|
CRITICA
Por: PACO CASADO
El tema del periodismo de investigación y los medios de difusión es bastante recurrente en el cine norteamericano donde tal vez su título más famoso y el que primero se nos viene a la mente sea 'Todos los hombres del Presidente' (1976), de Alan J. Pakula, sobre el caso Watergate, pero se podrían citar muchos más. Aquí se trata del caso Rathergate.
El guion de 'La verdad' está basado en el libro 'Truht and Duty: The Press, the President, and the Privilege of Power', de la galardonada periodista Mary Mapes, que en principio se mostró reticente a su adaptación al cine.
Expone el caso real que recoge el libro cuya acción sucede durante la precampaña de las elecciones presidenciales del 2004 en los EE.UU., en las cuales George W. Bush, usó de sus armas políticas, personales y familiares para no tener que ir en su día a la guerra en Vietnam.
Todo apuntaba a que Bush sería reelegido mientras el país continuaba la guerra contra Iraq y Afganistán.
La productora de noticias Mary Mapes y el presentador Dan Rather del programa de la CBS, 60 minutos, descubren ese aspecto lo que podía cambiar el signo en los comicios y les lleva a buscar la verdad por su reputación frente a los intereses económicos y políticos de los medios de comunicación.
En 'La verdad', James Vanderbilt, guionista de 'Zodiac' (2007), de David Fincher, donde trataba también el tema periodístico, debuta en la dirección con esta película de intriga con una reflexión sobre el periodismo basada en la turbulenta investigación de la cadena CBS sobre el servicio militar del expresidente George W. Bush, que amenazó los resultados de la reelección presidencial y acabó prácticamente con Dan Rather y el equipo de noticias de la cadena, debido al reportaje emitido el 8 de setiembre de 2004, basándose en unas informaciones que dieron por buenas siendo falsas, quedando ellos como mártires.
No convenía que se supiera que el presidente, que había llevado al país a la guerra de Iraq, se había librado de ir a la de Vietnam. Una historia triste pero interesante, en un thriller periodístico correcto y efectivo, tan obsesionado con el detalle como en hacer una denuncia contra el poder de las grandes corporaciones, que lo sitúa en un terreno de nadie sin la eficacia del mejor cine político.
El esquema de este género hace que funcione, con una reflexión sobre el periodismo de investigación y los medios de comunicación, sus propietarios y los políticos al presentar unos hechos tal como sucedieron aunque a veces le falta fluidez narrativa e intensidad emocional, con una funcional puesta en escena falta de personalidad del director neoyorquino James Vanderbilt.
Algún matiz político le resta algo de verdad, pero no deja de ser un film interesante a pesar de que el relato es algo farragoso, ya que al final queda como una chapuza, al no tener las pruebas contrastadas, puesto que investigan pero no profundizan o mienten sobre lo que pasó.
Entre tanto descubrieron que se podía ganar dinero con los informativos con estos casos de corrupción.
Lo que apasiona en esta trama es lo exhaustivo de la investigación llevada hasta el más mínimo detalle que engancha al espectador en todo momento.
La cinta deja en el aire algunas incógnitas acerca de quien llevaba razón y si fue un error o una manipulación política.
En el capítulo interpretativo hay una espléndida Cate Blanchett y un siempre creíble Robert Redford, ambos bien respaldados por estupendos secundarios en sus respectivos cometidos.
A la productora la presentaron como una mártir al ser despedida y el hecho aceleró la jubilación de Dan Rather que hizo un gran discurso de despedida en su adiós.
Cada uno tiene su verdad, pero la verdad no existe, es una pura entelequia.
Pasó por el Festival de cine de Toronto con buenas críticas.
MÁS INFORMACIÓN DE INTERÉS
CÓMO SE HIZO
VIDEO ENTREVISTAS
AUDIOS
PREMIERE