactantes).
 
El programa que se emite, no obstante, sí que es impactante. Rather guía el hilo narrativo desde la contrita confesión de Barnes de que, efectivamente, se movieron hilos (y por su parte), hasta la crítica de Strong a la corrupción de la Guardia Nacional de la época y los documentos de Killian, que señalan de forma aparentemente categórica que George W. Bush incumplió sus deberes militares.
 
El triunfo y las felicitaciones de la mañana siguiente duran poco. En cuestión de horas, la blogosfera conservadora tacha los documentos de falsificaciones y califica el reportaje de «60 Minutes» de mentiras liberales. Los blogueros desmenuzan el formato, el mecanografiado, el interletraje y el espaciado de los memorandos, denunciando que no podían haber sido producidos por máquinas de escribir de la década de 1970, y que por tanto tenían que haber salido de un teclado informático.
 
No pasa mucho tiempo antes de que los medios dominantes conviertan el reportaje en noticia, opinando acerca de si el tratamiento de «60 Minutes» fue malicioso o simplemente chapucero. De este modo, la cuestión de la hoja de servicios del presidente George W. Bush queda ensordecida por la polémica sobre la mecanografía.
 
Mientras Josh Howard y otros ejecutivos de la CBS—la vicepresidenta primera Betsy West, el jefe de relaciones públicas Gil Schwartz y el presidente de CBS News Andrew Heyward— analizan la situación con creciente alarma, Mapes repasa el camino andado para reconfirmar cada una de las aseveraciones del reportaje. Dan Rather, que ha afrontado otros chaparrones en el pasado y confía en salir de éste incólume, mantiene la calma.
 
Mapes y Rather elaboran un refutación punto por punto que se emite en el informativo «CBS Evening News», empleando grabaciones del examinador Marcel Matley que fueron eliminadas del montaje final, así como una nueva entrevista en la que Matley explica que las alegaciones de falsificación están basadas en copias de copias y faxes de faxes de los «documentos Killian», que pueden experimentar sutiles cambios de tipografía y formato con cada nueva reproducción.
 
Los ejecutivos de la CBS comunican a Mapes que necesitan hablar en privado con la fuente anónima de los documentos. En una conversación telefónica con Andrew Heyward, Mapes y Rather, Bill Burkett les da una versión de cómo consiguió los «documentos Killian» que contradice completamente lo que contó a Mapes. Le mintió, según dice, para quitársela de encima. En esta nueva versión, unos denunciantes anónimos se pusieron en contacto con él para que copiara y difundiera los documentos y a continuación quemara los originales.
 
Este insólito relato es toda una bomba, pero Rather, manteniendo la calma, convence a Burkett para que aclare las cosas delante de la cámara y zanje el asunto. Burkett accede, y se somete a un complicado cuestionario grabado.
 
Rather comunica con delicadeza a Mapes que la CBS está reculando y que sus ejecutivos le han pedido que se disculpe en antena por haberse servido de unos documentos ahora desacreditados. Se ha dado carpetazo al caso «Bush y la Guardia». La CBS, además, va a pedir a un panel independiente que analice todos los pormenores del fiasco. Poco después, Mapes contempla consternada cómo su amigo y mentor reconoce su supuesto fracaso en antena, en un triste punto y final a sus años de incansable colaboración e investigación juntos.
 
Mapes contrata por su cuenta al abogado Dick HIbey, que la representará ante el panel convocado por la CBS y copresidido por Richard Thornburgh, que fue fiscal general de los Estados Unidos bajo el mandato del presidente Bush padre. El otro copresidente del panel, Lou Boccardi , es el antiguo consejero delegado de Associated Press.
 
Hibey aconseja a Mapes que coopere sin reservas, que cuente su versión de la historia detalladamente y que evite enfrentarse al panel en la medida de lo posible. Ella responde a las preguntas, mantiene la calma y espera pacientemente un mes hasta que vuelva a convocarse el panel, ya pasadas las elecciones de noviembre.
 
Apartada de la CBS, mientras espera su segunda comparecencia ante el panel, Mapes recibe en su hogar de Dallas más noticias descorazonadoras de su viejo amigo Rather: ha accedido a renunciar a su puesto de presentador de «CBS Evening News» tras la segunda investidura de George W. Bush. «Mantén la cabeza bien alta», le dice a Mapes.
 
Cuando Mapes vuelve a comparecer ante el panel, su abogado cree que ella ha actuado lo bastante bien como para mantener su trabajo en la CBS a pesar de todo. Pero Mapes no ha conseguido controlar del todo su lado combativo: «¿No van a preguntarme cuál es mi postura política?», espeta al panel, acusándoles implícitamente de politizar la investigación. Es consciente de que así puede haberse condenado profesionalmente, pero al menos ha manifestado su verdad.
 
En enero de 2005, el mismo día en que el panel emite su informe, la CBS despide a Mapes.
 
En su conmovedor programa final, Dan Rather insta a los espectadores a confiar en la búsqueda periodística de la verdad, y concluye su despedida con su colofón habitual: «Courage» («ánimo»).

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