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NOTAS DEL DIRECTOR...
“Todo el mundo cree que soy realista pero me aburre. Es mi profundo odio al realismo lo que me empujó a escribir esta novela. Sin embargo odio el falso idealismo que nos engaña a todos.” – Gustave Flaubert –
Pocas son las palabras de Flaubert, pero reflejan perfectamente su estado de ánimo en el momento de escribir su obra. Es precisamente este estado de ánimo, esta tensión entre el realismo y el romanticismo, entre la vulgaridad y la poesía, lo que ha impulsado mi deseo de trabajar en la adaptación de Madame Bovary. Esta tensión me parece muy precisa y en sintonía con la experiencia del ser humano. La obsesión de Flaubert en encontrar “la palabra adecuada” en todo momento es alucinante.
Mi obsesión como directora de cine es encontrar el tono adecuado. Nuestra intención es la de respetar el espíritu de la novela y ser fieles a la psicología de los personajes mientras creamos una película moderna, que con un poco de suerte atraerá a una audiencia joven y les seducirá a leer el libro.
Emma Bovery siempre será un enigma, un intrigante y cautivador personaje, pero a medida que voy madurando voy entendiéndola mejor. Suave, delicada, tierna, generosa y obsesiva. Emma también puede ser agresiva, rebelde, provocadora e implacable en la lucha por su independencia y la satisfacción de sus más salvajes deseos.
Con sus defectos y debilidades, Emma Bovary es una trágica heroína moderna. Se aferra a un ideal de vida inalcanzable. Prefiere la muerte al aburrimiento. La intención de la película es captar a la audiencia en un dilema moral. Debemos perdonar a Emma por sus errores y sus caprichos pero también debemos mostrarle compasión. Sus contradicciones la convierten en un ser humano vulnerable.